La Asociación Israelita de Sobrevivientes de la Persecución Nazi, Sherit Hapleitá, y Generaciones de la Shoá en la Argentina conmemoraron el 70º aniversario de la masacre de Jedwadne (en la foto, un monolito alusivo), un pueblo polaco ubicado a 180 kilómetros de Varsovia, en la que perecieron más de 1.300 judíos, el 10 de julio de 1941, durante la Shoá.
A poco más de 15 días del inicio de la Operación Barbarroja, la invasión del ejército nazi a los territorios de la Unión Soviética, los habitantes polacos cristianos de Jedwadne persiguieron, atacaron y mataron a sus vecinos judíos, y a los sobrevivientes los encerraron en un granero, al cual prendieron fuego para ocasionarles la muerte.
La citada conmemoración fue presidida por las máximas autoridades de ambas instituciones: José Moskovits y León Grzmot, presidente honorario y titular, respectivamente, de Sherit Hapleitá, y Diana Wang, presidenta de Generaciones de la Shoá.
“La sola idea de que tus propios vecinos, con los que fuiste a la escuela, con los que te cruzás habitualmente en la calle, con los que compartís las alegrías e infortunios cotidianos en un pueblo pobre y pequeño, sean tus atacantes, te miren con odio y te quieran matar subvierte lo que uno vive como humano y cree posible”, afirmó Wang.
La dirigente contó que “respecto de Jedwabne, la memoria de los polacos aún está viva: cuando se conmemoró el 70º aniversario, con la participación -por primera vez- de un obispo, el actual presidente, Bronislaw Komorowski, envió una carta en la que pedía ‘una vez más perdón’, pero el alcalde no estuvo y el anterior, quien pretendió revisar la complicidad polaca en la masacre, fue amenazado por los vecinos y tuvo que renunciar”.
“Aún queda mucho por revisar, estudiar y aprender”, propuso la presidenta de Generaciones de la Shoá.
“Las sociedades humanas parecen no saber convivir armónicamente, y hemos sido impotentes en modificarlo”, admitió.
“Tal vez no se pueda; tal vez nuestro propósito de honrar la memoria al mantener vivos los sucesos, intentar comprender sus implicancias y enseñar sobre ello precise mucho más tiempo que el que nuestra vida nos permite”, reflexionó Wang.
“Ojalá que este mundo que estamos construyendo sea un sitio más amable para nuestros nietos y bisnietos”, finalizó.
Posteriormente, el último sobreviviente de la masacre de Jedwabne residente en la Argentina, Bernardo Olsewicz, narró cómo pudo salvarse, junto con sus padres y dos hermanos, escapando en la madrugada previa, pues los polacos anunciaban a viva voz que atacarían a los judíos al día siguiente.
Durante décadas se atribuyó esta matanza a los nazis, hasta que el profesor Jan Gross demostró que fueron los propios polacos quienes la cometieron, posiblemente con la complacencia de los nazis.
Gross, un sociólogo e investigador de origen judeopolaco, profesor de Historia en la Universidad de Princeton, publicó testimonios de sobrevivientes y archivos de dos juicios celebrados por las autoridades comunistas en 1949 y 1953, donde casi no hubo condenados, y reconstruyó la matanza en su libro “Vecinos, El exterminio de la comunidad judía de Jedwabne”, generando un amplio debate en Polonia respecto a la actuación de su ciudadanía durante el nazismo.
Al conmemorarse el 60º aniversario de la masacre, el 10 de julio de 2001, el entonces presidente de Polonia, Aleksander Kwasniewski, pidió públicamente perdón a las víctimas y sus familiares en nombre del pueblo polaco.
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