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Con 111 años, un judío norteamericano es el hombre más viejo del mundo

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 Itongadol/AJN.- Alexander Imich le da los créditos de su longevidad a sus "buenos genes" y al atletismo, aunque una alimentación moderada y nada de alcohol pueden haber ayudado.

El hombre más viejo del mundo es Alexander Imich, de 111 años, un polaco judío que escapó del Holocausto, pasó un tiempo en un gulag soviético y ahora vive en Nueva York.

Nacido en 1903, fue validado como el hombre más viejo del mundo, según el Grupo de Investigación en Gerontología de Torrance, California. El récord anterior fue de Arturo Licata de Italia, que murió el 24 de abril con 111 años y 357 días.

"Yo no tengo tiempo todavía para pensar en ello", expresó Imich al ser consultado por el New York Times sobre lo que se siente ser el hombre más viejo del mundo. El periódico lo describió como "delgado con bigotes erizados y una cantidad envidiable de cabello".

Como estudioso de las ciencias ocultas, Imich creció fascinado con un medio polaco conocido como Matylda S. en la década de 1930. Participó en numerosos encuentros inexplicables, que él relata en "Cuentos increíbles de lo paranormal", una antología publicada en 1995.

Según el New York Times, Imich se casó por primera vez con un amor de la infancia y más tarde con su amiga, Wela, después de que su primera esposa lo dejó por otro hombre. Cuando los nazis invadieron Polonia en 1939, él y Wela huyeron al este en la ocupación soviética Bialystok. Al negarse a aceptar la nacionalidad soviética, fueron enviados a un campo de trabajo.

De regreso a Polonia después de la guerra, se encontraron con que muchos miembros de su familia habían muerto en el Holocausto. En 1951 la pareja emigró a Estados Unidos, donde Wela, una pintora y psicoterapeuta, abrió un consultorio en Manhattan. Wela murió en 1986.

Consultado por el Times sobre sus secretos de longevidad, Imich aventuró que el hecho de que él y su esposa nunca tuvieron hijos podría haber ayudado. Él dejó de fumar hace mucho tiempo y nunca tocó el alcohol.

Finalmente se lo atribuyó a sus "buenos genes" y al atletismo. “Yo era un gimnasta, Buen corredor, un buen velocista. Bueno en jabalina y también un buen nadador", relató.

Él siempre comía con moderación, inspirada por los místicos orientales que desprecian los alimentos. "Hay algunas personas en la India que no comen", contó con admiración. En estos días, sus gustos van desde la matzá, el pescado relleno, la sopa de pollo con fideos, las galletitas Ritz, hasta los huevos revueltos, el chocolate y los helados.

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