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Mañana Max Berliner será reconocido por su defensa de la lengua idish

13.12.2010 19:19  | 
El actor y director Max Berliner será distinguido como Personalidad Destacada de la Cultura de la ciudad de Buenos Aires, título que otorga la Legislatura porteña, por su defensa de la lengua idish.
“Fundamentalmente fue un precursor en la difusión de la lengua idish”, resaltó, en diálogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN), María José Lubertino, legisladora por el Encuentro Popular para la Victoria y quien impulsó la propuesta.
No obstante, Lubertino aclaró que la iniciativa surgió por pedido de jóvenes actores y de personalidades de la comunidad judía argentina.
Actor de La Patagonia Rebelde y de Highlander II, entre otras películas, Berliner será distinguido el próximo miércoles 15 de diciembre, a las 18, en un acto que se realizará en el salón Montevideo de la Legislatura Porteña (Perú 160 de la Capital Federal).
“La iniciativa, en principio, surgió a partir de distintas personas que fueron candidatas para ser personajes de la ciudad. Esta es una propuesta de muchos jóvenes actores y también de mucha gente de la colectividad. Maestro de actores, una persona de una trayectoria personal y familiar inigualable”, subrayó Lubertino.
Nacido en Varsovia el 23 de octubre de 1919, Berliner se mudó con su familia a la Argentina, cuando él tenía dos años. Su madre era costurera y su padre broncero, y se mudaron al barrio de Once.
A los cinco años de edad, Max Berliner, quien trabajaba en una fábrica de camas, debuta en una obra teatral, con un parlamento en idish, en una obra de Sholem Aleijem, Inmigrantes.
“Fundamentalmente, Max fue un precursor en la difusión de la lengua idish, y sus obras tenían la temática judía. Llegó a dirigir el elenco estable de la AMIA”, resaltó Lubertino.
En la red de Internet circula un cometario de Berliner que resume su espíritu. “El idish tiene que ser un idioma y no un dialecto. Hay muchos que están luchando por el idish, como yo. Está bien que cuando surgió el Estado de Israel se haya impuesto el hebreo; pero no se puede eliminar el idish. Los seis millones de muertos en los campos de concentración hablaban idish”, afirmó.
Lubertino rescató las interpretaciones que Berliner realizó en El gaucho judío y Plata Dulce, pero también trabajó en el Teatro Cervantes y en el San Martín personificó a Albert Einstein.
Desde 1947, Max ejerció como profesor de teatro y música en idish en la escuela Sholem Aleijem, durante casi 60 años.
Por su trabajo, la escuela bautizó a su salón de actos con el nombre de "Max Berliner".
En diálogo con AJN, Berliner agradeció la distinción y destacó la necesidad de recuperar importantes lugares de la cultura que fueron olvidados en el Barrio de Villa Crespo, donde históricamente se concentraron las familias judías de Buenos Aires.
Justamente, el actor y la diputada Lubertino recorrieron las calles de Villa Crespo y sus principales atractivos culturales.
“Recorrimos Villa Crepo y hablamos del teatro en idish”, comentó la legisladora, quien expresó su alegría porque la propuesta con el reconocimiento a Berliner fue aprobada durante este año.
GB

 

 

 

 

Diario Popular –
Ratifican prisión a activista por los incidentes en el aniversario de Israel

La Cámara Nacional de Casación Penal confirmó el procesamiento con prisión preventiva del dirigente del Frente de Acción Revolucionaria Roberto Martino, quien fue acusado de participar de los incidentes que tuvieron lugar el 17 de mayo de 2009, al conmemorarse el 61º aniversario de la creación del Estado de Israel.
La Sala IV del Tribunal desestimó un planteo de la defensa de Martino, imputado por “tenencia ilegítima de arma de guerra, tenencia de documento nacional de identidad auténtico ajeno y de material inflamable”.
Martino había sido detenido por orden del juez federal Claudio Bonadío, luego de permanecer un año prófugo, y acusado por la comunidad judía de participar de los incidentes ocurridos en mayo del año pasado.
Los camaristas Mariano González Palazzo, Augusto Diez Ojeda y Gustavo Hornos rechazaron el recurso presentado por el abogado Ernesto Alderete, defensor de Martino, y confirmaron la prisión preventiva dictada en primera instancia, a raíz de que “el imputado se mantuvo al margen de los influjos del proceso penal durante un año como así también la grave imputación que pesa sobre él y su expectativa punitiva”.
El día de la celebración por el 61º aniversario de la creación del Estado de Israel, un grupo de manifestantes, con carteles con inscripciones antisionistas, se concentró frente la Jefatura de Gobierno porteño, lugar en el que se produjeron incidentes con la Policía.
L
a detención de Martino provocó numerosas protestas frente a los tribunales federales de Comodoro Py.

