Inicio COMUNIDAD EN ACCION Fundación León: “Somos el ejemplo de cómo un programa que nace en Israel se puede aplicar en cualquier país del mundo”

Fundación León: “Somos el ejemplo de cómo un programa que nace en Israel se puede aplicar en cualquier país del mundo”

Por M S
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Itongadol.- La Fundación León es una organización que trabaja para conectar comunidades y erradicar todas las formas de pobreza en Tucumán. Federico Díaz Marino, el director de Programas de la organización, dialogó con ItonGadol en el marco de su viaje a Israel: “Creo que desde una ciudad tan chica del norte argentino estamos llevando nuestro mensaje al mundo, mostrando todo lo que estamos haciendo y compartiéndolo con otros países”.

‘‘Todos nuestros programas están enmarcados en lo que es el Pacto Global, de los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas. A partir de allí y después con la pandemia, entendimos que trabajamos en un mundo totalmente globalizado, que es una misma casa y que tenemos que empezar a replicar y trabajar en conjunto con países que pueden estar lejos o cerca, para mejorar nuestra metodología, nuestra forma de abordaje, de acompañamiento ante las comunidades vulnerables. Eso lo que nos motivó a acercarnos a Israel nuevamente’’, agregó Díaz Marino.

Además, destacó el éxito de ‘Aprendiendo en casa, Hippy’, un programa que busca, a través de un tutor, acompañar a los padres durante 10 meses, para que todos los días puedan tener un momento de encuentro con sus hijos.

¿En qué punto se encuentra la Fundación León y cómo relacionaste tu último viaje a Israel con la actividad de la organización?

La Fundación León trabaja desde hace 18 años con gran esfuerzo para reducir las desigualdades, principalmente en la ciudad de Tucumán, y después fue ampliándose para las zonas rurales. Hoy está en cuatro localidades y trabaja con comunidades originarias. La Fundación tiene una característica particular, que es no trabajar sola, trabaja con otros y con diferentes organizaciones, no solo del país sino también del mundo. Aplicamos siete programas en busca de la reducción de las desigualdades, entendiendo el ciclo vital de toda persona, comenzando con un programa que es la temprana infancia y terminando con adultos mayores. Entre esos dos programas, abarcamos toda la vida humana y a todas las edades.

¿Cómo se relaciona la provincia de Tucumán con vuestro programa en el Estado de Israel?

A Israel me lleva, justamente, el primer programa que nosotros estamos implementando, que se llama ‘Aprendiendo en casa Hippy’. Es un programa que lo implementamos en Tucumán, a través de una alianza que tenemos con AMIA, que lo aplica en toda la Argentina y particularmente, a través de la alianza, con Fundación León lo implementamos en Tucumán. Este programa nace en los años ’60, en el Departamento de Innovación educativa de la Universidad Hebrea de Jerusalem, y a partir de ahí tiene un éxito increíble. En Israel nace trabajando con las poblaciones migrantes, se comienza a aplicar en algunos países, en Estados Unidos, por ejemplo, está en 20 estados, y hoy está en 20 países, y orgullosamente está en el nuestro, y en Tucumán principalmente.

¿En qué consiste el programa?

El programa lo que busca es, a través de un Tutor, acompañar a los padres durante 10 meses, para que los padres todos los días puedan tener un momento de encuentro con sus hijos. Y en la edad de 2, 3 y 4 años, ejercer lo que llamamos la educación no formal y estimular tanto la lectoescritura y la motricidad fina y gruesa a través del juego de roles. Esta es la clave y funciona en Argentina, gracias a que a través del cuerpo los padres se pueden vincular con sus hijos, y no es necesario que los padres hayan tenido un nivel socioeducativo alto o hayan concluido la escuela secundaria. Este programa nosotros lo implementamos con comunidades vulnerables, con personas que están en situación de pobreza y la evidencia es que a lo largo de más de 50 años que tiene el programa, hemos comprobado que quien ha pasado por el programa Hippy durante 10 meses a la edad de 2, 3 y 4 años, asegura que su desarrollo ulterior, durante la primaria y la secundaria, ya en la educación obligatoria, sea mucho mejor. Lo que intentamos con este programa es dar herramientas a estas comunidades para su desarrollo, tanto al niño como a los padres. El programa es un trabajo que inicia con los padres y después se replica en todo el hogar.

¿Hace cuánto lo están implementando ustedes como Fundación? ¿Es este programa el que te vinculó con este viaje?

