Itongadol.- Hombre, que caminaba a paso lento por los caminos del Cementerio Israelita de La Tablada junto a sus dos hijas, se detuvo frente a una tumba que no pertenecía a ningún familiar ni amigo suyo. Por un instante, el silencio interrumpió la conversación que venían teniendo y dominó la escena. El señor leyó el nombre tallado en la lápida de granito y reparó en la diminuta foto del difunto. Luego tomó una piedra del recipiente más cercano y la acomodó en la pequeña montaña de rocas que cubre parte de la tumba. Nunca lo conoció, pero hace casi dos años que siente la necesidad de transmitirle sus respetos cada vez que visita el lugar. Debajo de esa pila de piedras yace enterrado el cuerpo de Alberto Nisman.