Itongadol.- El martes alrededor de las 10:40 de la mañana (horario israelí), la aplicación de mensajería más utilizada, WhatsApp, dejó de funcionar durante una hora, lo que provocó un breve contratiempo en la capacidad de comunicación de la población israelí.
La caída de WhatsApp afectó a usuarios de todo el mundo, no sólo de Israel. Según Down Detector, que rastrea las interrupciones del servicio en todo el mundo, hubo cerca de 70.000 informes de interrupciones en la plataforma.
Si bien ese lapso momentáneo en el funcionamiento de la aplicación se sorteó con cierta facilidad recurriendo a las llamadas telefónicas tradicionales, los correos electrónicos y los mensajes SMS, dejó en claro el dominio de la aplicación en la red de comunicaciones del país, dando lugar a una pregunta: ¿depende Israel demasiado de WhatsApp?
¿Por qué nos gusta tanto Whatsapp?
WhatsApp es la aplicación de mensajería más utilizada en Israel y en todo el mundo, con 100.000 millones de mensajes al día, y se usa para comunicarse incluso con más frecuencia que los SMS. Como tal, WhatsApp es el anfitrión del discurso relacionado con muchos aspectos centrales de la vida del israelí promedio, desde la coordinación de la recogida en el preescolar hasta la correspondencia laboral; no sólo eso, sino que varias organizaciones nacionales, incluidas las Fuerzas de Defensa de Isael (IDF) y el gobierno israelí, lo utilizan también para coordinar su actividad diaria.
Seguramente hay algo en WhatsApp que lo convierte en la forma ideal de comunicación para millones de personas en todo el país, -y en el mundo- pero ¿qué es lo que hace que la aplicación sea tan atractiva?
El Dr. Gilad Greenwald es un experto en historia de la comunicación y profesor del Departamento de Estudios Políticos y de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Bar-Ilan (Ramat Gan). Según él, WhatsApp funciona bien porque hace un poco de todo.
«Uno de los aspectos más importantes de WhatsApp es el hecho de que es un medio social, similar incluso a los medios sociales más tradicionales como Facebook o Twitter, porque no sólo se pueden enviar mensajes escritos, también se pueden enviar imágenes y audios. Ese es probablemente uno de los elementos más importantes que llevan a la gente a utilizar WhatsApp como tecnología principal para comunicarse a diario», expresó Greenwald.
Además, el arraigo de la plataforma de comunicación entre la población puede haber sido simplemente una cuestión de «lugar y momento adecuados».
En relación a esto, Greenwald señaló que «cada pocos años hay un medio dominante diferente», y WhatsApp resulta ser el campeón de este periodo. En ese sentido, puede que no sea diferente del teléfono en los años 90, cuando «la gente era adicta a las llamadas telefónicas. Hablaban por teléfono durante 45 minutos, 60 minutos, simplemente charlando con sus amigos».
¿Es peligroso el monopolio israelí de Whatsapp?
La idea de que todo un país funcione con una plataforma propiedad de Meta (antes Facebook) puede suscitar algunas preocupaciones entre los escépticos respecto a la seguridad de su información, y el riesgo que supone que la plataforma tenga una base de usuarios tan grande que la utiliza para todas sus conversaciones diarias.
El Dr. David Faitelson, director de la escuela de ingeniería de software de Afeka (Tel Aviv), explicó uno de los problemas fundamentales de que una sola pieza de software dependa de una gran cantidad de usuarios.
«El problema es que, con este tipo de aplicaciones, su poder o atractivo depende del número de personas que las utilicen», destacó Faitelson.
Esto tiende a crear una economía de «ganadores» en la que los usuarios se decantan por un único sistema, lo que puede ser un problema porque se produce lo que llamamos en el sector un ‘punto único de fallo’: hay un proveedor que »proporciona la infraestructura para todo el mundo, y si este proveedor tiene un problema, afecta a todo el mundo», agregó Faitelson.
En este sentido, existe un conflicto inherente: el objetivo de una aplicación de redes sociales como WhatsApp es atraer al mayor número de usuarios posible para aumentar su propuesta de valor, mientras que al hacerlo se convierte en un mayor riesgo para los usuarios en caso de fallo del sistema. ¿Se puede evitar esto?
«La forma de evitar un ‘único punto de fallo’ es no poner todos los huevos en el mismo canasto. La gente utiliza WhatsApp para trabajos importantes y es muy cómodo cuando todo funciona. Pero cuando hay un problema, de repente se dan cuenta de que ese trabajo tan importante no puede hacerse en ese momento, porque todo el mundo está acostumbrado a trabajar a través de esta herramienta. Y eso puede ser muy, muy peligroso», concluyó Faitelson.
A pesar del inconveniente temporal que supone la infrecuente caída del servidor, parece inevitable que la gente de todo Israel siga utilizando WhatsApp para la mayor parte de su comunicación interpersonal, al menos hasta que aparezca la siguiente aplicación mejor para la tarea, momento en el que sin duda será impensable volver a las arcaicas plataformas que utilizamos hoy.
Como dice Greenwald, «en cierto modo es imposible volver atrás, porque cambiamos junto con la tecnología. Utilizamos la tecnología y esa tecnología nos afecta. Es muy difícil adaptarse a un medio más antiguo cuando ya eres un consumidor de medios de comunicación completamente diferente a lo que eras antes».
Fuente: The Jerusalem Post.