Itongadol.- Los refugiados sirios en los campos de desplazados están siendo víctimas de un brote de cólera en el Líbano, que ya sufre un colapso económico que ha reducido el acceso al agua potable y ha sobrecargado los hospitales.
El Líbano registró su primer caso de cólera a principios de octubre, lo que supone el regreso de la bacteria por primera vez en 30 años. Ahora cuenta con al menos 220 casos y cinco muertes.
Según la Organización Mundial de la Salud, el Líbano es la última fase de un brote desenfrenado que comenzó en Afganistán en junio y que luego se extendió a Pakistán, Irán, Irak y Siria.
En la propia Siria se han notificado más de 13.000 casos sospechosos, con 60 muertes, según la oficina de Médicos Sin Fronteras (MSF) en ese país.
El cólera suele propagarse a través de agua, alimentos o aguas residuales contaminadas. Puede causar diarrea grave y deshidratación, que pueden ser mortales si no se tratan.
La mayoría de los casos de cólera en el Líbano se han producido en los campamentos, entre el aproximadamente millón de sirios que se han refugiado en la última década del conflicto en su país, según el ministro de Sanidad provisional, Firass Abiad.
Dijo que la crisis económica de tres años tenía parte de la culpa. El agua de la red pública libanesa, no sólo de los campamentos, ya era insegura para beber sin tratamiento, pero con las arcas del Estado vacías por la recesión, no hay suficiente combustible para hacer funcionar las estaciones de agua gestionadas por el gobierno.
Sus aguas estancadas se contaminan con facilidad mientras los hogares se enfrentan a la escasez, dijo Abiad.