Itongadol.- Cuentan que se realizó un congreso de filósofos y preguntaron para uno de ellos
‘¿qué es peor: la ignorancia o la apatía?
El filósofo más renombrado pensó una vez, pensó dos veces y respondió:
No sé ni me importa.
Nisman sabía y se importó.
Se importó por el otro, por su semejante, por el ciudadano común y por la patria maltratada por algunos políticos de turno que abrazados a sus intereses personales aceptan la hipocresía como modus vivendi.
Una hipocresía instalada en un Estado de derecho, con el derecho de sus ciudadanos a conocer la verdad para que la sociedad libre viva en el marco de la justicia y de paz interior.
Nací argentino, nací judío, soy residente permanente de mi Brasil, viviendo más años aquí que en cualquier otro país.
Tierra dorada… tierra de paz, sin embargo de un antagonismo social que entristece el alma y permite que algunos y otros políticos de turno ignoren su misión principal que es facilitar la construcción de un futuro para todos y no apenas para sí mismo.
Tengo hijos brasileros, y estoy casado con una mujer Uruguaya; cuando viví años en Israel me constituí en ciudadano por convicción sumando una ciudadanía más.
Sí, esta es parte pequeña de mi historia porque cada hombre lleva un nombre, el que le dieron y el que construye…
Nisman intentó contar su historia y también en nombre de tantas víctimas inocentes que conocieron la mano del terror y el antisemitismo que nuevamente se disemina impunemente; pero la historia de Nisman fue truncada brutalmente.
Soy Nisman y grito en silencio, porque llevo la tristeza adentro de una Argentina tan amada que sangra y no consigue enterrar, entre otros, el fantasma de la corrupción y la intimidación social.
Grito en silencio porque a pesar de estar distante físicamente, me uno al espíritu de un pueblo que marcha en silencio también por un basta a la ignorancia y a la apatía.
Y por la cicatrización de las venas abiertas…
Grito en silencio por mi familia y amigos de Argentina, por mis hermanos tan queridos brasileros que son mi familia, por los pueblos amantes de la paz, por nosotros, por nuestros hijos y por los hijos de nuestros hijos que merecen un futuro donde la verdad no sea un bien escaso y extraño y donde la guerra no nos sea indiferente.
Gabriel Milevsky*
Un Ciudadano de aquí y de allá…que cree en Dios y vehementemente en el hombre y su libertad de expresión y realización.
*Director Superintendente de Hebraica San Pablo, Brasil.