Itongadol.- Hay una buena noticia para celebrar: el Museo del Holocausto reabre sus puertas y así la sociedad argentina dispone hoy nuevamente de una joya que le permite avanzar en su construcción por la inclusión, el respeto y fundamentalmente por su pacificación.
El Museo del Holocausto, que celebra sus 26 años de vida, es la concreción de una decisión tomada hace 81 años, cuando ocurrió la Noche de los Cristales Rotos, el 9 de noviembre de 1938, el primer progrom organizado por el nazismo y que marcó el inicio de la tragedia que representa hasta hoy la Shoá, el Holocausto.
Ese día, ante la muerte, la humillación, la profanación y el dolor único, inmenso e indescriptible, el pueblo judío, víctima, testigo y sobreviviente, incorporó el undécimo mandamiento: no olvidar, no callar, no perdonar.
El Museo del Holocausto, por sobre todas las cosas, educa. Ahora, gracias al trabajo colosal de un equipo magnífico compuesto de liderazgo voluntario y alto profesionalismo lo hará con la mejor tecnología y las propuestas pedagógicas y didácticas que corresponden a nuestro tiempo y exigen los más jóvenes.
El Museo del Holocausto cuenta, da testimonio, explica lo inexplicable, señala, acusa, molesta. El Museo del Holocausto, como sus pares en el mundo, confrontan a los Estados por su perversión, su complicidad y su silencio en el pasado y su olvido en el presente.
Aquí tambien. La indeferencia Argentina teñida en muchos casos concretos de complicidad, ayudó en la consumación de la tragedia. Muchas vidas se hubieran salvado, muchas buscaron refugio aquí y fueron rechazadas oficialmente. La Circular 11 del 12 de junio de 1938 dictada por la Cancillería argentina, fue la herramienta de aquel Gobierno y estuvo vigente durante toda la Segunda Guerra Mundial.
El Museo del Holocausto, en un mundo crispado, donde la violencia va ganando espacio, la división y la anulación del otro porque «es un otro» se hace moneda corriente, se torna imprescindible y su tarea urgente.
De los escritores, maestros y pensadores de la Shoá, yo elijo a Ellie Wisel, sobreviviente de aquella tragedia de nuestra historia. Su foto preside mi escritorio.
Hoy recurro a él y encuentro su discurso del 27 de enero de 1999 en la ONU en el aniversario de la liberación de Auschwitz: «El testigo judío habla del sufrimiento de su pueblo como una advertencia. Suena la alarma para evitar que se hagan estas cosas. Sabe que para los muertos es demasiado tarde; para ellos, abandonados por Dios y traicionados por la humanidad, la victoria llegó demasiado tarde. Pero no es demasiado tarde para los niños de hoy, los nuestros y los suyos. Sólo por su causa testificamos. Es por su causa que tenemos el deber de denunciar el antisemitismo, la xenofobia y el odio religioso o étnico. Los que hoy predican y practican el culto a la muerte, los que usan el terrorismo suicida, el flagelo de este nuevo siglo, deben ser juzgados y condenados por crímenes de lesa humanidad. El sufrimiento no confiere privilegios; lo que importa es lo que uno hace con el sufrimiento. Sí, el pasado está en el presente, pero el futuro está todavía en nuestras manos».
Es una buena noticia para los argentinos la reapertura del Museo del Holocausto, y su llegada era urgente, esperada, necesaria.
Por Lic. Claudio Avruj
Secretario de Derechos Humanos de la Nación
Presidente Honorario del Museo del Holocausto