En ese marco, Martino inició el mes pasado una huelga de hambre en el penal de Marcos Paz, donde se encuentra detenido.

 

 

14/12/2010 Clarín –

EL AUTOR DE "EL NOMBRE DE LA ROSA" HABLO CON UN GRUPO DE PERIODISTAS EN MADRID
Eco: "Acabo de crear el personaje más antipático de la literatura"

"El cementerio de Praga", que trata sobre el antisemitismo, generó irritación en el Vaticano.

MADRID CORRESPONSAL
Juan Carlos Algañaraz
[email protected]

T enía dudas cuando terminé este libro: acababa de crear el personaje más antipático en la historia de la literatura", confía Umberto Eco a un grupo de periodistas en Madrid. Hace treinta años salió su recordada El nombre de la rosa y ahora el italiano presenta El cementerio de Praga, una obra compleja, difícil, pero que muchos críticos consideran su mejor obra después de aquel gran éxito, que ya lidera las listas de best sellers en nuestro país.

El protagonista es, insiste Eco, el único personaje inventado. Los demás existieron, lo mismo que las circunstancias casi siempre truculentas en que viven. El capitán Simon Simonini, de Turín, se pasea con distintas identidades por el libro en medio de las conspiraciones más famosas del ochocientos. Es un brillante falsificador que no copia los documentos que construye sino que los crea.

Pero el centro de la trama es la construcción falsaria de Los protocolos de los sabios de Sión, un libro clave para los antisemitas, que lo consideran la obra esencial para demostrar la obsesión de los judíos por el dominio mundial.

Umberto Eco escribe un texto cercano a la novela histórica y, sobre todo, a los folletines del siglo XIX, aunque su actualidad es transparente. "Vivimos rodeados de falsarios y falsificaciones. Fraudes y mentiras que impulsan en parte los servicios secretos como parte del gobierno", dice Eco, que deja ver que estos personajes "están entre nosotros".

El Cementerio de Praga está dominada por una obsesión que atormenta a Eco desde hace treinta años. "Quise dedicar una novela a la construcción de uno de los documentos más odiosos de toda la historia: Los protocolos de los sabios de Sión. Me dediqué a reconstruir la historia del antisemitismo del siglo XIX. Hasta la Revolución Francesa, el antisemitismo era un hecho ideológico-religioso. En el ochocientos aparece algo más radical. El judío es identificado con el capitalismo y surge el antisemitismo socialista muy fuerte, más que el religioso. Después llegamos a Hitler, con Mein Kampf, y al Holocausto".

"Se produce un hecho único en la historia. En el momento (1921) en que se demuestra la falsedad de Los protocolos de los sabios de Sión es cuando con más intensidad se asumen como verdaderos.

Hitler en Mein Kampf dice que las denuncias de la prensa alemana sobre la falsedad de los Protocolos es la demostración de que son auténticos." Un aporte original de Eco es su descubrimiento de que dos de las fuentes de los Protocolos provenían de los folletines, un género de enorme difusión en el siglo XIX. Una es un capítulo de José Bálsamo, Memorias de un médico de Alejandro Dumas y el otro de Los misterios del pueblo de Eugene Sue.

Apenas este libro se publicó en Italia, en noviembre, el "Osservatore Romano" ­el diario del Vaticano­ lo criticó duramente: se preguntaron si no fomentaba el antisemitismo que decía atacar. "Denunciar el antisemitismo poniéndose en la piel de los antisemitas", escribió la historiadora Lucetta Scaraffia en ese medio, "no funciona como una verdadera acusación. El lector acaba por resultar contaminado por el delirio antisemita. Cuando se evoca el mal, es necesario enfrentarlo al bien, para que sirva de contraste".

El libro no deja en buen lugar a católicos y Papas.

"Con todo lo que he dicho, esperábamos vender diez mil ejemplares, creíamos que encontraríamos esas diez mil personas de coraje.

En Italia, en un mes se vendieron 600.000 ejemplares.

No entiendo por qué. O se han vuelto todos locos ­lo cual es posible porque han votado a Berlusconi­ o bien esto se produce porque el libro habla de cosas que suceden también hoy", precisa Eco.

Las cosas que suceden hoy: "¡Miren lo que está sucediendo con Wikileaks!", señala el semiólogo.

"Estamos ante un hecho completamente nuevo. Se ha dicho, hasta hace poco, que valía la profecía de George Orwell sobre el Gran Hermano, uno solo que lograba saber todo lo que pensaban sus ciudadanos. Esta profecía se ha cumplido porque todos estamos monitoreados, controlados por el poder. Después de Wikileaks, todos pueden monitorear el poder. Esto subvierte completamente las relaciones de fuerza del mundo contemporáneo.

