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La joven esgrimista Abigail E. Aldea contó su experiencia en los 13º Juegos Europeos Macabeos que se llevaron a cabo en Viena, Austria, en julio. El evento fue el primero realizado en forma multitudinaria por una organización judía internacional y contó con la presencia del presidente de Austria y del alcalde de Viena. La ceremonia tuvo su apertura en un edificio coronado por una bandera de Israel de 40 metros de largo en plaza central del Rathaus, la Municipalidad de Viena, exactamente en frente de otra desde donde Adolf Hitler declaró el fin próximo del pueblo judío.
“El significado de mi participación en este evento quedó claro el 21 de marzo del 2011 cuando se me notificó que había sido seleccionada para estar en el equipo de esgrima representado a Estados Unidos en los Juegos Macabeos de Viena, Austria, y rápidamente creció en mí la claridad y magnitud mientras se acercaba la fecha del viaje.
Viena es infame por sus siglos de antisemitismo atrincherado, virulento y sin cese con repetidos ataques de persecución asesina. Este antisemitismo vienés llevó a los dos eventos pivote de la historia judía. Inspiró a Theodor Herzl y Max Nordau a fundar el Movimiento Sionista que eventualmente creó al Estado de Israel. Max Nordau, además, fue el padre espiritual del Movimiento Macabeo – ¡el mismo que había creado los Juegos Macabeos Europeos de los que yo estaba ahora participando! Como algo monumental, el antisemitismo vienés transformó a un pintor austriaco desconocido y no antisemita, que tenía amigos judíos y vendió su arte a clientes judíos, en el archienemigo del pueblo judío. Viena creó a Adolf Hitler.
Viena tenía el club macabeo más exitoso del mundo del deporte: Hakoah Vienna, que contaba con el equipo de fútbol campeón de la Liga de Campeones Europeos, los equipos de nataciones campeones de Europa, los campeones europeos de lucha (Micky Hirshl), natación (Judith Deutsch), y otras 15 disciplinas más. El hecho de que los Juegos Macabeos Europeos de los que yo misma tomaba parte fueran en esa misma casa, ahora reconstruida en otra localidad, aumentaba mi sensación de responsabilidad y mi compromiso judeo-sionista macabeo.
A pesar de que después de la Segunda Guerra Mundial los austriacos buscaron minimizar su rol central al decir que fueron ‘las primeras víctimas del fascismo nazi’ esto fue desmentido por los hechos. La mayoría de los austriacos apoyaban la ideología nazi y eran compañeros dispuestos en el Anshcluss, el anexo voluntario de Austria por Alemania en marzo de 1938. La unión voluntaria fue suavemente seguida por una rápida imposición de las Leyes de Nuremberg. Las instituciones judías fueron cerradas y transferidas al control de la GESTAPO y la SS. Líderes judíos fueron arrestados y pronto le siguieron la humillación de los austriacos judíos, saqueo de bienes, despojo y asesinato. Un absurdo aumento de los impuestos a judíos y un escape impositivo del Reich redujo a muchos judíos a la pobreza, lo cual evitaba que se vayan. La comunidad judía que volvió a Viena luego de la Segunda Guerra Mundial era de menos de 2.000 miembros de los que 200.000 que había antes de la guerra. Hoy en día, su población judía es de cerca de 10.000, muchos de los cuales son inmigrantes crecientes de otros ex países del Bloque Soviético.
Viena también es importante en la historia de mi familia. Luego de la Segunda Guerra Mundial, mi padre llegó en junio de 1959, cuando de niño él y su familia llegaron a Viena como refugiados políticos de la Rumania comunista.
La recepción de la comunidad judía de Viena fue absolutamente espectacular. Personas de todas las edades fueron voluntarias en cada modo para hacer que los juegos sean un éxito y hacer que nos sintamos cómodos.
En una muestra del orgullo judío, fuerza y supervivencia, más de 2.000 atletas judíos de 32 países marcharon a la plaza central de la ciudad detrás de las banderas de sus países. Mientras marchaba con mi equipo detrás de la bandera americana, envuelta por los cánticos de los seguidores, la realidad de dónde estaba y qué estaba haciendo comenzó a sentirse. Me sentí orgullosa de ser judía. Estaba orgullosa de representar a mi país. Estaba orgullosa de volver a Viena con otros 2.000 judíos para decir: ¡No hemos olvidado y aquí estamos de vuelta!
