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Medio Oriente/Opinión. Hamás y Hezbollah: Jugando con fuego

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Itongadol/AJN.- Una línea recta conecta la detención de células de Hamás, de las que tuvimos noticia en los últimos días, y el intento de ataque de Hezbollah en la frontera norte, cerca de Har Dov, dirigido a una patrulla de las Fuerzas de Defensa de Israel. En ambos casos se trató de intentos de ataques que se vieron frustrados o terminaron sin víctimas, pero no menos importante es el hecho de que estas dos organizaciones – supuestamente amedrentadas por Israel y que teóricamente no tienen ningún interés en una escalada en la frontera – no tuvieron ningún temor de jugar con fuego y arriesgarse a provocar un conflicto armado.

Hamás y Hezbollah no tienen ningún interés en una confrontación con Israel. Hamás todavía está lamiendo sus heridas de las guerras anteriores, y a pesar de sus esfuerzos para reconstruir Gaza, la Franja sigue siendo un cúmulo de escombros. Hamás también aislado en la región, como no lo había estado en muchos años, e incluso su aliado, Turquía, está realizando un esfuerzo por lograr la reconciliación con Israel.

La situación de Hezbollah no es mucho mejor. En los últimos años, la organización está inmersa en la guerra en Siria, que ya le ha costado la vida a más de un millar de sus mejores combatientes, un número significativo para una organización que cuenta con varios miles de combatientes en total. La guerra civil siria también tiene un alto costo económico para Hezbollah, y, además, trajo el terror islámico radical a las calles de las ciudades y pueblos chiítas en el Líbano.

Hezbollah está trabajando en los últimos años para establecer infraestructura leal en la frontera entre Israel y Siria, en los Altos del
Golán. Supuestamente lo hace para evitar complicarse en un enfrentamiento con Israel en la frontera libanesa. Pero el hecho es que hace un año, tras el asesinato de Jihad Mughniyeh, y la semana pasada, tras el asesinato de Samir Kuntar, respondió de un modo que pudo haber encendido toda la región.

Afortunadamente, el incidente terminó sin víctimas y con un gran fracaso de Hezbollah, pero no faltó mucho para que terminara de manera diferente, y con víctimas israelíes. Israel se contuvo el año pasado e incluso antes ante incidentes como éste, enviando así un mensaje equivocado a Hezbollah de que está dispuesto a aceptar esas provocaciones a lo largo de la zona fronteriza de Har Dov, y de la capacidad de Israel de establecer un límite.

Hamás, por su parte, también se mantiene en silencio a lo largo de la frontera con la Franja de Gaza e incluso se enfrenta con elementos islámicos radicales que están tratando de establecer su presencia en la Franja de Gaza, principalmente porque éstos implican un peligro para la organización. No actúa del mismo modo y con toda su potencia contra organizaciones palestinas que cooperan con la agrupación e intentan cada tanto, de forma independiente, lanzar misiles contra Israel.

Hamás también permite a su gente en la Ribera Occidental – ya sea bajo sus órdenes e instrucciones o con su aliento y apoyo – la organización de actividades terroristas en contra de Israel. No se trata de los atacantes solitarios de los últimos meses, sino de células organizadas que planifican de antemano sus actividades, y por ello pueden ser mucho más perjudiciales.
Como sabemos, hace dos años, una operación de secuestro de este tipo desembocó en el Operativo Margen Protector.

La conclusión de los intentos de atentados de Hamás y Hezbollah es clara.

A pesar de la suposición común de que las dos organizaciones están amedrentadas y harán cualquier cosa para evitar una confrontación con Israel, los hechos demuestran lo contrario. Ambas están dispuestas a jugar con fuego y a pagar el precio, del deterioro de la situación a un conflicto armado que tal vez preferirían no enfrentar, pero ante el cual no están tan amedrentados como se suele pensar.

Resulta ser, entonces, que toda disuasión efectiva tiene fecha de vencimiento. En una realidad como ésta, nuevos intentos de atentados son sólo una cuestión de tiempo. Y sólo cabe esperar que éstos también fracasen y no lleven a la región a una nueva ronda de confrontación armada.

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