Por Daniel Berliner.- Me tocó participar en otras marchas y ser testigo de los esperados discursos del emblemático sobreviviente y recientemente fallecido Edward Mosberg Z’L.
Yo mismo le pedí en 2018 que escribiera su número del brazo en el mío.
El pasado 22 de septiembre a los 96 años Edward falleció y dejó un enorme legado a su familia.
Apenas llegué esta semana a los campos de Auschwitz – Birkenau, pude reconocer inmediatamente a la familia, caminaban casi perdidos entre los visitantes, mostrando las fotos junto a su padre y abuelo.
Nunca habían vivido la Marcha como público, siempre en el escenario.
No me sorprendió para nada verlos con la ropa rayada al igual que Edward, incluso me ayudó a reconocerlos rápidamente.
Cada 19 de abril, en el inmenso escenario por el aniversario del Levantamiento del Gueto de Varsovia, acompañado siempre juntos a hijos y nietos, Edward leía sus fuertes y críticos discursos. Ya la última vez sostenido por su familia y con varias interrupciones, le costó leerlo pero logró finalizar su esperado mensaje.
Este año, y por primera vez, les toca vivir la marcha sin él y con el enorme sentimiento de orfandad al igual que sentimos nosotros. Estaban perdidos pese a conocer el dolor de las muertes y la cara de los jóvenes que pierden la inocencia al tomar contacto con el horror vivido en los campos de concentración.
Se sentían muy incómodos, no sabían ni conocían lo que significa marchar por los campos de concentración, y luego de infructuosos ensayos, coincidieron en una selfie, juntos, con la ropa de Edward, bajo el escenario, entre las vías, entre los alambres de púa, mirando el escenario pero sin él, con el firme legado de evocarlo cada 19 de abril con una selfie entre lágrimas y el sentimiento de deber cumplido.
Gracias familia Mosberg y perdón a los lectores por no haber explicado la foto.