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Hatzad Hasheni: Anexión bajo los auspicios de la pandemia del coronavirus

Por Iton Gadol
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Por Udi Dekel, Lia Moran-Gilad, Anat Kurz (INSS)*

Este artículo se enfoca en la idea, si no en la intención, de maximizar lo que se percibe como una oportunidad para avanzar en aplicar la soberanía israelí sobre los territorios en Cisjordania. Para un grupo de interés que aspira a este objetivo y especialmente para el Primer Ministro Benjamin Netanyahu, existe la sensación de que, en las circunstancias actuales, Israel posee una oportunidad única que no tendrá nuevamente en un futuro cercano para aplicar la soberanía israelí a las áreas de los asentamientos. Esta oportunidad ha surgido en parte porque Donald Trump, como presidente de los Estados Unidos, se le ve muy ansioso por dejar su huella en la historia y los líderes del mundo están hoy día muy preocupados por la crisis del coronavirus.

La aplicación unilateral de la soberanía dentro de Cisjordania, sin un intento genuino de llegar a un acuerdo con la Autoridad Palestina, incluso durante la era de crisis debido al coronavirus, no mejorará la situación estratégica del Estado de Israel y su capacidad de hacerle frente a los desafíos estratégicos actuales y futuros, ya sea que estén relacionados con el coronavirus o de alguna otra manera. Por el contrario, tal acción socavará su visión fundacional como estado judío, democrático, seguro, ético y moral que va en busca de la paz con sus vecinos. Por lo tanto, se recomienda que el nuevo gobierno en Israel les pida a los líderes palestinos que regresen a la mesa de negociaciones, con el plan de Trump incluido en los términos de referencia para las negociaciones. Si los palestinos continúan negándose a discutir el plan, entonces el gobierno podrá recibir apoyo público en Israel para de esta manera seguir los pasos hacia una separación unilateral de los palestinos, incluyendo una anexión gradual realizada de una manera que garantice se cumplan los intereses políticos, de seguridad, económicos y sociales de Israel.

Las circunstancias por la crisis del coronavirus

El léxico público ha sido mejorado últimamente al incluirle una nueva frase: La vida en presencia del coronavirus. La frase describe cada sentido de la realidad de nuestras vidas en los próximos meses en el 2020 y tal vez más allá. Esta realidad continuará hasta que se encuentre una cura o un antídoto para el virus. Actualmente, el mundo en su totalidad se le ve ocupado con la propagación del virus y su severa influencia negativa en tres áreas – salud, economía y sociedad. El 9 de abril del 2020, el Consejo de Seguridad de la ONU – la entidad responsable por la paz y la seguridad del mundo, sostuvo una discusión sobre la propuesta hecha el 23 de marzo, 2020 por el Secretario General António Guterres para instituir un alto el fuego a nivel mundial que permitiría realizar todos los esfuerzos para centrarse en la lucha contra el coronavirus. La idea de canalizar y coordinar los esfuerzos en la guerra global contra el virus, que hasta ahora ha cobrado la vida de aproximadamente un cuarto de millón de personas en todo el mundo y suspender los conflictos hasta “el día después del coronavirus”, es bienvenida con beneplácito. Al mismo tiempo, es sorprendente y perturbador, que una amenaza a toda la humanidad, que probablemente infligirá daños a las economías en todo el mundo, agrave más la angustia y potencialmente cause una catástrofe nutricional en grandes áreas del planeta, solo generará colaboraciones limitadas a nivel internacional. La falta de liderazgo mundial en esta situación específica es bastante notable y profundamente evidente.

En esta atmósfera de crisis global, Israel decidió por un gobierno de emergencia y de unidad nacional. El objetivo principal durante esta emergencia nacional es unir fuerzas en su guerra contra la pandemia. Cuando el nuevo gobierno se siente a trabajar y elabore un presupuesto, el objetivo principal será presumiblemente revitalizar a la sociedad y la economía en Israel, fortalecer el sistema de salud y quizás también el sistema de bienestar social, los cuales han sido descuidados durante muchos años. Esto llegará a expensas de invertir en el área de defensa, aunque las necesidades de defensa de Israel no desaparecerán del todo.

