Itongadol (Por Amine Ayoub*/The Jerusalem Post).- La reciente condena de Arabia Saudita al ataque de Israel a Irán ha causado conmoción en todo Medio Oriente, dada la relación históricamente tensa entre ambos países.
Si bien las razones detrás de esta medida aparentemente contradictoria son complejas y multifacéticas, pueden atribuirse a una confluencia de factores, como la geopolítica regional, consideraciones internas, presiones internacionales y el potencial de normalización con Israel.
Medio Oriente ha sido durante mucho tiempo una región marcada por alianzas complejas y rivalidades profundamente arraigadas. Durante décadas, Arabia Saudita e Israel han sido adversarios y comparten una desconfianza mutua derivada de sus intereses ideológicos y geopolíticos divergentes. Sin embargo, en los últimos años se ha observado un cambio sutil en su relación, impulsado por una preocupación compartida por la creciente influencia regional de Irán.
Irán, con su apoyo a varios grupos militantes en la región y sus ambiciones nucleares, ha emergido como una amenaza común tanto para Arabia Saudita como para Israel. Esta percepción compartida de amenaza ha llevado a un entendimiento tácito entre los dos países, en el que ambos reconocen la necesidad de contrarrestar las tendencias expansionistas de Irán. Sin embargo, este entendimiento no se ha traducido en una alianza abierta, ya que Arabia Saudita Arabia Saudita sigue siendo cautelosa debido a sus sensibilidades políticas internas y sus compromisos regionales.
La decisión de Arabia Saudita de condenar el ataque de Israel a Irán también está influida por consideraciones internas. El gobierno saudita es muy consciente del sentimiento antiisraelí profundamente arraigado en su población, alimentado por décadas de conflicto palestino-israelí y la percepción de Israel como una potencia ocupante. Cualquier apoyo manifiesto a Israel, incluso frente a una amenaza compartida, podría provocar una reacción interna y socavar la legitimidad del gobierno.
Además, Arabia Saudita se encuentra en medio de un proceso de reforma social y económica significativa, conocido como Visión 2030. Este ambicioso plan apunta a diversificar la economía saudita y reducir su dependencia del petróleo. Como parte de esta reforma, Arabia Saudita busca proyectarse como una nación moderada y progresista en el escenario mundial. Condenar el ataque de Israel a Irán se alinea con esta imagen y ayuda a mitigar la percepción del reino como un Estado reaccionario.
Además, la condena de Arabia Saudita al ataque de Israel a Irán se debe a la presión internacional. La comunidad internacional, en particular Estados Unidos y sus aliados, ha condenado cada vez más las acciones de Israel en la región, particularmente en Gaza. Arabia Saudita está bajo presión para alinearse con esta postura. Al condenar el ataque de Israel, está señalando su alineamiento con el consenso internacional y evitando un posible aislamiento diplomático, aunque en este caso Estados Unidos no condenó el ataque de Israel a Irán. Estados Unidos conocía la operación de antemano, pero optó por no participar, y además advirtió a Israel que no atacara sitios nucleares. La dinámica detrás de escena sigue sin estar clara, lo que deja muchas preguntas sobre las verdaderas motivaciones y los acuerdos en juego.
Arabia Saudita desea desempeñar un papel más destacado en los asuntos internacionales. Condenar el ataque de Israel a Irán le permite al reino posicionarse como un actor responsable e influyente en la región. Esto demuestra su compromiso con el derecho y las normas internacionales, al tiempo que destaca su capacidad para mediar en disputas y promover la estabilidad regional.
En los últimos años ha habido una creciente especulación sobre la posibilidad de que Arabia Saudita normalice sus relaciones con Israel. Esta posible normalización está impulsada por varios factores, incluidas las preocupaciones compartidas sobre Irán, las oportunidades económicas y el deseo de remodelar el panorama regional. Sin embargo, persisten varios obstáculos, incluida la cuestión palestina, las sensibilidades internas en Arabia Saudita y el contexto regional.
La cuestión palestina sigue siendo un obstáculo importante para cualquier posible normalización entre Arabia Saudita e Israel. Arabia Saudita ha sostenido consistentemente que una normalización con Israel solo puede producirse si hay una solución justa y duradera al conflicto palestino-israelí. Cualquier acuerdo debería abordar la cuestión palestina y garantizar que los derechos palestinos sean protegidos.
Internamente, Arabia Saudita navega por un delicado equilibrio entre sus objetivos de política exterior y sus sensibilidades internas. Cualquier normalización con Israel tendría que ser cuidadosamente calibrada para evitar provocar una reacción interna. El gobierno saudita tendría que manejar cuidadosamente a la opinión pública y asegurarse de que cualquier acuerdo de normalización sea percibido como beneficioso para el pueblo saudita.
Regionalmente, una normalización de relaciones entre Arabia Saudita e Israel podría tener implicancias significativas para el Medio Oriente en general. Podría conducir a un realineamiento de las alianzas regionales y la dinámica de poder, lo que podría afectar el equilibrio de poder en la región. Otros actores regionales, como Irán y Turquía, pueden ver esa normalización con sospecha y tratar de socavarla.
* Analista político residente en Marruecos.