Por Raymond Ibrahim (PJ Media)*
Un inmigrante musulmán de 37 años en Roma fue recientemente arrestado por intento de homicidio luego de apuñalar a un cristiano en la garganta por llevar puesto un crucifijo alrededor de su cuello. El “odio religioso” es citado como “factor agravante” en el crimen cometido.
Imagen: La portada de la edición No. 15 de la revista del Estado Islámico, Dabiq.
Este no es, para nada, el primer crimen de “odio religioso” que ocurre dentro del contexto de la lucha contra la cruz en Italia. Otros casos,
Un chico musulmán de origen africano atacó, insultó y eventualmente golpeó a una chica de 12 años en la escuela porque ella también llevaba puesto un crucifijo.
Un inmigrante musulmán invadió una antigua iglesia en Venecia y atacó su gran cruz de 300 años de antigüedad, quebrándole uno de sus brazos, mientras gritaba a todo pulmón: “¡Todo lo que existe en una iglesia es falso!”
Luego que un crucifijo fue destruido muy cerca de una muy poblada mezquita, el alcalde del área habló acerca de la identidad de (aquellos) culpables de cometer el ataque: “Antes de presentar nuestra unidad con los musulmanes, hagamos que estos comiencen a respetar nuestra civilización y nuestra cultura”.
El hecho es, la hostilidad islámica hacia la cruz es un fenómeno inquebrantable y absoluto – que atraviesa continentes y siglos; uno altamente indicativo de la innata hostilidad del Islam hacia el cristianismo.
La hostilidad islámica hacia la cruz es un fenómeno inquebrantable
Para aquellos que se inician en el tema, la cruz no solo es el símbolo por excelencia del cristianismo – para todas sus denominaciones, incluyendo la mayoría de formas de protestantismo iconoclasta – sino que simboliza los desacuerdos fundamentales entre cristianos y musulmanes. Tal como lo explica el profesor Sidney Griffith, “La cruz y los íconos declararon públicamente esos mismos puntos de la fe cristiana que el Corán, en su visión musulmana, negó explícitamente: de que Cristo era el Hijo de Dios y de que murió en la cruz”. Consecuentemente, “la práctica cristiana de venerar a la cruz… despertó a menudo el odio de los musulmanes”, por lo que desde el comienzo de las conquistas musulmanas sobre las tierras cristianas hubo una continua campaña para borrar los símbolos públicos del cristianismo, especialmente los anteriores signos omnipresentes de la cruz”.
Esta “campaña” se remonta al Profeta musulmán Mahoma. Según se informa, este “poseía tal repugnancia a la forma de la cruz que rompió todo lo que traía a su hogar con la figura de la cruz”, un historiador escribió (Espada y cimitarra, p. 10). Mahoma también afirmó que al final de los tiempos, Jesús (el propio musulmán ‘Isa) haría énfasis en “romper la cruz”.
Los clérigos musulmanes modernos confirman tal hecho. Cuando se les preguntó sobre la decisión en el Islam de si a una persona, en este caso, cristianos, se le permite llevar puesto y orar ante la cruz, el Jeque Abdul Aziz Al-Tarifi, experto saudita en leyes islámicas dijo: “Bajo ninguna circunstancia se le permite a un ser humano” llevar puesta la cruz “ni a nadie se le permite orar ante la cruz”. ¿Por qué? “Porque el Profeta, paz y bendiciones a él, ordenó que se rompiera [la cruz]”.
La historia islámica es un reflejo de todos estos sentimientos. Por ejemplo, el antes mencionado Jeque Al-Tarifi también explicó que si es demasiado difícil hacer trizas la cruz, por ejemplo, una gran estatua de concreto, los musulmanes deberían al menos intentar desfigurar uno de sus cuatro brazos “para que no se asemeje más a una cruz”. Evidencias históricas y numismáticas confirman que, después de que el califato de los omeya se apoderó del tesoro bizantino a finales del siglo séptimo, este ordenó que uno o dos brazos de la cruz en las monedas fuesen borradas para que la imagen ya no se viera como un crucifijo (Espada y cimitarra, p. 54).
Los testimonios de las primeras invasiones en la Siria cristiana y en el Egipto de los musulmanes destruyen sistemáticamente cada crucifijo que encuentran a su alrededor. Según Anastasio del Sinaí, quien vivió durante las conquistas árabes del siglo séptimo, “los demonios nombran a los sarracenos [árabes/musulmanes] como sus compañeros. Y es con razón. Estos últimos son quizás incluso peores que los demonios”, ya que “los demonios frecuentemente le temen mucho a los misterios de Cristo”, entre los cuales menciona la cruz, “estos demonios de carne pisotean todo lo que encuentran bajo sus pies, se mofan de ello, lo incendian, lo destruyen” (Espada y cimitarra, pág. 27).
En recordatorio al reciente dibujo de una cruz en materia fecal en una iglesia francesa, en 1147 en Portugal, los musulmanes mostraron “con gran burla el símbolo de la cruz. Escupieron sobre esta y se limpiaron las heces de sus partes traseras con ello”. Décadas antes en Jerusalén, los musulmanes “escupieron [sobre los crucifijos] ni tampoco se abstuvieron de orinar sobre estos ante la vista de todos”. Incluso ese supuestamente “magnánimo” sultán Saladino, ordenó “quienquiera que vea que el exterior de una iglesia esté pintado de blanco, cúbranlo con lodo negro” y ordenó “la remoción de cada cruz desde lo más alto de la cúpula de cada iglesia en las provincias de Egipto “(Espada y cimitarra, pp. 171, 145, 162).
