Itongadol.- Myriam Nedjar Kadouch se introdujo durante seis semanas en el mundo de la iconografía, lo que le permitió compartir su exquisita experiencia. Kadouch, junto a unos amigos, se introdujo en el discreto mundo de la iconografía, un tema de grandes debates a lo largo de la historia, y no sólo entre los judíos.
El fascinante mundo de la iconografía les fue revelado de una manera muy poco habitual (ya que básicamente sólo se comparte con los cristianos), tras los muros de un monasterio retirado en el Monte de los Olivos, dirigido por unas maravillosas hermanas. Estas excepcionales señoras accedieron a mostrarles a Kadouch y sus amigos el camino, la senda, el proceso, y el viaje hacia la pintura de iconos, empezando siempre por una oración.
¿Qué es un icono?
Es una obra de arte religiosa, generalmente en madera y utilizada para la devoción; conseguir un icono sólo es posible con un espíritu que fluye guiando tu mano, posiblemente el Espíritu Santo. Obviamente, exige una profunda concentración, silencio y meditación.
Es muy difícil porque hay que atravesar muchas capas antes de ver algún resultado.
‘‘Sólo ahora me doy cuenta del nivel de maestría increíble que se necesita para las obras maestras que vemos en las iglesias. Aunque la mayoría de las veces se trata de iglesias ortodoxas, los católicos que viven en Medio Oriente han vuelto a introducir este arte local, que se había perdido con el paso de los años’’, expreso Kadouch.
Después de debatir con las hermanas, eligieron representar al ángel Miguel «guardián de Israel» (véase el Libro de Daniel), ya que los «Malakhim» son agentes de Dios, que aparecen en toda la Biblia hebrea, la literatura rabínica y la liturgia.
‘‘Fue una experiencia fascinante que se vio reforzada por los lazos de amistad entre mujeres de todas las edades y orígenes: la eterna comunidad de hermandad y unión. Aprendí mucho, conocí a seres humanos generosos y por ello estoy muy agradecida’’, aseguró Kadouch.
Fuente: Myriam Nedjar Kadouch