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Efemérides. Hoy en la historia judía fallece MAX NORDAU

Por Gustavo Beron
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Itongadol.- El 22 de enero de 1923 falleció Max Nordau, el intelectual que junto con Teodoro Herzl revolucionó al pueblo judío con la fundación del Movimiento Sionista.

Nordau fue la mano derecha de Herzl desde antes del Primer Congreso Sionista, efectuado en Basilea a fines de agosto de 1897, y fue quien redacto el “Programa de Basilea”, la base indiscutible de sionismo político que a partir de ese momento comenzó su gesta destinada a que el pueblo judío vuelva a tener un estado territorial. En ese entonces utilizó las palabras “Hogar Nacional”, en lugar de Estado, para no molestar al gobierno turco que era el que gobernaba Eretz Israel.

Él nació como Simón Maximiliano o Simcha Südfeld el 29 de julio de 1849 en Budapest y era hijo del rabino Gabriel Südfeld, quien también se destacó como poeta hebreo. Su educación fue la tradicional por ser hijo de una familia judía observante del imperio Austrohúngaro, hasta que a los 15 años decidió abandonar la observancia. En ese entonces se dedicó a recorrer las principales ciudades europeas y a escribir para diversos periódicos y diarios en alemán.

Años después decidió estudiar medicina y se recibió de médico en la Universidad de Budapest en 1872. Luego de esto modificó su nombre por el de Max Nordau y viajó a Berlín. Poco tiempo después regresó a su ciudad natal cuando muere su padre y se hizo cargo de mantener a su familia integrada por su madre y una hermana.

A fines de la década del ’70 del siglo XVIII, cuando ya tenía ganado un importante prestigio como periodista, decidió dedicarse a la práctica de la medicina y en 1880 se trasladó a París, en donde vivió hasta su muerte. Durante la Primera Guerra Mundial se vio obligado a exilarse en España ya que era considerado germanófilo.

Alejado completamente del judaísmo, se casó con una mujer no judía con quien tuvo su única hija, la pintora Maxa Nordau. A partir de su estadía en la capital de Francia inició su fecundo período literario, cuya producción comprende ensayos críticos, estudios de sociología y filosofía, narraciones, novelas, comedias y hasta fábulas para niños. Sus tres obras más célebres son: Las mentiras convencionales de nuestra civilización (1883), Paradojas (1885) y Degeneración (1893).
En éstas efectuó una violenta y elocuente crítica a las costumbres e instituciones de la época, combinando un radicalismo crítico muy especial con la fe en los principios del positivismo. Gracias a su estilo brillante y a su facilidad como divulgador, estas obras obtuvieron un gran éxito y fueron motivo de amplios debates en los medios periodísticos y académicos.

Nordau continuó escribiendo artículos para los principales periódicos y diarios del mundo, entre los que se encontraba La Nación de Buenos Aires, y formó parte de la redacción del diario Die Neue Freie Presse.

Asimilado plenamente a la cultura europea, lo impactó el antisemitismo que se generó como consecuencia del Caso Dreyfus, se contactó con Teodoro Herzl y se interesó por el proyecto de constituir una organización que de solución a este problema, estableciendo un estado territorial para el pueblo judío.

De acuerdo con los especialistas en la obra del fundador del sionismo político, fue Max Nordau quien convenció a Herzl de organizar el Primer Congreso Sionista, pues consideraba que la institución a fundarse debía ser democrática y tener el apoyo de las bases y no el de una elite.

Además de ser el principal colaborador de Herzl en la organización del Congreso, fue el encargado de pronunciar un discurso que se convirtió en histórico, pues analizó la situación que vivía el pueblo judío en toda Europa. En este destacó que si bien en muchos países se les había dado la igualdad de derechos, esa disposición legal no era aceptada por la gran mayoría de las poblaciones de esos países, lo que llevaba a constantes acciones antisemitas. Debido a esto consideraba que la emancipación de los judíos en realidad había fracasado, por lo que era necesario que el pueblo judío volviera a tener su propio estado territorial.

Durante su discurso en el Segundo Congreso Sionista pronunció una frase que estableció una nueva concepción sobre la manera en la que debía vivir el judío. Frente a la imagen de ser una persona débil, alejada de la actividad física, Nordau propuso el Muskel Judenthum (el judaísmo muscular).

Nordau defendió, en el sexto Congreso Sionista (1903), el proyecto “Uganda” y lo denominó Nachtasyl (asilo nocturno), como alternativa provisoria hasta que se pudiera lograr el establecimiento del Hogar Nacional en Eretz Iarael, más por lealtad a Herzl que por afinidad con el proyecto.

Al fallecer Herzl en julio de 1904 la dirigencia sionista le ofreció la presidencia del Movimiento, pero Max Nordau la rechazó. Su visión era contraria tanto al sionismo cultural propuesto por Hajad Haam y como también a que contingentes de judíos se establecieran en Eretz Israel sin el previo acuerdo del gobierno otomano y de las principales potencias mundiales.

En 1915 redactó el Programa Judío para la Conferencia de Paz que debía efectuarse cuando culminara la contienda bélica. También apoyó la idea de Zeev Yabotinsky de crear la Legión Judía y, anticipándose a la Shoá, consideró que el inminente traslado de 600.000 judíos europeos a Eretz Israel era necesario para evitarles ser discriminados en sus lugares de residencia. Él propuso esto a las autoridades del Movimiento Sionista, liderados por Jaim Weisman, y es rechazado pues consideraban que Eretz Israel no estaba preparada para recibirlos y que la gran mayoría de esos judíos tampoco lo estaban para dejar sus lugares de residencia. En ese entonces fue apoyado por Yabotinsky, quien años después denominará su plan de evacuación de los judíos de Europa “Programa Max Nordau”. Luego del rechazo a su plan de inmigración se alejó definitivamente del Movimiento Sionista.

En 1920 regresó a París, donde continúa su labor periodística y falleció tres años después, el 22 de enero de 1923. En 1926 sus restos fueron trasladados a un cementerio de Tel Aviv.

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