Itongadol.- Llegaba el fin de 2019 y los equipos de Sholem Buenos Aires empezaban, como todos los años, a planificar los proyectos para 2020, sobre la base de las evaluaciones de todo lo trabajado.
Enriquecíamos los juegos, las estrategias, los vínculos, hacíamos mantenimiento de los espacios que habitan los chicos y los grandes, mejorábamos las instalaciones, reponíamos materiales.
Arrancamos el 2020, allá por marzo, llenos de expectativas y de entusiasmo. ¿Quién hubiera previsto que, tras solo dos semanas de encuentros, de miradas, de reconocernos en un nuevo ciclo íbamos a tener que recluirnos en nuestros hogares por una pandemia?
Impensable. En un principio, impulsamos formas de mantenernos juntos a la distancia, a la espera del pronto reencuentro. Pero el tiempo fue pasado y la pandemia se fue instalando, hasta que llegó la cuarentena que nos cuida a todos y a todas.
Nuestras sedes se encontraron vacías y, nuestros encuentros, postergados. Todos los equipos trabajaron incansables para mantenerse cerca de los chicos y las chicas, para ayudar a las familias a convertir el living en plaza, en escuela, en gimnasio y en todas las actividades que solemos realizar en nuestros espacios.
Nuestra sede Zumerland se convirtió en centro sanitario para casos leves; nuestra sede Maturín se trasformó en un centro asistencial para familias del Eepi y del barrio. La sede Lavalleja sigue abierta para que junto a la Fundación Tzedaka / ICUF pueda atender la distribución de viandas y de medicamentos para toda la red comunitaria, como hace desde hace tanto tiempo.
Nuestro teatro IFT se virtualizó para seguir ofreciendo arte, tan necesario para mantenernos alegres. Nuestra gente se corporizó como nexo coordinante y vinculante, a través de las pantallas, con las familias.
A pesar de que muchas familias enfrentan dificultades, a pesar de estar trabajando y educando y viviendo en un solo espacio, a pesar del cansancio ante el cambio brusco de rutina y de recursos destacamos que, por sobre todas las cosas, nuestras familias mostraron y muestran sus mejores valores, esos que trabajamos día a día para inculcarles a los chicos y las chicas y para sostener los que ya crecimos: los de la solidaridad, el respeto a las infancias, el compromiso con las crianza. También vemos, vivimos, sentimos el abrazo a Sholem Buenos Aires.
Dejamos estas palabras a los ojos de quien quiera recibirlas porque queremos decir: gracias. Gracias a las familias por comprometerse, por comprender lo disruptivo e inesperado de esta situación, por no bajar los brazos y sostener las actividades, por acompañar la inmensa labor de nuestros equipos al ajustar los proyectos. Ustedes son Sholem Buenos Aires; somos una comunidad, y cada uno de nosotros es una parte elemental.
Este es un fraternal y caluroso reconocimiento a nuestras familias, desde Sholem Buenos Aires. Es, también, una forma de recordarles que estamos presentes y disponibles para acompañarlos en todo lo que esté a nuestro alcance para mejorar y hacer más llevadero este tiempo de cuidarnos, de quedarnos en casa, por nosotros y por los otros.