Una vez que comenzó la competencia, se completó en cuatro días. El equipo de esgrima americano tuvo muy buenos resultados y pudo obtener la mayoría de las medallas. A pesar de que la competición fue dura, con unas pocas excepciones, fue muy colegiada. Al final, muchos atletas intercambiaron remeras, trajes e incluso medias. Mis compañeros del equipo de mujeres americano y yo obtuvimos tres medallas en el evento. Estaba muy orgullosa de haber ganado la de plata y nunca olvidaré el tremendo sentimiento de realización que sentí cuando me paré en el podio y recibí la medalla, mientras era ovacionada por una multitud y mis compañeros. Me sentí como si no era yo la única que estaba ganando, sino yo, mi equipo de esgrima y de Estados Unidos.
Mientras que la competición y la ceremonia de medallas fue muy memorable, reconciliar mi identidad judía con la historia de los judíos austriacos fue mucho más emocional.
Mi visita más emotiva se llevó a cabo cuando varios miembros del equipo de esgrima de Maccabi y familiares visitamos el campo de concentración Mauthausen. Como jóvenes judíos queríamos dar nuestro respeto a las memorias de nuestros compañeros judíos. A pesa de conocer vagamente la historia del lugar, no estábamos preparados para lo que vimos.
El complejo Mauthausen-Gusen fue clasificado por los nazis como un “campo de categoría tres”, la clasificación más dura, donde los prisioneros trabajaban hasta la muerte o eran asesinados de la manera más sádica por la menor infracción. La hambruna, los disparos, las golpizas, los cuelgues, la sumersión en agua fría y el abandono hasta el congelamiento, el ahogue en tanques, el ser lanzado contra una valla eléctrica, el ser despedazado por perros, la experimentación médica y las muertes por cámaras de gas eran eventos de todos los días. Debido a la destrucción nazi de sus registros, el número exacto de muertos en este sistema no es conocido.
De cerca de aproximadamente 320.000 prisioneros de varios sub campos de Mauthausen-Gusen sobrevivieron aproximadamente solo 80.000. Otros 1.042 murieron en hospitales de campos americanos en el primer mes luego de su liberación. Las paredes del lugar parecían moverse y me abrumó la falta de esperanza, desesperación y una tristeza sofocante. ¿Cómo podía existir ese lugar? Recordé las palabras del mayor sobreviviente de Mauthausen, Simon Wiesenthal: ‘Dios debe haber estado de licencia durante el Holocausto’.
Mi sentido de la identidad judía fue cristalizado y reforzado en este maravilloso viaje. Aprendí sobre nuestra historia y estoy orgullosa de los logros de mi pueblo. Es obvio por qué se eligió a Viena para tener las ‘Olimpíadas Judías’. Los austriacos una vez más querían dejar al Holocausto detrás de ellos. La comunidad judía de Viena quiso mostrarles, con derecho, sus logros y los judíos americanos y europeos quisieron demostrarle a ciertos elementos de la sociedad alemana y austriaca que todavía tienen un pensamiento nazi que los judíos no se están yendo a ningún lado. De todos modos, todos fueron exitosos en su objetivo. ¿Viena se ha arreglado con su pasado antisemita? De algún modo. Desafortunadamente, muchos austriacos todavía hablan de la ‘preocupación’ con el Holocausto ‘judío’ y le dicen adiós con un comentario insensible y desdeñoso como ‘Ja, das waren schlechte Zeiten fur alle’ (Sí, esos fueron malo momentos para todos). ¿Se sentirán los judíos seguros y bienvenidos en Viena? No lo creo. A pesar del derrame de calidez y amistad de la comunidad judía de Viena, es difícil ignorar la indiferencia de la población general y el crecimiento de la hostilidad del la creciente población islámica.
Es fácil ser judío cuando uno vive en un estado judío o en una ciudad con una gran población judía. Es mucho más difícil ser judío cuando uno vive en una minoría en temor de su propia existencia”.