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Rusia es la nueva ‘tierra prometida’ para judíos de EEUU e Israel

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Unos 20.000 judíos, especialmente de Israel y Estados Unidos, regresan anualmente a Rusia, que se ha convertido en una nueva ‘tierra de promisión’, a pesar de los esporádicos brotes de antisemitismo.

‘Nosotros también somos rusos. Ahora, ser judío es algo bueno, no como antes. Nadie tiene que esconderse’, señaló hoy a EFE Mary Gueifer, autora de un extenso estudio sobre la vida de los judíos en Rusia.

El retorno de los judíos a este país comenzó con la llegada de Vladímir Putin al poder en 2000, coincidiendo con el despegue económico de Rusia, que ha registrado índices de crecimiento por encima del 7 por ciento en los últimos cinco años.

‘Estos nuevos inmigrantes no son pobres. En general, tienen dinero y estudios’, subraya Gueifer, cuya familia ha vivido en Rusia desde el siglo XIII.

Los que proceden de Israel son los nietos de los judíos que abandonaron Rusia rumbo al Estado de sus antepasados después de que el último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov, levantara en 1987 la prohibición que pesaba sobre la emigración judía.

‘Unos están hartos de la guerra y otros quieren volver a sus orígenes. Pero la mayoría considera que las posibilidades de prosperar en Rusia son mayores’, señala.

Esta última también es la razón por la que emigran los judíos norteamericanos y franceses a Rusia, donde la competencia es menor y el Kremlin promueve la inversión ‘judía’.

‘Muchas sueñan con emular a personajes como Román Abramóvich o hacer carrera en política’, agrega.

Los judíos estadounidenses que han desembarcado durante los últimos años son los descendientes de los que abandonaron Rusia tras la revolución bolchevique en 1917, encabezada por otro judío, Vladímir Lenin.

En el caso de Israel, esta incipiente corriente migratoria podría afectar a su estabilidad económica y política, ya que el 25 por ciento de la población israelí procede de Rusia y de otras ex repúblicas soviéticas.

Actualmente, Moscú acoge más de medio millón de judíos, mientras en Rusia esta cifra supera los 2 millones, alrededor del 15 por ciento de los judíos del mundo.

En 1994, siete años después de que Gorbachov abriera las puertas al éxodo, en Rusia vivían 394.000 judíos, mientras a principios de los 80 rondaban los dos millones.

Leonid Brezhnev había levantado la prohibición de emigrar en 1970, lo que permitió la salida de cerca de medio millón de judíos, pero la impuso de nuevo en 1981 debido a la tensión creada por la invasión soviética de Afganistán (1979).

El renacimiento de la comunidad judía es visible en la Sinagoga Coral de Moscú, construida en 1892 en pleno centro de la capital y clausurada en varias ocasiones, cuya reconstrucción ha sido financiada por algunos de sus más famosos miembros.

‘Abramóvich, Boris Berezovski y Vladímir Gusinski pagan mil dólares anuales por un asiento en la sinagoga, donde unas 300 personas atienden habitualmente al servicio’, apunta Gueifer.

En las inmediaciones del templo, se ha construido un pequeño ‘Muro de las Lamentaciones’, donde se puede ver a los fieles entonar sus oraciones.

Los nuevos judíos rusos creen que el antisemitismo está en retirada, sustituido por la animadversión contra los caucásicos, y que las otras minorías nacionales no sólo les respetan, sino les admiran, por su habilidad para los negocios.

‘Ya no nos tienen tanta envidia. No creen que todos somos ricos y vivimos bien. Incluso está de moda ser judío’, señaló.

Gueifer considera que los tiempos, cuando Stalin dirigía la URSS, cuando los judíos debían esconder su origen étnico en el pasaporte soviético ya son ‘historia’.

‘Mi madre es rusa y mi padre jurista’ en vez de judío, se decía durante la URSS para encubrir los orígenes judíos.

Según su estudio, muchas mujeres judías se casan hoy en día con miembros de otras comunidades étnicas, algo impensable hace sólo unos años.

Los ministros de Finanzas, Alexéi Kudrin, y de Defensa, Serguéi Ivanov, y muchos diputados de la Duma son de origen judío, lo que confirma su creciente influencia en la política rusa.

Otro famoso judío es el magnate Mijaíl Jodorkovski, fundador de la petrolera Yukos, y que ha sido condenado a ocho años de cárcel por varios delitos económicos, aunque él vincula su caída en desgracia con su intención de financiar a la oposición liberal.

En una muestra de que el antisemitismo aún no se ha desvanecido del todo, la Duma rusa debatió en marzo pasado, por iniciativa de varios diputados comunistas y nacionalistas, generales del Ejército e intelectuales, la ilegalización de las organizaciones judías por defender la pureza de la sangre.

Según los historiadores, los pogromos contra los judíos lanzados por Alejandro III a finales del siglo XIX fueron el detonante de las revoluciones de 1905 y 1917, en las que estos participaron muy activamente.

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