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Argentina: Designan a un amigo de Israel como embajador en la ONU

Por Iton Gadol
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Itongadol/AJN.- El gobierno de Javier Milei designó como representante argentino ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a Francisco Tropepi, un diplomático de carrera que se convirtió en un amigo de Israel por su gran desempeño como encargado de Negocios ante el Estado judío, por su trato afectuoso en los momentos más difíciles, con los familiares de las víctimas y los rehenes compatriotas que cayeron en manos de terroristas palestinos en la Masacre del 7 de Octubre del año pasado.

Este hecho no parece haber sido menor a la hora de su designación, habida cuenta la posición pro-israelí del Presidente Milei.

Tropepi había quedado a cargo de la embajada en reemplazo de Sergio Urribarri y se ocupó personalmente de cada familia y también de los argentinos que regresaron del cautiverio. Esto quedó evidenciado durante la visita del presidente argentino al Estado de Israel el pasado mes de febrero, acompañado por la canciller Diana Mondino y el embajador argentino en Israel, Axel Wahnish.

El afecto ganado quedó demostrado en las interminables despedidas y muestras de cariño y agradecimiento que se dieron días antes de su partida hacia Washington.

Cabe destacar la realizada por la cancillería israelí, con la presencia del entonces director para América Latina, Jonathan Peled, y el jefe de Protocolo del ministerio, Gil Haskel, quienes destacaron su importante tarea, y el reconocimiento entregado por el presidente de la Knesset (Parlamento), Amir Ohana, por su trabajo desde el 7 de Octubre.

En Buenos Aires, el embajador Eyal Sela destacó que la labor de Tropepi fue acorde a la de un “Justo entre la Naciones”, calificación que refiere a los gentiles que merecen consideración y respeto por su conducta altamente moral ante judíos en peligro.

Tropepi junto a Clara Marman y Luis Har, rehenes liberados

En una entrevista con la Agencia AJN publicada en mayo, Tropepi manifestó qué significaba para él dejar Israel: “Como diplomático, supuestamente, uno siempre está acostumbrado a las despedidas. La verdad es que he generado tantos lazos de amistad, profesionales, a todo nivel, con la comunidad argentina y con los israelíes en mi paso por este país, que se me está haciendo, en lo personal, muy difícil”.

Respecto a lo ocurrido el 7 de octubre, el diplomático recordó cómo fueron sus primeras horas durante el ataque de Hamás: “Había planificado por mucho tiempo unas vacaciones en Japón, un país que tenía ganas de conocer. Aterrizamos el 5 de octubre a la noche, paseamos el 6 y el 7 fuimos a ver un santuario en el centro de Tokio. En un momento, al mediodía, nos sentamos a tomar un café y de pronto sonó la alarma de cuando hay ataques de misiles en mi teléfono y en el de Josefina, mi esposa. Pensamos que debía tratarse de un error porque era el último día de Sucot (en rigor, era Simjat Torá) y Shabat. Empezamos a mandar mensajes… Estábamos a las 12.30 del mediodía y en Israel eran las 6.30. A partir de ahí comenzó una vorágine de ver qué estaba pasando, recibir cada vez más cantidad de mensajes, empezar a comunicarme con colegas, compañeros de trabajo y amigos que estaban en Israel. También con Buenos Aires, para ver cómo evolucionaba la situación y qué tipo de comunicados iba a emitir la Argentina”.

“No paré hasta que conseguí ese mismo día a la noche un único pasaje para volver con la única compañía que estaba habilitada para volar, que era El Al. Las otras habían cancelado todas, dejando a mi familia en Tokio… Volví con mucho miedo, en un contexto de incertidumbre absoluta, y después de un bombardeo permanente de cohetes desde Gaza hacia el aeropuerto, y juro que cuando estaba llegando el avión tenía miedo de que pase algo. Ya era una situación de guerra… Fueron trece horas de vuelo directo. Mi familia quería volver conmigo, pero la verdad es que había un solo ticket y fue mucho mejor que los chicos se queden afuera. Porque además me permitió trabajar casi sin descanso durante un montón de días y semanas. Aterricé y tenía en el celular una cantidad enorme de mensajes que decían ‘cuidate’ o me preguntaban qué estaba pasando. Ahí empezó ese trabajo que hicimos con los compañeros de la Embajada, el Consulado y la Agregaduría. Es decir que estuve solo esas 13 horas desconectado”, agregó.

En cuanto a la vista de Milei al kibutz Nir Oz, reflexionó: “Me quedo con su compromiso para con las familias de los rehenes. Tuvieron una reunión reservada que se hizo en la Embajada y fue para que la gente se exprese libremente, sin estar pendientes de nada. El presidente Milei los escuchó a todos. Estaba Gabriela en esa reunión, ex rehén. Ellos estaban muy agradecidos de ese encuentro con el presidente Milei, que les habló con el corazón y les dio todo su apoyo. No son reuniones nada fáciles porque hay muchas vidas en juego. No es algo teórico… Y lo vi al presidente Milei conmovido y con toda su voluntad. A él y a la canciller Diana Mondino, al nuevo embajador Axel Wahnish, a Karina (Milei, secretaria general de la Presidencia), que era parte de la delegación… A todos muy comprometidos con el tema. Además, lo prueban con hechos. No es solamente algo que digan”.

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