El programa lo estamos implementando hace 2 años, a partir de la alianza que tenemos con AMIA, aproximadamente cubriendo 150 familias por año, entre 4 y 5 comunidades, y esto nos vincula con Israel a la organización, pero el viaje tuvo como dos vinculaciones, una ir a conocer más sobre el programa Hippy y estar en el lugar donde todo se originó, y por el otro lado mantener diferentes tipos de reuniones con organizaciones israelíes que trabajan o con poblaciones parecidas. Al principio yo te decía que la Fundación León no sabe trabajar si no es con otros, nosotros hoy en Tucumán tenemos un convenio con AMIA, con Tzedaká, con Keren Kayemet, y trabajamos diferentes temas con ellos; y también había una vinculación originaria con esto. Si bien la organización es apolítica y areligiosa, tiene un origen en filántropos judíos que la forman y hay ahí cierta conexión.

¿Cuál fue el disparador de esto, cómo nace?

Desde hace 4 años, todos nuestros programas están enmarcados en lo que es el Pacto Global, de los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas. A partir de allí entendimos la necesidad, y después con la pandemia, de entender que trabajamos en un mundo totalmente globalizado, que es una misma casa y que tenemos que empezar a replicar y trabajar en conjunto con países que pueden estar lejos, cerca, para mejorar nuestra metodología, nuestra forma de abordaje, de acompañamiento ante las comunidades vulnerables. Y es eso lo que nos motivó a acercarnos a Israel nuevamente, conocer sobre este programa Hippy, pero también visitar otras organizaciones para compartir también nuestra experiencia y ellos la suya, y ver qué podemos implementar en conjunto o llevar a Argentina.

¿En qué consistió tu visita a Israel?

Me gustaría agradecer al Director Ejecutivo de la Fundación y a todo el equipo que me acompañó en esta misión. Por un lado pude participar de lo que fue el lanzamiento de un dispositivo del programa Hippy en la ciudad de Ashkelon, conocí el equipo de trabajo y estuve con el CEO internacional de Hippy, entendiendo lo que es la dimensión de un programa que está en 20 países, y pude ver desde cerca y entender cómo un programa con una metodología totalmente estricta y buena se puede replicar a pesar de las diferencias culturales, y se pueden ver los mismos efectos y las mismas evidencias. También estuve en el lugar donde se originó el programa, y pude entender el nivel de compromiso y de aprendizaje que tiene el Departamento de Innovación Educativa de la Universidad Hebrea de Jerusalem, que también estuvo su representante, y terminar de comprender cuál es la esencia del programa. Por otro lado tuve diferentes tipos de reuniones, desde el Keren Kayemet, Yad Sarah, Maguén David, con el ex director de la Cámara de Comercio Argentino-Israelí, donde pudimos, por un lado, conocer lo que están proponiendo ellos para trabajar, y por otro lado contarles lo que nosotros estamos haciendo y ver en qué punto podemos nosotros tener algunos acuerdos e implementar algunas cosas. Si bien cada organización se ocupa de un público que nosotros tenemos, en el caso de Yad Sarah con personas con discapacidad y adultos mayores que nosotros también abordamos, y en el caso de Maguén David nos interesó muchísimo la propuesta y el modelo de voluntariado histórico que tiene, cómo pueden comprometer y generar esa masa crítica de voluntarios, que creo que en Argentina es un modelo que necesitamos implementar y entender del voluntario. En el caso del Keren Kayemet también podemos trabajar con el Departamento de Latinoamérica, que se está abordando en materia de Medio Ambiente y sustentabilidad. Estamos de hecho pensando algunas acciones para implementar en los Valles Calchaquíes, con el tema del recurso del agua y el medio ambiente. Y tratamos de entender cómo en un país del primer mundo se trabaja con los equipos, se implementan las metodologías de acompañamiento, que nosotros también implementamos, y nosotros le contamos lo que pasamos también. Hay algo que me llevo, y que me pareció muy curioso, es que tuvimos los mismos problemas y los mismos obstáculos con la pandemia, y ambos países supieron llegar siempre a los beneficiarios a través de cualquier método, como fue el WhatsApp, videollamadas, Zoom, y de hecho yo visité diversas organizaciones, como Koll Center, un gigante, donde estaban haciendo acompañamiento a personas, y me pareció muy interesante. Pude ver de cerca que la manera de ayudar y de llegar a las comunidades hoy está cambiando, la pandemia nos enseñó que virtualmente de alguna manera también podemos acompañar y generar impacto, y eso pasa tanto en Israel como en Argentina.

¿Por qué mencionaste a Ashkelon cuando hablaste de la Universidad Hebrea de Jerusalem?

