Itongadol.- (Patrick Kingsley y Ronen Bergman – The New York Times -NYT-) Cuando un alto diplomático estadounidense llamó al ejército israelí la semana pasada para pedir más detalles sobre las acusaciones israelíes contra la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), los líderes militares se sorprendieron tanto que ordenaron una investigación interna para averiguar cómo había llegado la información a oídos de funcionarios extranjeros.
Las acusaciones eran graves: 12 empleados de la UNRWA fueron acusados de unirse al ataque de Hamás contra Israel del 7 de octubre o a sus secuelas.
Las acusaciones reforzaron el discurso que Israel mantiene desde hace décadas sobre la UNRWA: que es parcial contra Israel y está influida por Hamás y otros grupos armados, acusaciones que la agencia rechaza enérgicamente.
Pero aunque la mayoría de los funcionarios israelíes se oponen a la UNRWA, algunos líderes militares no querían que se cierre en medio de un desastre humanitario en Gaza. De hecho, no fueron los militares quienes revelaron la información a Estados Unidos, sino la propia UNRWA.
Todo comenzó el 18 de enero cuando el Comisionado General de la UNRWA, Philippe Lazzarini, se reunió en Tel Aviv con el subdirector general del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, Amir Weissbrod, que supervisa las relaciones con los organismos de la ONU.
Según un funcionario de la ONU que estaba al tanto de la reunión, se trataba de una conversación rutinaria sobre la entrega de alimentos, combustible y otros suministros de ayuda a la Franja.
Sin embargo, en lugar de eso, Weissbrod llegó provisto de la escandalosa información sobre la UNRWA, que le había sido facilitada por oficiales del ejército, según cuatro funcionarios familiarizados con la situación.
La UNRWA es la mayor agencia de ayuda sobre el terreno en Gaza, proporciona refugio a más de la mitad de la población y coordina la distribución de la escasa ayuda y los suministros de combustible que llegan en camiones todos los días desde Egipto e Israel.
Algunos funcionarios israelíes están preocupados de verse obligados a llenar el vacío si la UNRWA se derrumba sin un plan para sustituirla.
A pesar de esto, una semana después de que se publicaran las acusaciones, el futuro de la agencia está en dudas.
La ONU anunció las acusaciones el viernes 26 de enero, informando que nueve de los doce habían sido despedidos (otros dos ya estaban muertos), lo que generó una cascada de Estados donantes que suspendieron su financiación, el mismo día en que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) pidió al Estado judío que permitiera la entrada de más ayuda.
Luego llegó una afirmación israelí aún mayor: que el 10% de los 13.000 empleados de la UNRWA en Gaza eran miembros de Hamás. Siguieron más suspensiones de fondos.
La agencia señaló que sus reservas podrían agotarse a finales de mes, incluso cuando los grupos de ayuda advierten de una hambruna inminente.
«Nuestra operación humanitaria, de la que dependen dos millones de personas en Gaza, se está colapsando», expresó Lazzarini en un comunicado.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, por su parte, aprovechó el momento para pedir el cierre de la UNRWA: «La misión de la UNRWA tiene que terminar. Tiene que ser sustituida por alguna organización u organizaciones que hagan ese trabajo».
Parte del enojo de Netanyahu contra la UNRWA tiene su origen en el hecho de que los abogados que presentaron el caso de genocidio en la CIJ citaron varias declaraciones de la UNRWA para apoyar su caso.
«Muchos de los cargos, falsos e infundados, que se formularon contra nosotros en La Haya fueron presentados por funcionarios de la UNRWA», agregó el premier israelí.
Entre la docena de empleados de UNRWA que se cree que participaron en el ataque de Hamas o sus consecuencias había un consejero en una escuela de la UNRWA en el sur de Gaza, acusado de secuestrar a una mujer israelí.
Además, un trabajador social de UNRWA del centro de la Franja fue acusado de secuestrar el cuerpo de un soldado israelí muerto para llevarlo a Gaza.
Asimismo, un tercero habría participado en un asalto a un pueblo israelí en el que murieron unas 100 personas.
Tras la reunión en Tel Aviv, Lazzarini evaluó las acusaciones israelíes, voló a Nueva York para reunirse con el Secretario General de la ONU, António Guterres, y comenzó a despedir a los empleados.
La UNRWA informó de la situación a los funcionarios estadounidenses el miércoles 24 de enero, lo que llevó a los diplomáticos estadounidenses a pedir a los servicios de seguridad israelíes una explicación más completa.
La petición estadounidense consternó a la dirección de inteligencia militar y de estrategia de Israel, cuyos dirigentes no sabían que los reclamos se habían transmitido a la propia UNRWA, y mucho menos al gobierno de Estados Unidos. A la dirección de estrategia le preocupaba que estos reclamos se hubieran difundido sin una estrategia adecuada.
Incluso los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí se sorprendieron por el giro de los acontecimientos tanto cuando la UNRWA anunció los reclamos dos días después como cuando los estados donantes, incluido Estados Unidos, anunciaron que suspendían la financiación.
En el momento en el que el Ministerio israelí comunicó las acusaciones a Lazzarini, ocho días antes, pocos preveían que estas provocarían un furor tan rápido, remarcó un funcionario informado de la decisión.
Israel hizo tantas acusaciones contra la UNRWA a lo largo de los años que nadie esperaba que esta fuera la que se mantuviera, añadió el funcionario.
Sin embargo, los dirigentes políticos israelíes no tardaron en intentar aprovechar los acontecimientos. Menos de un día después el ministro de Asuntos Exteriores del Estado judío, Israel Katz, pidió que la UNRWA fuera «sustituida por agencias dedicadas a la paz genuina».
Los israelíes están en desacuerdo con la UNRWA en parte porque dicen que su propia existencia es un obstáculo para un acuerdo de paz con los palestinos.
La UNRWA se fundó en 1949 para atender a los palestinos que escaparon o tuvieron que abandonar sus hogares durante las guerras que rodearon el nacimiento del Estado de Israel, en un desplazamiento conocido en árabe como la Nakba, o catástrofe.
La UNRWA ayuda a más de cinco millones de refugiados y sus descendientes que viven en todo Medio Oriente, incluida la mayoría de los residentes de Gaza.
Para los refugiados la UNRWA defiende su sueño de regresar a los antiguos hogares de sus familias. Por eso los israelíes la consideran una amenaza para el carácter judío de Israel: Temen que el regreso de tanta gente a lo que hoy es Israel plantee enormes amenazas demográficas, de seguridad y logísticas.
A pesar de que muchos oficiales militares israelíes están de acuerdo con esa postura, se mostraron cautelosos a la hora de buscar el cierre de la UNRWA sin un sucesor claro, según dijeron varios oficiales.
Dentro del ejército israelí, los generales y los oficiales que se ocupan de la Franja de Gaza debatieron sobre la conveniencia de avivar el debate sobre la UNRWA, para no incitar a más países a retirar la financiación en medio de una guerra.
Los que parecían menos preocupados al respecto son los dirigentes políticos israelíes.
Según una lectura del gobierno, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, aseguró en un discurso ante embajadores extranjeros la semana pasada que la UNRWA había «perdido su legitimidad para existir»