Itongadol.- Hace un año, Ximena Dolgonos hizo aliá de la mano del Keren Leyedidut junto a su marido, sus cuatro hijos y su madre. En una entrevista con ItonGadol, compartió cómo fue su experiencia durante ese tiempo y cómo es la nueva vida que llevan en Rishon LeZion. “No siento que haya llegado a un lugar extraño. Es como si, de alguna manera, siempre hubiera estado acá”, expresó.
-¿Cómo estás luego de un año de esta aliá de la que participó tu familia? ¿Dónde están ubicados ustedes?
-Cuando pensamos que pasó un año, nos damos cuenta de que pasaron tantas cosas que no lo podemos creer. Nosotros estamos en Rishon LeZion.
-¿Cómo fue el aterrizaje de la familia?
-Cuando llegamos, en esa época, tuvimos que hacer el aislamiento (por la pandemia) en una casa, que nos consiguió mi prima, con mi madre. Mientras, mi marido e hijos estuvieron en Tel Aviv como se solía hacer. Mi madre no podía estar allí por la edad. Una semana después, nos juntamos todos en Rishon y empezamos nuestra vida en un departamento que se alquila por catorce días, en nuestro caso, para poder realizar todos los trámites y buscar en esos días tu departamento definitivo.
-¿Quién los recibió en Rishon?
-Una mujer que trabaja para el municipio y recibe a los olim que llegan a Rishon. Si vos querés venir a Rishon, te ponés en contacto con ella, un tiempo antes reservas el departamento, ella te ayuda con los trámites. Lo primero que hicimos fue ir a sacar el documento al Ministerio del Interior, después al Ministerio de Aliá a hacer los trámites para poder recibir la canasta de absorción. Tenés que abrir cuenta en el banco, ir a la obra social para habilitarla.
-En esa instancia, ¿tuvieron ayuda o sugerencia para poder hacer todos estos trámites?
-Hay mucha ayuda por parte del Keren Leyedidut en el sentido de que hacen zooms y reuniones para explicarte todos los pasos y si vos necesitás algo, los llamás y siempre están presentes, al igual que la gente de la Agencia Judía. Cuando nos mudamos, por ejemplo, nos faltaban algunas cosas y el Keren nos ayudó con un ropero, una cama, cosas que necesitábamos. El primer tiempo te acompañan en cada paso.
-¿Volverías a llevar la misma cantidad de valijas? ¿Volverías a hacer exactamente lo mismo sobre el traslado?
-La aliá de cada uno es personal. Lo que me pasó a mí no es lo mismo que lo que le pueda pasar a otra persona. Pero cuando llegamos, un grupo de amigas nos consiguió tantas cosas que hoy en día después de un año, tengo cajas todavía sin desarmar que no sé qué tienen adentro. Por eso traería menos cosas.
-Más que nada, hubo que dedicarle tiempo a los trámites y conseguir un departamento para alquilar.
-Sí, eso lleva mucho tiempo porque a cada lugar podés ir un día, ya que en general es a la mañana, entonces, vas a la mañana a un lugar y otra mañana a otro, y por eso es algo que lleva varios días. Al menos en Rishon el departamento es por catorce días y al final de la segunda semana, tenés que mudarte a tu departamento, para eso ya necesitas tener la cuenta en el banco, la chequera para pagar el alquiler y demás cosas.
-¿Qué pasa con el alquiler que adoptan ustedes de forma privada y personal, siguen contando con ayuda por ser olim?
-Durante los primeros meses tenés la canasta de absorción, que eso te ayuda. Y después de los seis meses, empezás a recibir la ayuda para el alquiler, que es un monto menor, pero que es una ayuda para completar los pagos.
-Te observé en las redes sociales cocinando junto a tu esposo, ¿pudieron conseguir trabajo en este año?
-Mi marido y mi hijo, el más grande, empezaron el ulpán. Mi marido lo hizo tres meses y después empezó a trabajar en un restaurante acá en Rishon. Y después se fue a trabajar, dónde todavía está, en un Hotel de Tel Aviv, en la cocina. Está muy contento. En enero va a cumplir un año trabajando ahí. Y yo por mi parte no hice ulpán, porque era profesora de hebreo en el colegio, entonces me las arreglé de alguna manera, y empecé a trabajar directamente. Primero cuidé chicos, luego trabajé en un jardín de infantes, también estuve dos semanas en el Hilton de Tel Aviv como pastelera, pero me fui y volví a cuidar chicos para el verano. Ahora estoy trabajando en un colegio municipal de educación especial.