Los objetivos políticos y de seguridad de Israel durante el periodo del coronavirus incluyen: (a) alentar la pronta recuperación de la salubridad, la economía y la sociedad de la nación y el retorno del estado, la economía y la sociedad hacia un funcionamiento efectivo; (b) evitar la necesidad de pagar lo que para Israel son precios intolerables como resultado del COVID-19, tales como una alta mortalidad, el colapso del sistema de salud publico o el colapso de la economía; (c) lograr la estabilidad del gobierno, defender la democracia y la gobernabilidad y mantener la fórmula que conecta e integra a los diferentes grupos que comprenden la población israelí; (d) prepararse durante un período prolongado en presencia del coronavirus, incluyendo la posibilidad de que resurja un brote adicional; (e) lograr estabilidad en el área de seguridad en varios escenarios de conflictos y evitar aprovecharse de la situación e intentos de los adversarios y rivales en socavar la situación de seguridad en Israel; (f) aprovechar al máximo las oportunidades que presenta la crisis para lograr los objetivos políticos, militares y económicos de Israel. Todos estos desafíos que enfrenta el nuevo gobierno israelí se aplican a todas las etapas en gestionar la crisis del COVID-19: contención, renovación de la actividad económica y social, vida en presencia del virus y el día después del coronavirus (cuando se descubra un tratamiento o se encuentre la vacuna). Enfrentar estos desafíos requerirá de un enfoque holístico.

Aplicar la soberanía israelí, ante los auspicios del COVID-19: Una aparente oportunidad a seguir

A medida que la atención del mundo se centra en la crisis, existe una oportunidad aparente de aplicar la soberanía israelí a los asentamientos en Cisjordania.

La discusión presentada a continuación se centra en la idea, si no en la intención, de maximizar lo que se percibe como una oportunidad para avanzar en aplicar la soberanía israelí a los territorios en Cisjordania ante los auspicios de la pandemia del coronavirus. Esta busca analizar la importancia de tales acciones y examinar las ventajas y riesgos inherentes a tales acciones ahora y al día siguiente después de la crisis.

La expresión “el tiempo lo es todo” pudiera parecer aplicable a la anexión de territorios en Cisjordania ante los auspicios de la crisis del coronavirus. Viéndolo desde una perspectiva internacional, los líderes del mundo están preocupados por la forma en que manejan internamente el tema del virus; Estados Unidos está ocupado con sus luchas internas de poder ante las próximas elecciones presidenciales a realizarse en noviembre, que pueden resultar en una derrota del Presidente Donald Trump para un segundo mandato de su presidencia. El deseo del Presidente Trump de dejar su huella en la historia y su aspiración de satisfacer su base de apoyo primaria de cristianos evangélicos conservadores se alinean a la idea de anexarse territorios en Tierra Santa al Estado de Israel. En el área doméstica israelí, el momento presente también se ve como una oportunidad de oro que no existía en el pasado para aplicar soberanía y que puede no se dé nuevamente en un futuro cercano, particularmente si un demócrata es elegido presidente en los Estados Unidos. El Premier Benjamin Netanyahu, el primer ministro con más años de servicio en la historia de Israel, comparte este sentido de oportunidad y desea que la aplicación de al menos una soberanía parcial forme parte de su legado nacional estratégico.

De hecho, el acuerdo de coalición entre el bloque Likud y la facción Azul y Blanco liderado por Benny Gantz afirma: “En cuanto al anuncio del Presidente Trump [es decir, “el Acuerdo del Siglo”], el Primer Ministro [Benjamin Netanyahu] y el primer ministro suplente [Benny Gantz] actuarán con el pleno consentimiento de los Estados Unidos, incluso respecto a los mapas y en el diálogo internacional sobre el tema, todo esto mientras se esfuerzan por salvaguardar la seguridad e intereses estratégicos de Israel, incluyendo la necesidad de mantener la estabilidad regional, mantener los acuerdos de paz y luchar por futuros acuerdos de paz… a pesar de lo anterior y tras las discusiones y consultas entre el primer ministro y el primer ministro suplente descritos anteriormente, el primer ministro puede llevar el acuerdo alcanzado con los Estados Unidos respecto a la aplicación de la soberanía, a las audiencias en el gabinete y el gobierno y para lograr su aprobación por el gobierno y/o el Knéset, a partir del 1 de julio, 2020″.

La promesa de campaña de Netanyahu – anexarse el Valle del Jordán y aplicar la soberanía israelí a los asentamientos – fue validada en el “Acuerdo del Siglo” de la administración Trump para la resolución del conflicto palestino-israelí. La aplicación de las leyes israelíes y la aplicación de la soberanía significan lo mismo: anexión de territorios en Cisjordania. En el caso de los Altos del Golán, hubo un punto de lógica técnico-legal tras la separación entre estos conceptos: el territorio fue parte de Siria antes de junio, 1967, Israel no aplicó la ley siria y por ende, fue necesario crear un marco legal alterno. Israel afirmó en ese momento que aplicar su ley a los Altos del Golán no significaba necesariamente aplicar su soberanía a la región.

