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Análisis: El doble juego de Hamás

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Itongadol/AJN (Por Roxana Levinson. Especial para AJN).- En julio pasado, el jefe de la oficina política de la Organización Islámica Hamás, Khaled Meshaal, visitó Arabia Saudita. Fue la primera visita en tres años, y coincidió con la firma del acuerdo nuclear con Irán. Meshaal llegó a Riad acompañado por otros altos funcionarios de Hamás, Moussa Abu Marzouk y Saleh Aruri, a quien Israel señala como responsable de la infraestructura militar de la organización en la Margen Occidental. Esta visita muestra a las claras el alejamiento de la rama política de Hamás de su antiguo patrocinador, la República Islámica de Irán.

Hamás se enfrenta a Teherán

La historia de las relaciones entre Hamás e Irán comenzó en 1990, cuando la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) inició el proceso de paz con Israel. Teherán convocó a una conferencia de apoyo a los palestinos, a la que Yasser Arafat no acudió. Hamás se presentó y a partir de allí comenzaron una serie de reuniones bilaterales, en las que incluso participó el líder supremo iraní, Ali Khamenei. Desde entonces, Teherán brindó a Hamás asistencia financiera que se estimaba en 30 millones de dólares por año, entrenamiento para sus combatientes en bases en su propio territorio y en Líbano y la apertura de una oficina de Hamás en la capital iraní.

Hamás es totalmente dependiente de la ayuda económica externa, por lo que Irán y Arabia Saudita fueron su sostén económico en forma alternativa en distintos períodos de su historia.

Pero todo cambió al producirse la guerra civil en Siria, y Hamás se opuso a la intervención iraní contra la población sunita del país. Khaled Meshaal debió dejar su oficina en Damasco, trasladarse a Doha, y comenzar la búsqueda de nuevos patrocinadores.

Según indican analistas en la prensa árabe, al plantearse esta nueva situación, se produjo una división entre el ala política de Hamás y su brazo armado, la Brigada Ezzedin al Qassam. Mohammed Deif, y otros comandantes de la Brigada no aceptaron renunciar al apoyo financiero de Irán, mientras que el ala política decidió diversificar las fuentes de apoyo con el fin de fortalecer sus fuerzas militares en la Franja de Gaza.

Teherán realiza una minuciosa diferenciación entre el liderazgo político de Hamás y su brazo militar. Éste recibe grandes sumas de dinero, que según el Servicio de Seguridad General de Israel llegan a decenas de millones de dólares por año, en transferencias bancarias. Hoy en día, no hay transferencias para el ala política de la organización.

La visita de Khaled Meshaal a Riad fue recibida con disgusto en Teherán. La prensa local incluso informa que el gobierno canceló un viaje ya programado de Meshaal a Irán, debido a la mejora de sus relaciones con Arabia Saudita. Los medios citan a un funcionario iraní según el cual “a la luz del apoyo incondicional que Irán ha brindado a los palestinos – en los ámbitos económico, militar y político – las recientes reuniones entre Meshaal y funcionarios saudíes en Riad fueron vistas por el gobierno iraní como una afrenta personal”.

En este contexto, funcionarios de la Autoridad Nacional Palestina intentan coordinar un viaje – nada casual – del presidente Mahmoud Abbas a Teherán. El apoyo a la facción rival de Hamás, Fatah, parece ser la respuesta del gobierno iraní a Hamás. Y ése es sólo el comienzo.

Hamás y los intereses de Riad

Arabia Saudita intenta construir una coalición árabe suní que pueda contrarrestar la creciente influencia de Irán en toda la región. Para ello, está combatiendo a Irán en varios frentes: lidera una coalición que lucha contra los rebeldes hutíes patrocinados por Irán en Yemen, financia a varios grupos que enfrentan al régimen de Bashar al Assad en Siria y a las tribus iraquíes sunitas a las que empuja a luchar contra la Organización Estado Islámico (Daesh). Su acercamiento a Hamás es una táctica más en aras de su objetivo general.

Al convertirse en el principal benefactor de Hamás, Arabia Saudita se abre paso a un rol predominante en la dinámica regional. Si Hamás se acerca a Riad, Egipto e Israel tendrán que lidiar con Arabia Saudita cada vez que surja un conflicto con la Franja de Gaza. Cuanto mayor sea la influencia saudita en la región, más probable será que Estados Unidos esté predispuesto a cuidar sus intereses.

Para Hamás, los beneficios están a la vista. Desde la muerte del rey saudita Abdullah en enero pasado, Riad respondió a los pedidos del liderazgo de Hamás de presionar a Egipto para que abra el paso de Rafah, en la frontera común. Aunque en forma parcial y poco frecuente, la apertura se produjo, algo que no sucedía desde la llegada al poder del actual presidente egipcio.

Además, un grupo de detenidos de Hamás fueron liberados de las cárceles saudíes un día antes de la llegada de Meshaal a Riad. Habían sido detenidos en diciembre 2014, por recaudar dinero para obras de caridad que tienen vínculos con Hamás.

Ismail al Ashqar, jefe del Comité de Seguridad del Consejo Legislativo de Palestino y líder de Hamás, declaró a Middle East Monitor "Hamás está comprometido con el liderazgo de Arabia Saudita en la región y se ve a la monarquía saudita como una fuerza árabe indispensable. La visita de Meshaal a Riad no será la última, y habrá varias reuniones próximamente para coordinar esfuerzos por levantar el bloqueo a Gaza e intentar que el gobierno saudita decida patrocinar la reconciliación entre Fatah y Hamás, con el apoyo de Egipto".

A pesar de todas estas promesas y ventajas, está claro que Hamás deberá pagar el precio político de su acercamiento a Arabia Saudita. Si el monarca considera que esta nueva alianza no le es suficientemente beneficiosa y cambia de opinión a mitad de camino, el precio será mucho más alto.

Ante su absoluta imposibilidad de sobrevivir sin un sostén externo, el tiempo y las circunstancias dirán si los líderes de Hamás tomaron la decisión correcta y si valió la pena – especialmente a nivel económico – apostar por la relación con Riad. En una extraña coincidencia y por motivos bien distintos, cabe suponer que tanto en Teherán como en Jerusalén se espera que esta jugada de la Organización Islámica Hamás termine en un gran fracaso.

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