-¿Es difícil conseguir trabajo en Israel? ¿Hay posibilidades laborales de distinta índole hasta que uno encuentra la que más le gusta, en base a sus capacidades?
-Trabajo hay. Quizás al principio hay que tener claro que hay que acomodarse a lo que aparezca, porque uno capaz pretende ser algo que no es posible de entrada. Trabajo, al menos en nuestra experiencia, encontramos. Llegamos y apenas me mudé de departamento empecé a trabajar. Mi marido también, apenas buscó, consiguió. Luego cambió de trabajo, incluso le ofrecieron otro.
Mi marido había estudiado bastante hebreo en Argentina, y eso lo ayudó para conseguir trabajo rápidamente. Él se preocupó de saber, no te digo todo, pero sí de poder entender. Estudió y eso le permitió tener trabajo antes de terminar el ulpán. En el ulpán se aprende el idioma de los libros, y cuando salís a la calle aprendés el hebreo de la sociedad. Y ahí seguís aprendiendo, algo que también me pasa a mí. Todos los días se sigue aprendiendo, a medida que también se aprende el idioma de tu trabajo, especialmente términos y ciertas particularidades.
-Con ese dinero, más la ayuda que tienen, ¿pueden pagar el alquiler y llevar una vida sin que les falte nada?
-Sí, nosotros sí. Tenemos los dos sueldos y además mi mamá tiene por otro lado su jubilación. No te voy a decir que tiramos manteca al techo, pero estamos bien. Estamos re contentos y no nos falta nada. Además, con las tortas que me viste cocinar, que es porque nosotros teníamos negocio de repostería en Argentina, y ahora empezamos acá, desde casa, a hacer lo mismo que hacíamos allá. Eso como algo extra al trabajo de cada uno, para sumar algo más.
-¿Siguen en contacto con las demás personas que hicieron aliá con ustedes?
-Con algunos sí y con otros no. También fuimos generando vínculos nuevos, por ejemplo con otros olim que llevan más tiempo en Israel.
-¿Tuvieron la experiencia de conocer a nuevos olim que llegaron después de ustedes?
-Sí. Hay una chica con la que estábamos en contacto mientras estaba en Argentina y llegó hace poco. Incluso tengo amigas que van a llegar el año que viene también. Algunas de las que llegaron lo hicieron en la misma situación que la nuestra, y fueron a un departamento acá en Rishon y ahora se están por mudar. Muchísima gente llegó después de nosotros, y en particular a Rishon también muchos olim.
-¿Qué tipo de ciudad es Rishon LeZion?
-A mí me encanta. Me hace acordar mucho a Córdoba, porque es una ciudad que está dentro de todo en el centro pero no es el centro en sí y tampoco es muy ruidosa. Es parecida a Córdoba en ese sentido. Rishon tiene una playa que es divina. Mi marido trabaja en Tel Aviv y como está cerca va y viene todos los días sin problema. Estamos muy contentos con la elección.
-El próximo año el Estado de Israel cumple 75 años, por lo que van a vivir un Día de la Independencia muy importante. ¿Qué significa para ustedes haber decidido ir a vivir a Israel y hoy en día ser parte de la sociedad y poder festejar una fecha como esta?
-No siento que haya llegado a un lugar extraño. Es como si de alguna manera siempre estuve acá. Lógicamente que uno se va adaptando de a poco, pero la sensación que tenemos es como si siempre hubiésemos estado acá, no sentimos que estamos en un lugar nuevo o desconocido. El sentimiento es diferente, es algo raro y difícil de explicar con palabras, pero esa es la sensación, que siempre estuvimos acá.
A fin de año de hecho mi hijo más grande entra al ejército. A mi otro hijo también lo llamaron pero tiene que terminar el secundario. Por un lado siento una emoción muy grande y por otro mucha ansiedad, porque es algo nuevo que uno no tiene en la cabeza. Son muchos sentimientos juntos.