Itongadol.- Ariel Goldgewicht, director ejecutivo del Departamento de Noar Jalutz y Dor Hemshej de la Organización Sionista Mundial (OSM), estuvo la semana pasada en Buenos Aires organizando y dirigiendo el congreso mundial de la Academia de Liderazgo Sionista, un programa para desarrollar una nueva generación de líderes comprometidos con Israel y el pueblo judío. En una entrevista con ItonGadol, destacó los logros y objetivos de este proyecto. También se refirió a la importancia de pasar por el ejército y de aplicar esa experiencia en la academia.
En el congreso realizado en Argentina participó un grupo selecto de 63 líderes judíos de entre 25 y 35 años de 27 países, compuesto por graduados de la Academia e integrantes actuales del programa.
Además, estuvieron presentes Dikla Stanger, coordinadora de la Academia; Esti Goldwasser, representante de KKL en el programa; Amnon Ben Ami, director general de KKL Mundial; Ronnie Vinnikov, director del Departamento de Recursos y Relaciones Internacionales de KKL; el presidente de KKL Argentina, Danny Lew; el secretario general de la OSA, Federico Nemetsky; el presidente de la AMIA, Amos Linetzky; y Alejandro Zuchowicki, Secretario general de la DAIA.
-¿En qué punto se encuentra el proyecto de la Academia de Liderazgo Sionista hoy en día?
-La academia está actualmente a la mitad del segundo año. Recién concluimos el congreso que se realiza después del primer semestre del segundo año. Eso significa que al regresar a Israel ahora comenzaremos a trabajar fuertemente para organizar el congreso final en Israel. La academia es un programada de 10 meses, que comienza con reuniones de zoom, luego hay un congreso presencial en la mitad del programa. Luego se sigue con reuniones de zoom en las que se trabajan en proyectos grupales y al final del año se hace la reunión presencial final en Israel para los jóvenes que han cumplido con todos los requisitos. Yo siempre digo que los 10 meses no son el programa, sino el portón para ingresar al programa. La academia es lo que pasa después de los 10 meses y por el resto de tu vida.
-¿Quiénes son los participantes del programa?
-Cuando uno va al casino, puede apostar poniendo una ficha en cada número. Pero vas a ganar más apostando a un solo número y poniendo todas las fichas ahí. Nuestros participantes pasan un proceso muy largo de selección y durante el programa pasan un proceso muy específico para ver si de verdad son las personas que creíamos que eran, las personas que se convierten en nuestro número pleno, que van a tomar las riendas de nuestro pueblo. A diferencia de casi todas las organizaciones, con los proyectos que se han hecho hasta ahora, donde a las autgoridades les gustan las fotos con cientos de personas, nosotros queremos solamente 30 líderes por año, pero que cada uno de ellos sea una estrella. Y en lugar de invertir poquito en miles, invertir mucho en pocos, con los mejores conferencistas, congresos extraordinarios. Pero lo más importante del programa no va a ser la capacitación, sino los participantes. Porque no se trata de un programa para formar líderes, sino para unir a líderes que ya son extraordinariamente exitosos. Debido a que se trata de un programa al que solamente por medio de recomendación puedes entrar, por lo general son personas que ya han demostrado sus habilidades de liderazgo. Estamos invirtiendo mucho en ellos, acercándolos a Israel, a las OSM y al KKL, pero sobre todo, estamos uniéndolos entre ellos. Creando networking. Líderes de distintos países en distintos continentes ahora saben trabajar en conjunto para comunicarse y superar obstáculos. Pero el éxito se va a ver recién en 20 años, cuando ellos sean los grandes dirigentes con amigos en cada país. Un punto clave aquí es que en el momento en que entraron a la familia del programa, y se convierte en un boguer del tojnit, siguen participando en los congresos. Este último congreso incluyó a los graduados del tzevet Nachshon, que se graduaron en Israel el año pasado. (Los llamamos nachshon por Nachshon Aminadab, que fue de los primeros que se lanzaron al agua en la salida de Egipto). Pero en este congreso también estaban los nuevos, el tzevet Senesh. Los llamamos así por Jana Senesh, quien como paracaidista apareció en el campo de batalla e inmediatamente puede integrarse a la misma.Por eso, en este congreso participó tzevet Nachshon, que se volvieron a reencontrar después de graduarse en Israel el año pasado, y abrieron sus brazos a tzevet Senesh.
