Itongadol.- Con el propósito de desarrollar actividades conjuntas con destacadas instituciones de Israel, la Sociedad Hebraica organizó junto con la Universidad Ben Gurion del Neguev y la Asociación Amigos de la Universidad en Argentina, un recorrido por la casa de David Ben Gurion.
Hombre visionario como pocos, David Ben Gurion entendió que el futuro de Israel podía provenir del Neguev, que solamente desarrollando el Neguev Israel podría ser un país próspero. La presencia de la Universidad Ben Gurion en el corazón del Neguev junto con la ciudad de Beer Sheva conforman en la actualidad un centro a nivel mundial de investigación y desarrollo de alcances tecnológicos sin precedentes.
Desde hace muchos años la Universidad viene siendo un catalizador para el desarrollo de la zona, sirve de intermediaria entre la educación superior, la sociedad, el estado y la industria y al mismo tiempo es fundamental para la cooperación constructiva de paz con los países de la región. Cuando hace 30 años, Binyamin Netanyahu declaró a Beer Sheva la capital cibernética de Israel, muchos sintieron que ya habían oído eso antes. Y es que el propio Ben Gurion ya había entendido, mucho antes de la creación del Estado de Israel, que el Neguev podía ser una inagotable fuente de recursos.
El recorrido por la casa de Ben Gurion estuvo a cargo de Einav Melamed Donietz, licenciada en Estudios del Estado de Israel (UBG) y master en Sociología de la Educación (UHJ). La charla fue coordinada por Mauro Enbe, director ejecutivo del CIMO (Centro de Investigación de Israel y Medio Oriente). Einav, ella misma residente del Neguev, comenzó explicando que ya en 1919 Ben Gurion comprendió que un territorio tan extenso y al mismo tiempo tan despoblado como era el Neguev en ese momento, sería sumamente importante para la existencia y el desarrollo del futuro estado. “Todo Israel tiene 18 millones de duman y el Neguev tiene 12 millones” decía Ben Gurion destacando las ventajas territoriales y las riquezas que el Neguev podía proporcionar: energía solar, mares cercanos posibles de ser desalinizados, minerales, territorio para prácticas militares, etc.
La Casa del Desierto, como se conoce a la casa de Pola y David en Sde Boker, es una casa sencilla de yeso, una de las primeras tecnologías que los jóvenes del kibutz empezaron a desarrollar para la construcción de casas resistentes en zonas desérticas. En 1953, a los 67 años Ben Gurion se mudó al Neguev después de haber sido Primer Ministro y haber tenido otros cargos públicos importantes. Decidió instalarse en el desierto sabiendo que – o justamente por eso – ya había allí un pequeño grupo de jóvenes pioneros que se proponían poblar la región sur de Israel. Eso es lo que motivó a Ben Gurion, su espíritu jalutziano, su espíritu pionero. Por eso había hecho aliá ya en 1906, para consumar su ideal sionista y jalutziano, para transformar la realidad, para hacer realidad un sueño milenario.
En la entrada de la casa se puede leer una declaración de Ben Gurion en la que expresa su deseo de que la casa permanezca abierta para ser visitada y cómo él quiso, la casa quedó tal cual como la dejó cuando falleció en 1973.
La sala de trabajo y biblioteca es tal vez el ambiente más atractivo de la casa. Es sabido que la biblioteca principal de Ben Gurion estaba en su casa de Tel Aviv con cerca de 20.000 ejemplares. La biblioteca de Sde Boker, cuenta con unos 5.000 libros aproximadamente, de temas diversos, de filosofía, historia, fuentes judías y en distintos idiomas. Le interesaba leer las obras en el idioma original. Aprendió español para poder leer el Quijote. En el desierto, no solo se dedicó a la lectura, también escribió sus memorias que en definitiva eran la historia de su tiempo, él mismo era historia viva. En un estante, hay una escultura que representa a Moisés, seguramente una figura inspiradora para David. Moisés, el líder del pueblo judío que no logró entrar a la Tierra Prometida, aquella tierra en la que 3.500 años después Ben Gurion declararía la independencia.
David y Pola estaban felizmente casados, sin embargo sus habitaciones en la casa de Sde Boker estaban separadas, cada una con su baño. Era una costumbre habitual en aquella época pero se entiende que Pola lo haya preferido así, puesto que David dormía pocas horas y leía mucho durante la noche. La habitación de Pola tiene su propia sala de estar, ella necesitaba su lugar más privado para recibir a la familia, a sus compañeras. Pocos adornos, muchas fotografías familiares y dibujos de los nietos.
En la habitación de David, más pequeña, hay una veintena de libros sobre su mesa de noche. Se conserva en el armario su ropa color caqui, sus trajes de colores clásicos, ropa sencilla, mucha de ella numerada para la lavandería del kibutz. Llama la atención dentro de su cuarto, un cuadro de otro gran líder, su contemporáneo Mahatma Gandhi, el hombre que Ben Gurion eligió ver cada mañana al empezar el día.
La sala principal está llena de obsequios que recibió durante su vida fruto de su actividad pública. Una placa que dice “Hermanos de armas” de las familias drusas que perdieron a sus hijos en las guerras de Israel, una singular janukiá de Ort Israel, un gran globo terráqueo. En una de las paredes de la sala, un mapa de Israel, en otra, sorprendentemente, un televisor. A Ben Gurion no le gustaba nada la televisión, la consideraba perjudicial para los jóvenes, pero habrá sido un buen medio de comunicación allí, en medio del desierto.
Definitivamente, David Ben Gurion fue un extraordinario líder y un gran visionario que entendió que lo que él estaba proponiendo, iba a contribuir y a dar sus frutos 50 años después. Ya había impulsado la creación de instituciones fundamentales para la organización del país. El Neguev era una nueva apuesta al futuro, una apuesta para la consolidación económica, estratégica, tecnológica y científica de Israel.
Como enseña el Pirkei Avot, “no estamos obligados a terminar la tarea, pero sí a empezarla”. Ben Gurion la comenzó, en su tiempo, en su generación. Más de 50 años después, otros la continúan.
Estuvieron presentes en el evento, Alejandro Grinberg, representante de la Universidad Ben Gurion para América Latina, España y Portugal; y la Sra. Nava Rubenzadeh, Presidenta de la Asociación Amigos de la Universidad Ben Gurion en Argentina.