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Para fines de ese año los judíos ya habían sido golpeados en la mayor parte de la sociedad alemana: se les había quitado su ciudadanía y se les había prohibido trabajar en el servicio civil, estudiar o enseñar en universidades y casarse con alemanes racialmente puros.
Goering, que era comandante de la fuerza aérea y ministro con responsabilidades en muchos aspectos de la sociedad alemana, vio a la Kristallnacht como innecesariamente destructiva. Su preocupación no era por el bienestar de los judíos sino por el hecho de que muchas propiedades y negocios habían sido destrozadas cuando podrían haber sido expropiadas.
El encuentro del 12 de noviembre contó con la presencia de 100 funcionarios del partido nazi y el objetivo era determinar los medios para lograr el pedido de Adolf Hitler de que el “asunto de los judíos sea coordinado y resuelto de una manera u otra de una vez por todas”. Allí se emitió el Decreto de Eliminación de los Judíos de la Vida Económica, que les prohibía trabajar en negocios, servicios o cualquier tipo de comercio, o pertenecer a asociaciones cooperativas.
En las semanas que siguieron se tomaron otras medidas: los niños judíos que iban a colegios alemanes fueron expulsados, los judíos no podían entrar al teatro o eventos culturales, y tampoco podían tener licencia de conducir, informó el medio israelí Haaretz.