Itongadol.- (Tamar Uriel-Beerie -The Jerusalem Post) El miércoles por la noche, el Foro de Rehenes y Familiares Desaparecidos compartió un video en el que se ve cómo secuestran a mujeres soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en su base de Nahal Oz, en la Franja de Gaza, el 7 de octubre.
Las familias de las rehenes tomaron la valiente decisión de hacer público el video.
‘‘Mírenlas a los ojos’’, instó el foro. ‘‘Este vídeo es una aguda acusación del fracaso nacional: la anarquía en relación con los rehenes durante los últimos 229 días’’.
El foro señaló que el video revela el trato violento y humillante que sufrieron las mujeres el día de su secuestro y capta el inmenso miedo en sus ojos.
‘‘Ver sufrir a nuestras rehenes israelíes, ver sus brazos atados, la sangre y la suciedad cubriendo sus cuerpos, es nauseabundo, es más repugnante de lo que las palabras pueden expresar’’, agregaron.
Su tortuoso estado es innegable. Es incuestionable.
Pero también lo es el de tantos palestinos de la Franja de Gaza.
Una cosa no desacredita la otra, hay sufrimiento en ambos lados.
El pueblo palestino perdió familias enteras. Todos los ciudadanos del enclave costero perdieron a un ser querido. Sus casas están destruidas y su futuro es incierto.
Se mueren de hambre porque Hamás roba las entregas de alimentos. Los civiles palestinos saben que las IDF están a punto de atacar pero no pueden retirarse por la amenaza de las organizaciones terroristas. Se sienten acorralados y solos.
El sufrimiento de cada individuo, independientemente de su afiliación, es una tragedia. Reconocer el dolor del pueblo gazatí es una cuestión de compasión y empatía humana, que no disminuye el reconocimiento de las penurias de Israel, ni sugiere que la razón de la lucha continua de Israel en Gaza sea injustificada.
Muchas de las familias de los rehenes, a pesar del tremendo e inimaginable sufrimiento que han experimentado, expresaron sentimientos similares.
Como pueblo, es vital que evitemos la simplificación excesiva y reconozcamos, en cambio, los complejos costos humanos que conlleva.
Cuando libramos una guerra contra Hamás, operamos dentro de la Franja de Gaza junto a niños y personas convencidas de la justificación de Hamás -de mentalidad cruel, sí, pero personas al fin y al cabo-.
Si no te genera nada ver una pila de cadáveres que se acumula en tierra enemiga, ¿cómo esperas que reconozcan lo mismo en tu territorio?
El contraargumento a esto, en ocasiones escuchado en el lado israelí, es que la guerra actual la comenzó Hamás. Esto es cierto hasta cierto punto. Israel opera contra Hamás, y aunque la metodología es cuestionable, el motivo es cierto, y Hamás está acaparando suministros traídos para ayuda humanitaria.
Dicho esto, no podemos ignorar el hecho de que las IDF dejaron destrucción a su paso. Eso no hace que sea totalmente erróneo, pero es innegable.
Por eso, cuando el bando pro palestino -y sí, insisto en no utilizar el término ‘‘antiisraelí’’ en este caso- mira hacia el lado israelí, considera cualquier negación israelí del sufrimiento palestino como si el enemigo viniera a saquear y después negara sus acciones.
Es a través del reconocimiento del sufrimiento de la otra parte como podemos mantener la moralidad, incluso cuando Israel se encuentra en una posición tan difícil militarmente, con un pie dentro y otro fuera.
*: Tamar Uriel-Beerie es redactora jefe adjunta en The Jerusalem Post.