Todos los días cuando Sima Amsalem abre la fábrica de chocolates en Jerusalem, saluda a sus clientes con una voz aterciopelada como las 47 variedades de trufas y bombones que ella y su personal hacen a mano.
"Hablamos con el chocolate, le decimos cuánto nos encanta, eso lo ayuda", dijo Amsalem, una madre joven que comenzó experimentando en su propia cocina hasta que el negocio floreciente exigió cuartos más grandes.
La chocolatería de Amsalem es uno de los crecientes grupos de chocolateros gourmet israelíes. El nombre más conocido de Israel en el chocolate es probablemente Max Brenner, que entró en la escena local en la década de 1990 y ahora es una presencia global en crecimiento.
De hecho, por un tiempo Amsalem vendió su golosina Sweet N ‘Karem en las tiendas de Brenner.
Los árboles de cacao no crecen en Israel (70 por ciento proviene de África), y los procesadores como los granos amargo en trocitos de chocolate, el licor, la manteca, están concentrados en el oeste de Europa.
Sin embargo, esto no es un impedimento para que los israelíes importen las materias primas y produzcan el más rico chocolate.
Otro ejemplo es la compañía Ornat, fundada en 1987, la cual fue la primer fabricante de chocolates hechos a mano y kosher, de origen belga.
Algunos de los empresarios más reciente en este campo son la Trinidad de Tel Aviv, Boutique Mishi en Kiryat Tivon, cerca de Haifa, Ruti en Ramat Hasharon, Madame Gabrielle de Ramat Gan, Logochoko en Haifa, Sueños de Chocolate en Modi’in y con sede en Jerusalén Sweet N ‘Karem y Nona.
Gran parte de la escena de la chocolatería gourment israelí está controlada por las mujeres. Quizá no sea una coincidencia: las mujeres occidentales opinan que el chocolate es uno de sus deseos como comida principal, y un estudio muy citado incluso en EE.UU. encontró que muchas mujeres admiten que prefieren comer chocolate que tener sexo.
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