Itongadol.- VIDEO CLIC AQUI A diferencia de los últimos años, cuando la interminable sucesión de discursos convertía al tradicional lejaim de Rosh Hashaná en la AMIA en casi un castigo al que nadie le prestaba atención, esta vez hubo un solo orador, el presidente de la entidad anfitriona, Leonardo Jmelnitzky, además de palabras alusivas de la directora del Vaad Hajinuj, Batia Nemirovsky, y el brindis formulado por el secretario general de la institución, Mario Sobol.
Las palabras del flamante líder comunitario reiteraron un estilo y una convicción que se vienen observando en cada oportunidad que le toca hablar y que está en línea con esta nueva época que transcurre la AMIA y la comunidad judeoargentina toda.
Jmelnitzky inició su discurso con enseñanza sobre Rosh Hashaná y citas de Albert Einstein, Pirkei Avot y la tefilá de Iamim Noraím antes de adentrarse en la posición de la AMIA sobre cuál es su obligación y quién su público.
Una rápida consulta de la Agencia Judía de Noticias (AJN) con dirigentes presentes mostró una generalizada coincidencia en las bondades de su mensaje y la reafirmación de la convicción de la actual conducción de cumplir su rol estatutario “puertas adentro”, alejada de la política nacional, sobre todo de la partidaria.
En esa línea, el presidente de la AMIA pugnó por “una cultura institucional que estimule tanto el cuestionamiento razonable y razonado de lo que se hace como la creatividad innovadora”, lo cual constituye “un requisito ineludible cuando el objetivo es estar a la altura de los retos que los nuevos tiempos traen consigo, para proyectarse hacia el futuro”.
La Kehilá se propone “más ayuda para los más vulnerables, fortalecer la continuidad de nuestro pueblo, posibilitar un mayor acceso de jóvenes judíos a nuestras escuelas, procurar más trabajo para quienes lo necesitan, nuevas alternativas para las personas discapacitadas”, entre otros objetivos.
“Ya muy próxima a cumplir 120 años de existencia, AMIA es la institución madre del judaísmo argentino, que es el producto del trabajo, la capacidad y el sacrificio de muchísimos empleados y askanim, a todos los cuales quisiera manifestarles mi reconocimiento y gratitud y, al mismo tiempo, invitarlos a perseverar en la noble tarea que realizan”, prosiguió un Jmelnitzky que insiste convincentemente en mostrarse humilde.
“Por lo demás, quisiera decirles que me siento honrado por poder compartir este espacio con ustedes, por darme la posibilidad de aprender de sus experiencias y conocimientos, y por el afecto que cotidianamente me brindan”, reiteró.
“En estos días tan propicios para que D’s escuche nuestras tefilot, creo que es oportuno pedir por el don más preciado del que podemos gozar: la paz; paz interior, paz en nuestras familias, paz en nuestro país y, especialmente en estos momentos de tanta incertidumbre en Medio Oriente, paz en Israel”, finalizó su discurso el presidente de la AMIA, quien volvió a despejar los temores que existían antes de su asunción respecto de si la entidad seguiría siendo tan sionista como siempre.
Las palabras de Jmelnitzky no generaron críticas, pero en el “debe” se puede contabilizar la sorpresa que despertó entre los dirigentes consultados la total ausencia de mención alguna al atentado a la AMIA, sus víctimas, el reclamo de justicia y el polémico memorándum firmado con Irán.
El líder comunitario aclaró que evaluó referirse al respecto, pero prefirió no hacerlo y privilegiar un mensaje exclusivamente vinculado con Rosh Hashaná.
Esta impronta de “puertas adentro” quizás enfrente un desafío el 10 de octubre, en la próxima Cena Anual, un ámbito habitualmente tentador para la presencia de políticos, máxime cuando se realizará a dos semanas de las elecciones legislativas y desde los diversos partidos podrían pretender ser invitados como parte de su campaña proselitista.