Itongadol.- Cinco días después de la tragedia que sacudió al Líbano, continúan llegando actualizaciones sobre los graves daños causados por la explosión en el puerto de Beirut. Según informes locales, la única sinagoga que queda en el país, Maghen Abraham, fue gravemente dañada y ahora es dudoso que pueda ser restaurada.
La sinagoga ha estado inactiva durante años, pero las autoridades libanesas la han preservado como un sitio histórico. Está situada en el distrito de Wadi Abu Jamil, en el centro de Beirut, donde antes se encontraba el barrio judío de la ciudad, a pocos kilómetros del puerto.
A partir de la trágica explosión, la sinagoga ha resultado significativamente dañada. Por la antigüedad de su estructura, los destrozos causados por el estallido y su onda expansiva han causado destrozos casi imposibles de reparar.
La comunidad judía del Líbano llegó a ser de 22.000 personas, cuando el país sirvió de refugio a los que huían de la Inquisición española. Pero los judíos huyeron del país durante el siglo XX, hasta que finalmente incluso la sinagoga Maghen Abraham cerró sus puertas a mediados de la década de 1970.
Construido en 1925, es la casa de culto judía más antigua de la capital libanesa, y fue nombrado en honor al hijo de Abraham Sassoon, Moise Abraham Sassoon de Calcuta. Fue construida en un terreno donado por Raphael Levi Stambouli, y diseñada por el arquitecto Bindo Manham.
Debido a las dificultades de financiación del proyecto, el jefe de la comunidad judía del Líbano, Yosef Farhi, terminó ayudando en la compra de artículos religiosos así como en la estructura interior del edificio. Varias instituciones sociales ubicaron sus oficinas en el patio de la sinagoga.
En 1936, debido a los continuos combates, Yosef Farhi decidió trasladar los pergaminos de la Torá a Ginebra, confiándolos a Edmond J. Safra, un banquero judío de ascendencia libanesa, que los guardaba en sus cajas fuertes.
Después de 1951, sólo quedaban dos judíos en el área de Wadi Abu Jamil de Beirut, y tan sólo 60 en todo el país. En 1976, un año después de que comenzara la guerra civil, la sinagoga cerró y los pergaminos de la Torá fueron llevados a Ginebra, donde fueron entregados al renombrado banquero judío-libanés Edmond Safra. Allí fueron colocados en la bóveda del banco de Safra, donde fueron almacenados hasta que finalmente fueron trasladados a las sinagogas sefardíes en Israel.
Al final de la guerra civil, el primer ministro libanés Rafic Hariri decidió rehabilitar la sinagoga y rodearla con un jardín. El plan no se materializó, pero la sinagoga es considerada un sitio histórico.