-Es decir que ya hay una segunda camada funcionando y se está yendo por la tercera.
-Exacto. Cuando volvamos a Israel, además de organizar el congreso final, vamos a empezar a seleccionar a los participantes de la tercera generación.
-¿Cómo fue la segunda selección comparada con la primera?
-La primera fue mucho más difícil, porque nadie sabía qué era el programa. La segunda fue mucho más fácil. Hay cinco maneras de entrar al programa. Tienes que ser recomendado por el embajador de Israel en su país, el sheliaj de la Agencia Judía, la oficina del KKL local, la Federación Sionista o un boguer del tojnit. Cada país puede tener cinco candidatos, de los cuales vamos a elegir uno o dos, dependiendo del tamaño de la comunidad. Nosotros vamos a buscar a los líderes, no ellos a nosotros. Se trata de abogados exitosos, gente de negocios, médicos, emprendedores, ejecutivos de finanzas etc. El 93 por ciento de los participantes tiene títulos avanzado, hablan promedio cuatro idiomas, son personas especiales. Pero la magia pasa cuando una de estas personas en Sao Pablo se encuentra con otra muy similar de Zurich. De otra manera nunca se hubieran conocido. Y no solamente van a conocer la gente de su camada, sino que van a tener acceso a todos los graduados de todas las camadas en todos los países.
-¿Cómo impactará esto en la comunidad dentro de 10 años?
-Mi sueño es como la geología. Cuando se corta una montaña, ves sedimentos de colores diferentes. Yo estoy imaginando que estamos haciendo un sedimento. Hoy estamos invirtiendo en las semillas para asegurarnos el futuro, al que imagino dirigido por graduados de la academia. Estamos tratando de invertir ahora en un individuo que quizás está en Suiza o en Grecia y que en 20 años va a revolucionar la conexión entre su país e Israel, pero también entre su país y todos los demás países. Porque él/ella va a tener contacto de hermandad con, por ejemplo, el presidente de la comunidad de Milano y de la comunidad de Estocolmo, se conocen de la academia, ya que todos los años iban a los encuentros.
-¿Cómo imagina la convivencia entre generaciones de la dirigencia tradicional y los actuales cambios?
– Uno de los puntos de vista es que buscamos medir el éxito. Hay mucha gente que habla sobre un programa que habrá sido muy exitoso. Mi pregunta siempre es: «¿Cómo sabes que fue exitoso? ¿Por qué se mantuvieron dentro del presupuesto? ¿Qué significa que fue exitoso?» Hay que fijar objetivos y estos deben ser medibles. Siempre trabajé con esa filosofía y no es fácil, específicamente en el ámbito de la educación, los objetivos medibles son un tema muy complicado. En este caso, nosotros pusimos un objetivo un poco extraño, el primero era: ¿Cuántos de los graduados van a seguir participando en los congresos? Y en este caso, de 30 personas que se graduaron, 26 llegaron a Argentina, lo cual considero que es un logro impresionante. El segundo punto es: ¿Cuántos de los 30 graduados decidieron involucrarse de una manera u otra dentro de sus comunidades? El cual fue del 100%. Cada uno desde que se graduó de su programa… ¿qué ha hecho en su país? Involucrarse en la Organización Sionista Mundial, y en el Keren Kayemet.
-¿Y a qué atribuís que aquello que generaba dudas esté ocurriendo?
– Cuando los jóvenes estuvieron en Israel, viajaron y vieron las cosas que realiza el Keren Kayemet se emocionaron a tal nivel que sienten una especie de compromiso emocional de contar esta historia a la comunidad. Y a través de las redes sociales y nosotros por medio del Keren Kayemet y la dirigencia mundial, les hemos asegurado abrirles las puertas a sus países para que puedan entrar e involucrarse, para que todo el mundo se entere de todo lo maravilloso que hace el Keren Kayemet. El otro lado es la motivación. El pueblo judío está invirtiendo en ellos y terminan sintiendo una gran sensación de agradecimiento y ellos a cambio lo llevan a sus comunidades. Un ejemplo que tenemos es en Costa Rica: un joven que participó en la academia ahora es director del departamento de juventud de la comunidad. Nosotros creemos que si elegimos bien a la gente e invertimos correctamente en ellos, se genera una especia de magia. Y también se ve, porque cuando uno habla sobre lo que está haciendo, motiva a los demás.
-¿Quiénes son los socios de este proyecto?
