Itongadol.- La rabina Graciela de Grynberg contó en una entrevista con Itón Gadol todas las actividades que la comunidad Beit Israel brinda a los judíos que viven en la zona del barrio de La Paternal y Villa del Parque, en la ciudad de Buenos Aires.
Grynberg describe su experiencia personal como líder espiritual de su comunidad. “Siento que el ser rabina es lo que tengo de ser. Para mi, más que un trabajo es una vocación”, dijo.
A continuación los tramos más importantes de la entrevista:
-IG: ¿Cómo es la sinagoga? ¿Qué actividades desarrollan?
-G.G: Beit Israel tiene más de 90 años de vida. En el año 1927 un grupo de inmigrantes judíos originarios de Europa llegados y establecidos en los barrios de Villa Sahores, La Paternal y Villa del Parque de la Ciudad de Buenos Aires, se reunieron con una idea en común, dar el primer paso en la fundación de nuestra Comunidad, dando origen a la Sociedad Torah Beis Israel. Muy distinta era la vida a la que estaban acostumbrados, pero algo tenían bien en claro: conservar sus raíces. Fue así como gracias a la entrega y las ganas hicieron suyo el lugar y volcaron esa voluntad de proseguir con la cadena de continuidad que nos caracteriza en lo que hoy es nuestra “Comunidad Beit Israel”, ubicada en la calle Juan Agustín García 2250. Físicamente hace 10 años se reformó el templo y hace 6 años el salón. Hoy tenemos una sinagoga hecha a nuevo. Tenemos actividades para todas las edades: Taller de memoria, zumba para adolescentes, hebreo, grupo de tercera edad, coro, tejido, rikudim, introducción al judaísmo, teatro, kínder, amasado de Jala, enseñamos a tocar el Shofar, a leer de la Tora, actividades con abuelos y padres de Bnei Mitzva, Ciclo cultural con disertantes en distintos temas, etc.
Acompañamos a cada festividad a través de un servicio religioso: Kabalat Shabat, Shajarit de Shabat, Pesaj, Mimona, Shavuot, Sucot, Rosh Hashana, Kipur, Slijot, Simjat Tora, 9 de av, cenas sabáticas, etc. También hacemos ceremonias de Simjat Bat, Brit Mila, Bar/Bat Mitzva, casamientos, colocamos Mezuzot para inaugurar una casa, acompañamos a las novias al Mikve (baño ritual) o a aquella persona que lo quiera hacer por alguna otra razón. realizamos ceremonias en el cementerio, acompañamos a los enfermos. Como ven, no hay momento de la vida que Beit Israel que no sea parte de algún acontecimiento.
-IG: ¿Tienen un buen minian, tanto en las fiestas como el resto del año?
-G.G: Sí, tenemos minian todos los viernes por la noche y todos los sábados por la mañana y por supuesto en todos los jaguim y fiestas menores. Los sábados por la mañana luego de la tefila, tenemos un almuerzo y un grupo de estudio de la parasha de la semana.
-I.G: ¿Se acerca gente de la zona o de dónde provienen?
-G.G: Generalmente es gente de la zona quienes se acercan a nuestros servicios y a nuestras actividades. También hijos de los fundadores que sienten su pertenencia a la comunidad, por lo tanto se casan aquí y/o hacen el Bar/Bat Mitzva de sus hijos/as o el Simjat bat o Brit Mila aquí. Ex madrijim, ex janijim, que nunca perdieron su contacto con la comunidad. También gente que está buscando un lugar de pertenencia y al conocernos lo sienten como propio.
-IG: ¿Cómo es tener una sinagoga en su barrio?
-G.G: No es una tarea fácil, ya que los judíos que originalmente vivían en el barrio se fueron mudando a otros barrios. Eso hace que haya pocos judíos en la zona. Nuestra comunidad es una comunidad de barrio. Casi todo se hace a pulmón y con donaciones de gente que quiere a la comunidad y que está comprometida con la misma. Se acercan familias a hacer su Bar/Bat mitzva o una Jupa porque les gusta la ceremonia y la calidez de la misma, porque tienen historia con la comunidad, por amigos que les cuentan lo que hacemos y como lo hacemos. Nuestra Comunidad es como una familia.
-IG: Ser rabina no es quizás lo más usual, ¿cómo lo vive usted?
-G.G: Para mí es un milagro hecho realidad. Si hubiese nacido 20 años antes, este sueño hubiese sido imposible. Hoy lo disfruto y siento que el ser rabina es lo que tengo de ser. Para mi, más que un trabajo es una vocación. Se cuenta que un anciano peregrino había alcanzado la cumbre de una elevada montaña de escarpadas laderas, por las que muy pocos se aventuraban. Un joven al verlo en la cima, le preguntó: Digame, ¿Cómo logro llegar hasta aquí? Y el anciano le respondió: mi corazón llego primero y al resto de mi le fue fácil seguirlo. Como el anciano del cuento, ser rabina estaba en mi corazón desde el día que llegué a este mundo y tal vez antes. Ser rabina es una responsabilidad, un compromiso frente a las nuevas generaciones. Un desafío que acepté y que intento llevarlo a buen puerto.