Para que la hostilidad por parte de los musulmanes ante la cruz todavía se vea más aberrante, limitado a algún dicho oscuro de Mahoma o de “historia antigua” – debajo se puede ver una lista parcial de ejemplos de cómo el crucifijo continúa haciendo que incluso musulmanes “comunes del hoy día” se tornen violentos:
Egipto: Una joven cristiana copta llamada María fue asesinada cuando su cruz la identificó como cristiana ante manifestantes de la Hermandad Musulmana. Del mismo modo Ayman, un estudiante copto de 17 años, fue estrangulado y golpeado hasta morir por su maestro musulmán y sus compañeros de estudios por negarse a obedecer las órdenes del maestro de cubrir su cruz.
Pakistán: Cuando un musulmán vio a Julie Aftab, una mujer cristiana, que llevaba puesta una cruz alrededor de su cuello, este la atacó, le echó ácido de batería en la garganta e hizo que le salpicara en la cara, dañándole permanentemente el esófago, cegándola de un ojo y causando que pierda ambos párpados y la mayoría de sus dientes.
Turquía: Un chico de 12 años en Turquía que llevaba puesto un collar de plata en clase fue escupido y golpeado regularmente por sus compañeros y maestros musulmanes.
Malasia: Un cementerio cristiano fue atacado y profanado en medio de la noche por desconocidos en la nación de mayoría musulmana. Varias cruces fueron destruidas, incluyendo el uso de “una herramienta pesada para realizar el daño”. Otro hecho separado, una turba musulmana se amotinó contra una pequeña iglesia protestante debido a la cruz visible en la cima del edificio de culto. Este fue rápidamente eliminado.
Maldivas: las autoridades tuvieron que rescatar a una maestra cristiana luego que “padres musulmanes” amenazaron con atarla y arrastrarla fuera de la isla” por “predicar el cristianismo”. Su delito fue dibujar una brújula, que fue tomada por error por una cruz – como parte de una lección de geografía en clase.
A medida que la presencia del Islam continúa creciendo en Europa, los ataques a las cruces también van en aumento
A medida que la presencia del Islam continúa creciendo en Europa, no debería sorprendernos que los ataques a las cruces también se incrementen. Aparte de los ataques antes mencionados en Italia, lo siguiente ocurrió en Francia y Alemania, donde los ataques a iglesias y a las cruces se han vuelto endémicos:
Un musulmán cometió grandes actos de vandalismo en dos iglesias, incluso torciendo una cruz de bronce maciza. (Pulse aquí para ver las imágenes).
Las cruces cristianas junto a las lápidas en un cementerio fueron dañadas y profanadas por un musulmán (vea su labor).
Un musulmán que se internó en un hospital para recibir tratamiento repentinamente se puso frenético porque había “demasiadas cruces en la pared”. Este llamó a la enfermera “perra” y “fascista” y se tornó físicamente agresivo.
Luego que a los musulmanes se les otorgó su propia sección en un cementerio y luego de que se les permitiera realizar ceremonias islámicas, estos mismos musulmanes comenzaron a exigir que se retiren o se cubran los símbolos y cruces cristianas en el cementerio durante los funerales islámicos.
Un informe en alemán señala que solo en los Alpes y en Baviera, unas 200 iglesias fueron atacadas y muchas cruces fueron destruidas: “Los perpetradores son a menudo jóvenes alborotadores con antecedentes de inmigración”.
Ante lo anterior, no nos debe sorprender que grupos tales como el Estado Islámico también hacen referencias hostiles ante la cruz en sus comunicados hacia Occidente: “Conquistaremos su Roma, quebraremos sus cruces y esclavizaremos a sus mujeres, con el permiso de Alá… [Implantaremos] el temor en los corazones de los adoradores de la cruz”.
El Estado Islámico incluso una vez difundió un video que muestra a sus miembros haciendo trizas cruces dentro y sobre varias iglesias en los territorios bajo su dominio (desde que fue retirado por YouTube); el grupo decapitó y apuñaló a un hombre con su propio crucifijo y publicó fotografías de sus miembros destruyendo cruces cristianas y lápidas en cementerios que están bajo su jurisdicción.
De manera similar, posterior a la “Primavera Árabe” en Libia, apareció en Internet un video de una turba musulmana atacando un cementerio del Commonwealth cercano a Benghazi. Mientras los musulmanes pateaban y destruían las lápidas junto a las cruces, el hombre que les grababa les instó a “¡hacer trizas la cruz de los perros!” mientras él y otros gritaban a todo pulmón “¡Allahu akbar!” hacia el final de la filmación, la turba se congregó alrededor de la enorme Cruz del Sacrificio, el monumento lapidario del cementerio y comenzaron a golpearlo a martillazos, junto a más gritos de “Allahu akbar”. Otros cementerios cristianos en Libia han sufrido de manera similar.
En Irak, surgieron imágenes de un cementerio cristiano que fue vandalizado por el Estado Islámico. Se ven cruces rotas y dispersas. En una fotografía los yihadistas penetraron en un ataúd, desprendieron la cabeza del cadáver marchito y arrojaron al suelo los crucifijos a su alrededor.
Tal es la historia y continuidad del odio islámico por la cruz – ese símbolo que representa el corazón de la fe cristiana, es decir, la muerte y resurrección de Cristo, dos eventos que el Islam niega fervorosamente.
El yihad a la cruz comenzó con Mahoma, fue llevado a cabo por los primeros califas y continúa hasta el día de hoy a manos de los yihadistas del mundo, por no mencionar al ocasional musulmán “de todos los días”.
*Raymond Ibrahim es miembro de Foro Judith Friedman Rosen en el Medio Oriente.