Porque el dispositivo se implementa a lo largo de todo el país, y coincidía justo con la fecha en la que yo estaba. Se iniciaba el dispositivo en Ashkelon.

¿Dónde funciona el dispositivo en Ashkelon?

Este dispositivo funciona por ejemplo en jardines de infantes, en centro de primera infancia como se llaman en Argentina, comunidades, centros comunitarios, en diferentes lugares, donde se reúnen los padres y niños de 2, 3 y 4 años; y en Israel el modelo es a través de los municipios, entonces hasta puede ser en un lugar que dependa del municipio.

¿Cuánto le aporta vuestro trabajo a la provincia de Tucumán?

Aporta muchísimo, de hecho tuvimos un acompañamiento de la Secretaría de Relaciones Internacionales de la provincia, que forma parte del gobierno de Tucumán. Nosotros venimos trabajando con ellos, y creo que desde una ciudad tan chica del norte argentino estamos llevando nuestro mensaje al mundo, mostrando todo lo que estamos haciendo y compartiéndolo con otros países. Por un lado posicionar y visibilizar a Tucumán, y por otro lado sin duda alguna que esto va a poder ayudar y también darles visibilidad a las comunidades con las que estamos trabajando, para que pueda haber un mayor crecimiento y también se puedan generar nuevas oportunidades. Por ejemplo, una de las reuniones fue con la Organización Sionista Mundial, y pudimos trabajar y contar lo que estamos haciendo con los jóvenes y pensar de qué manera podemos potenciar a todos los jóvenes que tenemos en el programa, desde el lado de la innovación tecnológica con Israel. Creo que son reuniones que nos generaron todo el tiempo apertura de nuevos canales para pensar. Yo hablo siempre de que la movilidad social en las comunidades vulnerables es posible, y es posible también hacerlo en grande, no quedarnos en que tal vez sólo puede suceder dentro de Tucumán, sino que también le podamos dar posibilidades con cara al mundo, y creo que este viaje de eso se trató, de pensar programáticamente como generar eso a otra escala, pero también de poder dar el mensaje de lo que estamos haciendo desde Tucumán.

¿Habrá segundo viaje a Israel? ¿Qué te estás llevando concretamente a la provincia?

Nos estamos llevando diferentes tipos de capacitaciones, que por ejemplo va a dar Maguén David, algunos proyectos que queremos implementar con Keren Kayemet, algunos modelos de metodología de acompañamiento que está realizando Yad Sarah, y sobre todo para seguir repensando el modelo de voluntariado y de acompañamiento en Tucumán. Seguramente habrá más posibilidades de encuentro con Israel, no sé de qué manera porque hoy no es necesario un viaje, sino que desde la virtualidad seguiremos conectados, y el desafío ahora es también involucrar a las comunidades en este vínculo y darles otras posibilidades.

¿Qué considerás importante destacar de este viaje?

A mí lo que me gustaría recalcar todo el tiempo es que fue un intercambio, primero para entender los equipos de trabajo en Israel, los programas y después las metodologías de acompañamiento. Eso lo que nos traemos a la Argentina, y por otro lado contar lo que nosotros hacemos desde Argentina, y nuestro vínculo, y esta esencia de que hay que trabajar con otros permanentemente, como lo hacemos en Argentina. Así que creo que sería bueno mencionar que nosotros levantamos programas con AMIA y Tzedaká.

¿Cómo es la recepción de los padres y las familias de los beneficiarios?

Creo que Hippy es el ejemplo de cómo se puede transpolar un programa que nace en un Estado judío, y se puede presentar en cualquier país del mundo, y cualquier tipo de cultura, y también el mensaje de cómo a través de AMIA se puede llegar a muchas otras comunidades que no son judías, y que hoy en Argentina se necesita del trabajo y el acompañamiento. La recepción de los padres es espectacular. Nosotros a lo largo de los 10 meses vemos como los padres primero rompen el prejuicio de que si no habían terminado la escuela secundaria no podían enseñarle algo a sus hijos a nivel educativo, y se dan cuenta de qué a través del juego, de los libros y los cuadernillos que nosotros les damos pueden aprender y acompañar el desarrollo de su hijo, y algo muy lindo que deja el programa es que deja a los libros en las casas, nosotros les damos diferentes tipos de libros que trabajan de lectura los alumnos a los 3 meses. Yo siempre digo que cuando hay un libro en un hogar de ingreso socioeconómico bajo, vulnerable, empieza a haber esperanza de que hay otro tipo de posibilidades.

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