Itongadol/AJN.- Ver video AQUÍ. La Embajada de Israel en la Argentina y la Nunciatura Apostólica conmemoraron ayer, martes, en el Templo de Libertad, el 50° aniversario de la declaración “Nostra AEtate” sobre las relaciones de la Iglesia católica con las religiones no cristianas, en el marco del histórico Concilio Vaticano II (foto).
En primer lugar, el rabino de la Congregación Israelita de la República Argentina, Simón Moguilevsky, destacó que era “una verdadera justicia” que el acto se desarrollara en ese lugar porque allí mismo se fundó, hace 58 años, la primera Confraternidad Judeocristiana, a cargo de su antecesor, Guillermo Schlesinger, el presbítero Carlos Cucchetti y el pastor Adam Sous.
Con esta celebración, “judíos y cristianos se están dedicando a aquello que los une y que hoy en día tiene una importancia vital porque no es solamente el estudio, la fraternidad y el amor, sino que es algo que va más allá: el respeto por la vida”, enfatizó.
Por su parte, el nuncio Emil Paul Tscherrig afirmó que era un honor para él saludar a los asistentes en nombre del papa Francisco y explicó que el prólogo de la resolución publicada por Pablo VI establece que “todos los pueblos tienen un mismo origen, cuyo fin último es D’s”, y recorren un camino común para conseguir la felicidad, pues “finalmente, las religiones nos interpelan sobre el último e inefable misterio, el de nuestra existencia: de dónde procedemos y hacia dónde nos dirigimos”.
El comienzo de la fe católica se encuentra en los Patriarcas y los profetas de Israel, “por lo cual la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la revelación del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo, con quien D’s, con su inefable misericordia, se dignó a establecer la antigua Alianza”, subrayó.
“El papa Francisco ha agradecido a D’s la auténtica transformación que ha experimentado en estos 50 años la relación entre cristianos y judíos: indiferencia y oposición se transformó en colaboración y benevolencia, de enemigos y adversarios nos hemos convertido en amigos y hermanos”, prosiguió el representante vaticano antes de mencionar diversas actividades que se realizan entre ambas religiones, en el marco de un diálogo sincero.
A su turno, el rabino Abraham Skorka, de la Comunidad Benei Tikvá, recalcó “la firma de un documento que, sin lugar a dudas, marcó un punto de inflexión en las relaciones entre la Iglesia Católica Apostólica Romana y -muy especialmente- los judíos”, cuyo capítulo cuarto afirma “de una forma contundente, que de ninguna manera se puede volver a acusar al pueblo judío de deicida, que eso que tantas veces se utilizó es una aberración histórica y moral, que todo aquel que se manifieste con hostilidad por razones religiosas contra el pueblo judío debe ser calificado como un antisemita y que serlo es un pecado”.
También consideró “revolucionario” el reconocimiento de que el pacto de D’s con el pueblo judío sigue vigente, a partir de lo cual en diversos lugares del mundo, y en la Argentina especialmente, “se pudo iniciar un diálogo que fue mucho más allá de aquello que en un principio se definió, en la expresión que acuñó en su momento el rabino (León) Klenicki, quien decía que tenía que ser mucho más que fe y simpatía, tenía que ser adentrarse sin temor alguno, con fe en el corazón y la sinceridad del otro, en todos los vericuetos de la existencia; ver las coincidencias, enriquecerse de las distintas experiencias religiosas en aquello que puede llegar a despertar algo especial” en sus interlocutores no para hacer un cambio de identidad por proselitismo, sino “inspirarse en la fe del otro para profundizar y depurar la propia identidad y aprender a ser un mejor judío”.
Skorka recordó que si bien la aprobación de Nostra AEtate fue por abrumadora mayoría, hubo que trabajar mucho previamente, especialmente el cardenal Augustin Bea y el rabino Abraham Yoshua Heschel, y recomendó no olvidar que el papa Juan XXIII fue quien la inspiró.