-Este proyecto fue creado por mí dentro de la OSM y por la muy cercana relación que tengo con el KKL después de ocho años de haber dirigido exitosamente el departamento latinoamericano, mi primer aliado natural fue el KKL. Cuando hablé con ellos y les conté del proyecto les encantó la idea y decidieron que ellos querían invertir para asegurar el éxito de este programa y también para asegurar el éxito del KKL, porque esta es una manera muy exitosa de motivar a las personas jóvenes a involucrarse en las actividades del KKL que hasta ahora en muchos países ha sido una organización que más que nada atrae a aquellos que recuerdan una época previa a la existencia del Estado de Israel.
Sin el apoyo de Hernán Felman, ex vicepresidente de KKL Mundial; y Sergio Edelstein, actual titular del departamento de Noar Jalutz y Dor Hamshej de la OSM; este programa nunca hubiera existido.
Además, quiero destacar el trabajo que realizan Dikla Stanger, coordinadora de la Academia; y Esti Goldwasser, representante de KKL en el programa; que realizan una tarea fundamental para que todo sea posible.
-Existe una problemática de lo que llamamos segunda generación, que son estos jóvenes a los que sus padres y sus abuelos no terminaron de transmitir. Creo que hay una falta de conexión generacional. ¿Crees que este proyecto ayuda a retomar ese ritmo que tuvieron las generaciones previas?
-Yo diría que lo que motivaba a nuestros abuelos y padres era el hecho de que ellos no tomaban al Estado de Israel como una realidad obvia, sino que lo veían como un milagro. Los jóvenes de hoy en día no solo que lo ven como un hecho estable y fuerte, sino que en muchos casos tiene una economía más fuerte que los países latinoamericanos en los que viven. Entonces no ven a Israel en un peligro y que tienen que apoyarlo, más bien creen que Israel tiene que apoyarlos a ellos. No estoy diciendo que no sea cierto, porque hay muchas comunidades que están en crisis y necesitan apoyo para poder mantenerse. Por muchos años, nosotros en una comunidad equis, en un país latinoamericano, donamos y apoyamos a Israel, pero ahora nosotros estamos en crisis y nos cuesta mantener el hogar de adultos mayores o el club deportivo o la escuela judía,. La relación entre Israel y la diáspora no debe ser una vía unilateral, tiene que ser una vía de apoyo mutuo. Creo que por medio de este programa estamos fortaleciendo ese puente. Mucho ocurre por medio de las donaciones, hemos visto que un niño que en una escuela dona una moneda, ese mismo niño en el futuro va a tener una sensación de conexión con Israel más fuerte que aquel que no donó una moneda. No es por la plata, es por la conexión. Nosotros por este medio estamos también creando una conexión, pero la conexión se está generando por medio de una unión social en la que todas estas personas de diferentes países, que hablan diferentes idiomas, incluso con diferentes perspectivas políticas, por ejemplo con distintas miradas sobre la reforma judicial de Israel, en la que todos tienen diferentes opiniones, y se dieron hermosas discusiones al respecto, todas estas personas tienen un común denominador, que quieren fortalecer la relación de sus comunidades con Israel. Eso es algo muy especial y particular, que ya casi no existe, pero si lo fortalecemos en ellos, y por medio de este programa en otros y similares a ellos, podemos asegurar que haya una siguiente generación de personas que van a querer seguir manteniendo ese vínculo con el Estado de Israel. Esto es una inversión a largo plazo, como lo dije en el discurso final, cuando cerramos el congreso. Efectivamente tanto la OSM como el KKL están invirtiendo grandes sumas en estos líderes, pero no estamos invirtiendo en ellos, estamos invirtiendo en el futuro del pueblo judío a través de ellos. Porque la inversión nuestra no es en estos chicos, es en lo que ellos van a hacer en sus comunidades. Es por eso que ahora ellos tienen un gran compromiso de mostrarnos a nosotros, a la comunidad y al pueblo judío, que no fue una inversión en vano.
-¿Se puede decir que ya estamos viviendo el futuro que pensaste cuando esto comenzó?
