Itongadol/AJN.- En el salón auditorio de Instituto de Cultura del Centro Universitario de Estudios (CUDES) se presentó el libro “El Concilio Vaticano II y los judíos”, una obra colectiva de casi 400 páginas, compilada por los rabinos Abraham Skorka y Ariel Stofenmacher, y editada por el Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer.
La presentación estuvo a cargo de Abraham Skorka y Norberto Padilla, bajo la coordinación del director de Seminarios de CUDES, Juan Francisco Baroffio, quien además de presentar a los disertantes leyó un párrafo escrito por Jorge Luis Borges sobre la nueva relación que se desarrolló entre cristianos y judíos a partir del Concilio Vaticano II. “El libro que presentamos hoy es el fruto de la reflexión y acercamiento de los hijos de D’s. Ya no hay pérfidos a los que convertir. Hay hermanos mayores y menores, que aportan su ciencia y lo mejor de su identidad, para mostrar al mundo una faz nueva, fundada en el amor a D’s y con la esperanza puesta en el diálogo genuino”, afirmó Baroffio.
A continuación, tomó la palabra Norberto Padilla – profesor del Instituto de Cultura del Centro Universitario de Estudios (CUDES); miembro fundador del Consejo Latinoamericano de Libertad Religiosa y del Consejo Argentino para la Libertad Religiosa– quien expresó: “Dos cincuentenarios confluyen para que hoy estemos aquí: en 1962 por iniciativa de Marshall Meyer y un grupo de rabinos y dirigentes comunitarios se fundó el Seminario Rabínico Latinoamericano, que desde entonces es un centro de excelencia de formación, de servicios y diálogo, y la formación de rabinos para América Latina e incluso Estados Unidos. En el mismo año, San Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II, acontecimiento que calificó como un nuevo Pentecostés. Fallecido antes de la segunda sesión lo sucedió el beato Pablo VI, quien condujo las tres sesiones siguientes, hasta su finalización el 7 de diciembre de 1965, en esos últimos días del Concilio se aprobó la declaración ‘Nostra aetate’, cuyo punto 4º está dedicado a la relación con el judaísmo”. Padilla, además, se refirió a cómo a partir de esa declaración se modificó sustancialmente la relación existente entre la Iglesia Católica y los judíos, a quienes se discriminaba e incluso sometía a la conversión forzosa, y destacó la decisión del Seminario Rabínico Latinoamericano de dedicar un libro a la conmemoración del cincuentenario del Concilio Vaticano II.
Posteriormente Padilla efectuó una revisión del contenido de cada uno de los artículos publicados en “El Concilio Vaticano II y los judíos”.
Por su parte, el rabino Abraham Skorka -Rabino de la comunidad Bnei Tikva y rector del Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer- agradeció la presentación del libro; compartió algunas anécdotas y leyó algunos documentos epistolares que mantuvo con el fallecido cardenal Jorge María Mejía. “Este libro comenzó a gestarse por agosto del 2012. Alrededor de febrero o marzo de 2012, que era el año en que se cumplía la iniciación de las sesiones del Concilio Vaticano II, recibí un llamado del rector de la UCA, monseñor y arzobispo Fernández, donde me decía que el 11 de octubre querían hacer un acto para a recordar los 50 años de los inicios del Concilio Vaticano II y me invitaba para hablar en el acto”, contó Skorka, quien además fue homenajeado con el doctorado honoris causa. “La verdad es que quedé tremendamente impactado, me emocione”, remarcó.
Skorka también evocó que una de las preocupaciones de San Juan XXIII al convocar al Concilio Vaticano II era “recrear una nueva la relación [de la Iglesia] con los judíos”, mencionando que San Juan XXIII fue designado por Yad Vashem como Justo de las Naciones por haber salvado a una importante cantidad de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando era Nuncio Apostólico en Turquía y los Balcanes. Recordó que la misma preocupación la tenían algunos líderes judíos, entre ellos Abraham Yoshua Heschel.
Al referirse directamente a la declaración “Nostra aetate”, Skorka manifestó que el Cardenal Bea, con anterioridad a la iniciación del Concilio, había preparado un documento que modificaba la relación de la Iglesia con el judaísmo “para que quede como un documento del Concilio”. “Fue una de las primeras intenciones de este Concilio, sin embargo fue la anteúltima en ser aprobada, (y por una gran mayoría). Comenzó [su debate] en 1962 y se aprobó a fines de 1965, Pablo VI la firmó el mismo día en que se recordaba el fallecimiento de San Juan XXIII. Desde entonces pasó mucha agua bajo el puente y hubo gente que aquí, en nuestro país, se embanderó con este concepto: Monseñor Karlik, Monseñor Segura, hay toda una pléyade de gente de la Iglesia que estuvo muy comprometida, y ni que hablar de mi amigo, el hoy Obispo de Roma”, manifestó.
Esta obra compila trabajos relacionados con la declaración “Nostra aetate” escrito por teólogos e historiadores judíos y cristianos (no solamente católicos) y fue editada en conmemoración de los 50 años en que la mencionada declaración fue aprobada durante el Concilio Vaticano II, a fines de 1965.
‘El Concilio Vaticano II y los judíos’ está dividido en tres partes: la primera integrada por 12 artículos, la segunda por 10 testimonios escritos por el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio; el cardenal Jorge María Mejía; el ex secretario de Culto de la Nación, Norberto Padilla; los pastores José Míguez Bonino y Carlos Cerdá; el arzobispo y rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina – UCA, Víctor Manuel Fernández; el arzobispo y presidente de la de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo; el presbítero Rafael Braun, Carlos Escudé (Najmán ben Abraham Avinu); Celina Lértora Mendoza; Michel Schlesinger; Leandro Tomchinsky Galanternik; y los rabinos Abraham Skorka, Ariel Stofenmacher, Alejandro Bloch, Guillermo Bronstein, Daniel Goldman, Mario Hendler, Marcelo Polakoff, Mario Rojzman, Ernesto Yattah y Shmuel Szteinhendler. Siendo la tercera un Apéndice Documental de fuentes judaicas y católica.
El prefacio fue escrito por S.S Papa Francisco; el rabino Joel H. Meyers, el rabino Ariel Stofenmacher, y quien fuera el vicepresidente primero de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, Cristian Ritondo.