Inicio ISRAEL Elecciones 2019: La campaña electoral entra en la recta final y todos tratan de “absorber escaños”

Elecciones 2019: La campaña electoral entra en la recta final y todos tratan de “absorber escaños”

Por IG
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Itongadol/AJN.- Dentro de 48 sabremos quién será el próximo primer ministro de Israel, o quizás no… Israel es una democracia parlamentaria que cada 4 años – al menos en teoría – celebra elecciones generales, nacionales, directas, secretas y proporcionales. Los 120 escaños del Parlamento, la Knesset, son asignados en proporción al porcentaje que obtiene cada partido en el voto nacional.

Quien no alcance el 3,25 no pasará el umbral electoral y, por lo tanto, quedará afuera de la Knesset y además, esos votos, se perderán.

Una vez conocidos los resultados de las elecciones, el presidente de Israel asigna la tarea de formar gobierno al jefe del partido que obtuvo más votos y que además tiene las mayores posibilidades de formar una coalición. Para ello necesita una mayoría de 61 escaños, por lo cual negociar y hacer alianzas con los otros partidos, en general con los de una línea ideológica similar.

El candidato a quien se le asigna la tarea tiene 28 días para formar gobierno. El presidente puede prorrogar el plazo por un período adicional no superior a 14 días. Si transcurre todo este tiempo y el candidato designado no ha podido formar el nuevo gobierno, el presidente deberá entonces asignar la tarea al del partido que obtuvo el segundo lugar en las elecciones. Para este segundo intento hay un lapso de 28 días para el cumplimiento de la tarea. No hay más prórrogas posibles.

En Israel todos saben que ese escenario es posible, es precisamente lo que le sucedió a Tzipi Livni en 2009, cuando ganó las elecciones frente a Netanyahu, pero no logró formar gobierno.

Si bien los resultados de las elecciones están muy lejos de conocerse, la estructura política israelí se encuentra en este momento en esa etapa, tratando de ver quién y con quién podrán formar una coalición.

<strong>Absorber escaños o “comerse a los amigos”</strong>

Los dos partidos que tienen las mayores posibilidades de recibir el encargo de formar gobierno son Likud que lidera el actual primer ministro, Binyamin Netanyahu, y Kahol Laván (Azul y Blanco), encabezado por el excomandante en jefe del Ejército de Israel, Benny Gantz. Lo que cada uno de ellos está haciendo ahora, en el último tramo de campaña, es tratar de “absorber escaños” de otros partidos del mismo bloque, o – como solía decir el ex primer ministro Ariel Sharon – “comerse a los amigos”.

El partido de Benny Gantz está tratando de atraer votantes dentro de su propio bloque, de centro izquierda, del partido Laborista, Avodá, que últimamente se ha estabilizado en las encuestas y no corre peligro de no alcanzar el umbral electoral.

Pero Gantz, y su principal socio, Yair Lapid, buscan principalmente atraer a los votantes de derecha que se han cansado de tantos años de gobierno de Netanyahu o que se sienten decepcionados por las causas penales en las que está involucrado y los delitos de los que se lo acusa. Sin “hacer leña del árbol caído”, el partido Azul y Blanco sencillamente dice que el tiempo de Netanyahu ha terminado, que le dio mucho al país, pero ha llegado el momento de agradecerle y hacer un gran cambio.

Del lado del Likud no es la primera vez que Netanyahu “absorbe los votos” de otro partido de derecha. Lo sabe bien Naftali Bennett, que en las elecciones anteriores perdió una cantidad considerable de escaños a último momento, cuando Binyamin Netanyahu enfocó la campaña en los partidos pequeños de su bloque, para “salvar al gobierno de derecha”. Tal como dijo en un famoso video el mismo día de las elecciones: “los árabes fluyen hacia las urnas, los trae la izquierda en autobuses”.

<strong>Crear un Estado palestino y no crearlo </strong>

En esta campaña electoral, Binyamin Netanyahu ya comenzó a apuntar sus mensajes hacia otros partidos de su bloque, en especial a los partidos del Sionismo religioso y a los del partido de Naftali Bennett y Ayelet Shaked, “La Nueva Derecha”.

Este fin de semana, Netanyahu anunció en una entrevista que va a “aplicar la soberanía a los lugares donde viven israelíes en la Ribera Occidental” y que “no habrá diferencia entre los tres grandes bloques de asentamientos y los enclaves aislados”.

De inmediato, dentro de su bloque, los partidos más pequeños de la derecha nacionalista salieron a decir que se trata de una promesa de campaña que no tiene sustento. Quien salió al cruce de esta estrategia fue Ayelet Shaked, que declaró indignada: “No sé cómo explicar este comportamiento, no entiendo qué hace. La única explicación que se me ocurre es que decidió terminar con el bloque de derecha para formar gobierno con Benny Gantz y así aprobar el plan de paz de Trump”.

“Netanyahu ya sabe que él es el próximo primer ministro”, continuó Shaked. “Según todas las encuestas el Likud y Azul y Blanco están empatados y el bloque de derecha es significativamente más fuerte, 66 escaños”, agregó.

Pero, como decía el expresidente Shimon Peres: “las encuestas son como el perfume, es bueno para olerlo, pero no hay que bebérselo”. Y Binyamin Netanyahu quiere estar seguro de que, dentro de unas horas, el presidente no tenga otra opción más que encargarle a él la formación del próximo gobierno.

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