Finalmente, anheló que, en medio de “estos días de oscuridad”, el acto que llevaban a cabo “sirva para alumbrar la esperanza de un diálogo, que es posible”, con “gente que tiene sus corazones cerrados a lo espiritual y al amor -palabra clave de nuestro TaNa”J, la Biblia hebraica, y el Nuevo Testamento-, lo cual los hace manifestarse con violencia”.
En el evento también estuvieron presentes la cónsul de la Embajada del Estado de Israel, Rachel Blitzer; Dovrat Zilberman, agregada cultural y de prensa de la Embajada de Israel en la Argentina y diplomáticos de la Embajada de Francia en nuestro país.
La embajadora del Estado de Israel en la Argentina, Dorit Shavit, sostuvo que la ceremonia era “muy importante para conmemorar, y por qué no festejar, el dictado de la eliminación del odio milenario entre los católicos y los judíos”.
“Es muy importante mencionar este documento hoy, cuando hay elementos que no aceptan al otro y asesinan personas, y me refiero especialmente a lo que pasó en Francia”, puntualizó antes de expresarle sus condolencias a un representante de ese país por los múltiples ataques terroristas del viernes y de referirse a los atentados contra el avión ruso y a los producidos en el Líbano y otros lugares del mundo.
“Existen hasta hoy movimientos religiosos que no aceptan al otro y están llenos de odio hacia quienes no aceptan su religión”, insistió la diplomática israelí.
“Hace 50 años, Juan XXIII tuvo el coraje de empezar a cambiar completamente una doctrina milenaria de odio al pueblo judío, pero cuando sirvió como nuncio apostólico en Turquía durante la Shoá salvó a niños y niñas (hebreos), especialmente de Hungría y Bulgaria, y una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial fue designado en París, donde comenzó un diálogo filosófico con judíos que continúo cuando fue nombrado Papa, en 1958, y empezó a escribir este documento tan importante, que continuó Pablo VI, y vale mencionar al Papa actual, el argentino Francisco, quien sigue esta línea de reconciliación, diálogo y conocimiento”, señaló antes de memorar el viaje de este último a Israel y su invitación a orar por la paz al entonces presidente Shimón Peres y al titular de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas.
“El diálogo católico-judío debe crear una agenda común universal donde no haya odio entre las religiones y cada uno honre al otro, defienda la libertad de todas las minoría religiosas del mundo y rechace cualquier tipo de fundamentalismos y violencia”, reclamó Shavit.
Por último, el rabino anfitrión, Sergio Bergman, le agradeció especialmente a esta última por su idea de efectuar la conmemoración “en señal de unidad” y destacó que la Congregación Israelita de la República Argentina vela por la memoria en el Museo Judío, un monumento histórico nacional que tiene que ver con la historia e inmigración hebrea a este país.
“No podemos olvidarnos que en la Argentina hubo un anticipo de esta nueva forma de guerra, el terrorismo, por el cual el odio fundamentalista arrasa a civiles, como en la Embajada (de Israel) y la AMIA, algo a lo que no podemos acostumbrarnos”, aunque “hoy le tocó a París”, lamentó.
Durante el acto actuaron el coro de la Universidad Nacional de las Artes y músicos del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, que interpretaron Kol Nidrei.
Un hito histórico
El 28 de octubre de 1965 se aprobó la declaración Nostra AEtate (nuestro tiempo, en latín), que se convirtió en uno de los documentos más relevantes adoptados en el Concilio Vaticano II convocado por el papa Juan XXIII.
Entre sus aspectos más significativos afirma la existencia de una raíz común con el judaísmo, ya que “el pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abraham”, rechaza que los judíos sean señalados “como réprobos y malditos” y refuta la acusación de deicidio, base fundamental del antijudaísmo cristiano, dado que la muerte de Jesús “no puede ser imputada indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los de hoy”, por lo que insta a no enseñar eso en la catequesis ni en las prédicas.
También reconoce la sabiduría de las religiones orientales y destaca que los musulmanes tienen el mismo D’s, veneran a Jesús como profeta, honran a su madre María y esperan el Día del Juicio, e insta a olvidar las dificultades del pasado y promover los valores comunes de la justicia social, la paz y la libertad.