Agencia AJN.- “No se preocupen por sus dificultades con las matemáticas. Yo puedo asegurarle que las mías son mayores”, fue una de las frases célebres de Albert Einstein, el genio del siglo XX, quien hoy es recordado a 140 años de su nacimiento.
Hace casi 94 años, Einstein llegaba a Buenos Aires invitado por la Sociedad Hebraica Argentina, para realizar una serie de conferencias en la Universidad de Buenos Aires, que le había otorgado el título de Doctor Honoris Causa.
El 24 de marzo de 1925, Einstein llegó al puerto de Buenos Aires acompañado de su esposa Elsa a bordo del barco Capitán Polonio y pisaba suelo argentino para brindar doce conferencias en las cuales el tema principal sería la Teoría de la Relatividad.
Según los archivos de la época, Einstein ya era un científico consagrado, había obtenido el Premio Nobel de Física en 1921, y su presencia en Argentina causaba gran revuelo en el país. Al arribar a Buenos Aires se alojó en la lujosa residencia que Bruno Wassermann, un comerciante judío alemán poseía en la esquina de Zabala y Villanueva, en el barrio de Belgrano.
Uno de los datos curiosos fue que al momento de su visita a la Argentina se inauguraba en Jerusalem la Universidad Hebrea, uno de los proyectos impulsados por Einstein.
De acuerdo al relato histórico, en noviembre de 1923, Einstein había aceptado la invitación que le hiciera la Sociedad Hebraica Argentina, solicitando sea incluida también la Universidad de Buenos Aires.
Recién en abril de 1924 -a través de una carta- Einstein manifestó sentirse conmovido y honrado por la índole de la invitación, lamentó no poder acceder en ese año y solicitó mantener la propuesta para 1925.
Tal es así que, en octubre de 1924 llegó la noticia por vía diplomática, de que Einstein se embarcaría hacia Brasil, Uruguay y Argentina en marzo de 1925.
Al arribar a Buenos Aires fue recibido por el rector de la UBA, el doctor Arce, por el secretario de esa universidad Mauricio Nirenstein y por representantes de la comunidad judía entre los que estaban Najman Gesang, de la Federación Sionista, y Samuel Levy, director de la revista Israel.
Durante su estadía en la Argentina, Eisntein brindó doce conferencias, la mayoría dedicadas a explicar su novedosa teoría en diferentes ámbitos académicos del país. Con la comunidad judía compartió su entusiasmo y compromiso con la causa sionista y más específicamente con el apoyo a la recién nacida Universidad Hebrea de Jerusalem.
Estuvo en el Colegio Nacional de Buenos Aires, en la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en las universidades de Buenos Aires, La Plata y Córdoba.
Fue agasajado por las autoridades de la UBA en el Jockey Club y recibido por el presidente de la República, Marcelo T. de Alvear.
Durante su estadía se alojó en la residencia de Bruno Wassermann en Belgrano, y visitó el Hospital Israelita, el Templo de la comunidad marroquí de la calle Piedras, orfanatos y escuelas.
Lo que trascendió muy poco es que el genio del Siglo XX se tomó unos días de vacaciones en el país y se refugió en una cabaña ubicada en la localidad de Llavallol, en sur del conurbano bonaerense, que también era propiedad de la familia Wasserman.
Los historiadores revelaron que el físico solía recostarse a leer y a tocar el violín en el pasto y que salía a caminar por las calles de tierra al atardecer. Siempre andaba con su traje gris y su enmarañada cabellera blanca, “algo distraído, sencillo, amable y con buen humor”.
Lo cierto es que durante su visita a Buenos Aires, la Federación Sionista de la Argentina, presidida en ese momento por Isaac Nissensohn, organizó un acto en el Teatro Coliseo, durante el cual el ilustre visitante, según la crónica aparecida en el diario La Nación, se refirió a la inauguración de la Universidad Hebrea de Jerusalem.
“El movimiento sionista restituye la dignidad al pueblo judío, que antes se sentía humillado y deprimido, y todos los judíos deben mostrarse agradecidos a su fundador, el doctor Herzl, y a su jefe actual, el doctor Weizman, ya que el pueblo judío no lucha por la reconstrucción de su nacionalidad con un espíritu agresivo, sino con el noble y humano de hacer resurgir su cultura peculiar, que será a su vez un importante aporte a la cultura universal. La Universidad que se ha inaugurado, constituye uno de los elementos fundamentales de esa obra cultural del sionismo, que debe ser apoyada por todos los judíos, ya que las obras de esa magnitud necesitan imprescindiblemente del esfuerzo colectivo”, declaró.