Con Wikileaks la reserva, la confidencialidad, desaparecen por completo. No sabemos cuáles serán los resultados."

Fragmento

24 de marzo de 1897 Siento cierto apuro, como si estuviera desnudando mi alma, en ponerme a escribir por orden -¡no, válgame Dios!, digamos por sugerencia- de un judío alemán (o austriaco, lo mismo da).
¿Quién soy? Quizá resulte más útil interrogarme sobre mis pasiones, de las que tal vez siga adoleciendo, que sobre Fragmento los hechos de mi vida. ¿A quién amo? No me pasan por la cabeza rostros amados. Sé que amo la buena cocina: sólo con pronunciar el nombre de La Tour d’Argent experimento una suerte de escalofrío por todo el cuerpo. ¿Es amor? ¿A quién odio? A los judíos, se me antojaría contestar, pero el hecho de que esté cediendo tan servilmente a las incitaciones de ese doctor austriaco (o alemán) me dice que no tengo nada contra esos malditos judíos.
De los judíos sé lo que me ha enseñado el abuelo: -Son el pueblo ateo por excelencia -me instruía-. Parten del concepto de que el bien debe realizarse aquí, y no más allá de la tumba. Por lo cual, obran sólo para la conquista de este mundo.

 

 

BAE –
El lenguaje del prejuicio y la violencia

POR RICARDO FORSTER

La historia es elocuente. Primero llegan las palabras del prejuicio y de la exclusión. Al comienzo se escuchan expresiones soeces y racistas contra los “extranjeros usurpadores del trabajo de los argentinos”. En el inicio está la descalificación y la mentira construida sobre el analfabetismo cultural, ese que deja saquear toda forma de conciencia crítica reemplazándola por afirmaciones inconsistentes y capciosas que describen con absoluta impunidad una escena que sólo existe en las retóricas afiebradas de los viejos y nuevos racismos. Después llega la violencia sobre los cuerpos, el odio traducido en crimen y multiplicado en cientos de imágenes de la vergüenza que, por la impudicia del montaje y de las voces en off de “canales de noticias” que siempre tienen listas sus baterías de adjetivos descalificadores para los pobres y los débiles, acaban por mutar en reacciones “justificadas” de vecinos “cansados y atemorizados ante los invasores extranjeros”, que dejan de ser portadores de derechos para convertirse en “okupas”, en “ratas de alcantarilla” y en cuanto improperio salga de gargantas cloacales.
La dicotomía del lenguaje constituye una expresión de la frontera imaginaria que separa a los "vecinos", definidos como gente común que quiere vivir tranquila y con seguridad, y los "okupas", bolivianos y paraguayos, todos "villeros y negros de mierda" que se apropian de lo que es nuestro. Ellos son, para estos vecinos "argentinos", los responsables del abandono, de la carencia de políticas públicas adecuadas, de la ola de criminalidad, de que sus hijos consuman drogas o de que el Gobierno de la Ciudad haya abandonado el sur junto con sus hospitales y escuelas. Es el eterno recurso al chivo expiatorio, ese sobre el que se descarga toda la violencia.
Implantado el virus de la xenofobia, multiplicado su efecto por la impudicia de ciertos lenguajes mediáticos, por la complicidad muchas veces criminal de las policías y reforzado por la irresolución de acuciantes demandas sociales, el terreno queda abonado para el pasaje a la acción violenta y homicida. Esa fue la base del pogrom contra los judíos en la Rusia de los zares y que llegó, una semana trágica de 1919, hasta nuestra geografía urbana de la mano de los "niños bien" de la Sociedad Patriótica que identificó a los judíos con la "invasión comunista".
Ese, pero ahora bajo la seudo legitimación de "las ciencias biologicas", fue el núcleo disparador del concepto de "inferioridad racial" que alimentó la lógica eugenésica y exterminadora de los nazis, lógica que se cebó sobre judíos, gitanos, débiles mentales y homosexuales.
El siglo veinte ha sido pródigo en la proliferación de la barbarie racista como para hacernos los distraídos y seguir hablando de "honestos vecinos" que defienden sus barrios del asalto de las hordas oscuras. El discurso xenófobo de Macri está en consonancia con esa genealogía que, por otra parte, hoy vuelve a desplegarse con fuerza en las derechas europeas y estadounidenses. Estar alertas es una obligación de todos aquellos que defendemos la convivencialidad democrática y la diversidad cultural.
Siempre por detrás de las reacciones “espontáneas” de los linchadores está el poder reaccionario (que puede ser una combinación de intereses políticos y económicos). Leer el mapa de la pobreza y el desamparo en la ciudad de Buenos Aires es comenzar a entender por qué se ocupan terrenos abandonados y quién busca sacar provecho de la supuesta "guerra de pobres contra pobres". Comprender lo que se prioriza, descifrar el laberinto de negocios inmobiliarios y entender el tejido ideológico que se despliega en nuestra ciudad de la mano del macrismo es descifrar quiénes y por qué habilitan que las palabras del odio y el prejuicio se transformen en violencia.
