AJN/Itongadol.- Esther Bejarano, quien sobrevivió a Auschwitz y posteriormente usó el poder de la música para luchar contra el antisemitismo, murió el sábado a los 96 años.
El ministro de Relaciones Exteriores alemán Heiko Maas le dio un homenaje a Bajarano, quien murió en Hamburgo, Alemania, describiéndola como «una voz importante en la lucha contra el racismo y el antisemitismo».
En entrevistas, Bejarano, que nació en 1924 en Saarbruecken en Alemania occidental, dijo que fue la música la que ayudó a mantenerla viva como una prisionero judío en el campo de la muerte de Auschwitz y más tarde en la Alemania de la posguerra.
Como hija de un cantor litúrgico judío, Bejarano creció en un hogar musical, aprendiendo piano hasta que los nazis llegaron al poder y desgarraron a su familia.
Sobrevivió a Auschwitz después de mentir diciendo que sabía tocar el acordeón y se ofreció como voluntaria como parte de la orquesta de niñas que tocaba mientras los trenes llenos de judíos de toda Europa llegaban al campo, muchos de los cuales fueron llevados directamente a las cámaras de gas.
«Tocaba y lloraba. Colaboraba con el engaño de los nazis», dijo años después.
Sus padres y hermana fueron asesinados en el campo.
Bejarano continuó tocando música después de su liberación, principalmente melodías de piezas del gueto y de resistencia judía.
Luego fue trasladada al campo de concentración para mujeres de Ravensbrück, Alemania, del que logró escapar durante una de las llamadas «marchas de la muerte», antes de que llegaran las fuerzas soviéticas.
Al final de la guerra emigró brevemente a Israel, donde se casó y tuvo dos hijos.
En 1960, Bejarano regresó a Alemania, donde pasó los años restantes contando lo que pasó con los que perecieron y promoviendo mensajes contra el odio a niños alemanes a través de sus melodías.
En 1989, a la edad de 80 años, se unió a un musulmán hijo de inmigrantes para cantar en el grupo multicultural de rap Microphone Mafia, integrado por músicos judíos, musulmanes y católicos: «El rap es un lenguaje muy juvenil y así sabía que mi mensaje antifascista iba a llegar a más personas”.
Bejarano dijo que actuar con «los niños» a su edad podía ser agotador, pero habían encontrado formas de ajustarlo, como bajar el volumen.
Así, en enero de 2017 se subió al escenario en el Palacio de la Rumba en La Habana, donde cantó y leyó fragmentos de su libro. «Yo sobreviví a Auschwitz y Ravensbrück. Eso me cambió la vida y pensé que tenía que hacer algo», contó la cantante franco-alemana.
La agrupación, invitada por el Instituto Cubano de la Música, se presentó también en las ciudades de Santa Clara (centro) y Camagüey (centro-este), en las que compartieron escenario con artistas del catálogo de la Agencia Cubana de Rap. Además de actuar, la activista y ex presidenta del Comité Internacional Auschwitz se reunió en La Habana con la comunidad hebrea cubana, visitó el mausoleo de Ernesto «Che» Guevara en Santa Clara e intercambió con autoridades culturales de la isla.
Su labor antifascista la mantendría «con suerte hasta el final de su vida».
La activista aseguraba que seguía todos los acontecimientos y se confesaba «muy preocupada» y «muy poco optimista» por el auge de la extrema derecha en Europa y la toma de posesión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. «Sabemos que nos esperan tiempos difíciles. Solamente podemos esperar o tener la esperanza de que hayan suficiente personas, como yo, antifascistas, que vayan en contra, que ofrezcan resistencia».
Su trabajo se basaba en visitar escuelas y tratar de «influir en los jóvenes para que sigan esta lucha» y agregó: «La única solución es unirnos y luchar en conjunto”.
Frente a la situación de los refugiados e inmigrantes, Bejarano consideraba que es «desastrosa» y «triste», sobre todo para alguien que experimentó «lo que significa que te nieguen asilo en un país cuando huyes de la guerra».