-Sí, ya estamos viendo los resultados, ya podemos decir que el programa es exitoso. La segunda generación es espectacular, están muy involucrados y hay personas de mucho nivel. Ya estamos comenzando a lanzar candidatos para la tercera camada y nos estamos imaginando qué pasará cuando tengamos diez generaciones. Si se anotan 30 personas cada año, en diez años vamos a tener 300 jóvenes de una clase selecta muy especial, que fueron elegidos con mucha precisión, de cada comunidad del mundo e invertimos en ellos y les dimos a los participantes conocimiento, amigos, familia, relaciones, y ellos a cambio van a poner sobre sus hombros el futuro de nuestro pueblo.
-Alguna vez te escuché hablar de lo importante que es en tu vida aquellos que compartieron el ejército. ¿Qué hay ahí que en un hombre como vos?
-Yo llevo 25 años en Israel. Estoy contento y me siento exitoso, y cuando digo exitoso me refiero a que estoy casado, tengo tres hijos y vivo una vida feliz. Yo digo siempre que el secreto del éxito de mi aliá se basa en once jóvenes que hoy ya no están tan jóvenes pero que se convirtieron en mi familia, y se trata de mi equipo en el ejército. Yo participé en una unidad de fuerzas especiales, que últimamente se hizo muy famosa por la serie Fauda, en la que yo por suerte me tiré a una pileta rodeada por once personas de diferentes zonas del país, con diferentes estados económicos, algunos ashkenazim, algunos sefaradim, gente de diferentes orígenes, de diferentes niveles de educación, diferentes perspectivas, pero cada uno era una super estrella, porque de no ser así, no hubiese sido aceptado en ese programa. Cada uno era un alfa en su pequeño mundo. Y al juntar a estos doce alfas, se generó algo mágico, una especie de hermandad que hasta la fecha posiblemente sean las personas más importantes de mi vida fuera de mi familia, a nivel de que no paso un día sin decirles ‘‘boker tov’’ cada mañana, no paso un día sin saludarlos. Nosotros estamos involucrados en inversiones juntos, nos apoyamos unos a los otros y si uno se enferma los demás estamos ahí. Es algo que me cuesta mucho explicar porque no estoy seguro de que lo entienda, solamente es una cuestión que siento. Lo lindo de esta sensación es que se transmite también por fuera de este grupo núcleo a todos los graduados de la misma unidad de Duvdevan. Es decir, cuando yo me encuentro con otra persona que se graduó en Duvdevan, yo ya sé que él y yo somos amigos y siento la obligación de apoyarlo y él siente lo mismo conmigo, no porque tengamos en el corazón el mismo pin, sino porque yo sé que él pasó por lo mismo que pasé yo, y que fue seleccionado por ser una persona especial. Y si se trata de una persona especial, alguien en quien puedo confiar, yo ya siento una cercanía muy especial hacia él. No lo conozco, pero tengo ganas de ayudarlo. Graduados de la unidad que tienen empresas de alta tecnología siempre están buscando apoyar y meter dentro de sus empresas a jóvenes graduados de la unidad.
-Siempre se habla de lo que es el ejército en todo y es muy difícil conocer lo que realmente significa pasar por allí, y sin querer en este momento se encuentra usted transfiriéndole sus conocimientos a un grupo de jóvenes.
-Estoy tratando de sacar el máximo provecho de algunos valores y efectos positivos que tuvo el ejército sobre mi vida para poder transferirlos y compartirlos con personas en todo el mundo. Más allá de que en este programa no estamos invirtiendo en el público general, sino en la cima del iceberg. Así como en una tnuá están los madrijim, janijim y hanala. Los más importantes son madrijim, siempre. Porque si no hay madrijim no hay nada. Hay que invertir en ellos. Esto es lo que hacemos nosotros, estamos invirtiendo en los líderes, porque ellos son quiénes van a generar proyectos invertir en seguidores solo genera más seguidores. Los líderes son los que van a llevar adelante todo. En cuanto a los graduados de la academia, en van a llevar sobre sus hombros el futuro de nuestro pueblo. Para ese entonces va a haber muchos en todo el planeta, no solo que son especiales, sino que también tienen gente con quien trabajar, que son graduados de la academia, dentro de su comunidad y también a nivel mundial. Todos juntos asegurándonos de que siempre Israel sea el centro, pero como pueblo podamos avanzar y no como una comunidad específica. Las comunidades judías son como barquitos en el puerto. Arreglás uno mientras otro se está hundiendo. Yo no estoy pensando en cómo fortalecer un barquito, yo estoy pensando en cómo subir la marea. Porque si la marea sube, todos los barcos suben. Para subir la marea hay que trabajar en todos por igual.