Lenguaje del racismo que anticipa el horror, la emergencia de la horda asesina que suele vestir los ropajes de la "gente decente" pero que en la barbarie de Soldati se mezclaron con barras bravas, matones a sueldo, lúmpenes y policías asesinos; persistencia de los prejuicios que abona el terreno para que asustados y azuzados sectores de clase media baja dirijan todo su odio y su miedo contra los más débiles. La xenofobia ha sido un recurso de las derechas para capturar el alma de amplios sectores de la sociedad atemorizados ante los que están por debajo y que, desde la patología de la paranoia, emergen como una amenaza contras la vida y la propiedad. Nunca hay que perder de vista la relación directa entre ideologías autoritarias y el despliegue de las retóricas del prejuicio y el racismo. El "huevo de la serpiente" anida en esos lenguajes que anticipan la llegada del horror, ese mismo del que fuimos testigos en los últimos días.
En Villa Soldati el blanco de la alquimia de prejuicio, resentimiento y miedo fueron los hermanos de Bolivia y Paraguay, arquetipos de un imaginario salvaje y brutal que viene desplegándose desde canales oficiales del Gobierno de la Ciudad y desde diversos medios de comunicación.
Los bolivianos y los paraguayos han sido convertidos, gracias a ese discurso, en "narcos", en "vagos que usurpan lugares públicos y que no pagan impuestos". Escuchamos a "vecinos" de la ciudad despotricar contra los extranjeros que nos roban el trabajo y que llenan escuelas y hospitales. Escuchamos azorados un discurso cruel y descalificador pronunciado por hijos de inmigrantes, que también fueron, en sus días de llegada al país, extranjeros pobres la mayoría de ellos y que también pudieron educar y darles salud a sus hijos en escuelas y hospitales públicos (y que también tuvieron que luchar contra la sobreexplotación y las condiciones miserables de vida o rebelarse contra la falta de viviendas y los abusos de los dueños de los conventillos. Claro, la memoria es corta y selectiva).
Escuchamos barrabasadas supuestamente sostenidas por análisis sesudos y estadísticos fabulados por mentes afiebradas que ni siquiera se toman el trabajo de reflexionar y de cotejar lo que están diciendo. Sucede que lo que se dijo y se sigue diciendo responde a un efecto “de verdad” construido desde la lógica de un racismo capilarizado en las entrañas de la sociedad y persistentemente alimentado por nuestra derecha autóctona, esa que siendo también hija de inmigrantes se ofrece como la más patricia entre las patricias, suerte de depositaria de una pureza de argentinidad que huele a cloaca ideológica.
Y, como viene siendo una costumbre de época, contando con la complicidad de la corporación mediática, verdadera usina desde la que se desparrama prejuicio y racismo.
Los días terribles en el Parque Indoamericano, la vergüenza que recorrió las calles de Villa Soldati, hablan de lo que todavía no alcanzó a repararse; hablan de olvidos y desidias, de injusticias y desigualdades. Hablan, en primer lugar, de un Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires atrapado en su telaraña de ineptitud y de ideología clasista y reaccionaria que entiende las necesidades de los pobres como un problema de filantropía social o de la agenda policial; pero también hablan de la imperiosa necesidad de meter mano democrática en el interior de la policía, de iniciar un programa de saneamiento que sigue siendo una deuda de la democracia y sin el cual se vuelve muy difícil dar una batalla genuina contra la inseguridad y la violencia urbana (y ni que hablar contra las bandas de narcotraficantes profundamente infiltradas en nuestras fuerzas policiales).
La decisión de Cristina Fernández de crear el Ministerio de Seguridad y de nombrar a Nilda Garré supone una clarísima señal de que se quiere iniciar ese camino de saneamiento, de que se intenta invertir inercias y políticas que terminaron siendo cómplices del agusanamiento de esas instituciones.
Los días terribles de Villa Soldati deberán recordarnos, siempre, que lo que se inicia en el lenguaje, lo que se habilita a través de palabras racistas, concluye en violencia homicida, y que esa brutalidad se cobra vidas inocentes y busca, en última instancia, horadar la democracia, la justicia y la dignidad humanas.



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