En Cisjordania, en contraste, la lógica es la de aplicar la soberanía israelí y no existe ninguna afirmación de que esto sea simplemente un proceso técnico por razones legales o de conveniencia. Sin embargo, debido a que el término “anexión” incurre principalmente en connotaciones negativas y puede causar la impresión de que el territorio no le pertenece a la parte anexada, aquellos que inician y promueven la medida generalmente se abstienen de utilizar este término y prefieren relacionarse al tema con los términos de “aplicar la ley” o “aplicar la soberanía”. El significado de estas frases es que el estatus del territorio cambiará – de un estatus de territorio ocupado a un estado de pertenencia total para Israel, de modo que los palestinos que viven en el lugar se convertirán en residentes del Estado de Israel con todos los derechos que ello conlleva, al igual que los ciudadanos en cualquier otra parte del país.

Existen varios marcos potenciales para la aplicación de la anexión/soberanía. Cada uno posee su propio sistema y enfoque:

Anexión única de los territorios en los asentamientos, que pudiera tomar dos formas: (a) el área edificada y sus alrededores inmediatos (menos del 4% del territorio de Cisjordania); (b) todo el territorio bajo la jurisdicción de los asentamientos (casi el 10% del territorio).

Anexión de bloques de asentamientos que forman parte del amplio consenso en la sociedad israelí, principalmente al oeste de la barrera de seguridad (hasta el 10% del territorio).

Anexión del Valle del Jordán (alrededor del 17% del territorio).

Anexión de toda el Área C (alrededor del 60% del territorio).

Anexión de todas las áreas programadas a ser parte del Estado de Israel bajo el plan Trump. Estas áreas comprenden aproximadamente la mitad del Área C o un aproximado del 30% de Cisjordania (17% en el Valle del Jordán, 3% en los asentamientos y 10% en los bloques de asentamientos y carreteras). A cambio, Israel transferirá a la entidad palestina la mitad restante del Área C, las colinas del sur de Hebrón y dos áreas pertenecientes al Negev, que estarán conectadas a la Franja de Gaza.

Tal como se explica en detalle en el “Acuerdo del Siglo”, la administración Trump fue la primera en aceptar las demandas israelíes de anexarse todos los asentamientos, las áreas del bloque de asentamientos y el Valle del Jordán, incluyendo las áreas que corresponden a los altos que dominan el Valle del Jordán. El embajador estadounidense en Israel David Friedman sostuvo que Israel debería esperar a que el comité integrado por seis miembros, con tres representantes estadounidenses y tres israelíes, adapte el mapa propuesto a la realidad sobre el terreno, para que este sea realmente práctico y viable implementarlo. Estados Unidos reconocerá la soberanía israelí en áreas que no están destinadas a formar parte de un estado palestino. En otras palabras, por primera vez en la historia a los intentos de resolver el conflicto palestino-israelí, la administración estadounidense presentó condiciones que le permitirían a Israel anexarse ​​territorios unilateralmente, sin negociaciones con los palestinos y sin su absoluto consentimiento.

Todas las facciones palestinas rechazaron anticipadamente el plan de Trump (al igual que han rechazado otras propuestas de acuerdos con Israel) y lograron que los estados árabes y la mayoría de los miembros de la comunidad internacional apoyaran dicha postura. En vísperas al establecimiento del nuevo gobierno en Israel, Saeb Erekat, quien posee el cargo de negociador de la OLP, condenó a Israel por avanzar hacia una anexión durante la crisis del coronavirus. Erekat declaró que el Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas contactó con todos los países del mundo para lograr un acuerdo internacional que impida que el Primer Ministro israelí Netanyahu lleve a cabo sus acciones de anexión.

Erekat también enfatizó que si Israel le concede luz verde a una anexión, todos los logros del proceso de paz serán cancelados y los principios sobre los cuales el proceso fue fundado serán invalidados. Además declaró que, siguiendo las instrucciones de Abbas, todas las relaciones de la Autoridad Palestina con Israel y con los Estados Unidos terminarán de manera inequívoca si Israel se atreve a emprender sus acciones de anexión. El 30 de abril, los cancilleres de la Liga Árabe dijeron en una declaración conjunta que anexarse los territorios de Cisjordania sería un “crimen de guerra” contra los palestinos. Al final de una video-conferencia, los ministros le pidieron al gobierno de los Estados Unidos que retire su apoyo a la anexión y que los países europeos reconozcan a Palestina como estado. El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores Josep Borrell, también se refirió al acuerdo de coalición y declaró: “La Unión Europea reitera que cualquier anexión constituirá una grave violación al derecho internacional. La Unión Europea continuará monitoreando muy de cerca la situación junto a sus implicaciones y actuará en consecuencia”.

Por otra parte, entre la población judía en Israel, la idea de anexión ha encontrado respuestas que van desde la apatía hasta el total apoyo. Según los resultados de una encuesta de opinión pública realizada por el INSS a finales del 2019 (como parte de un proyecto continuo y actualizado regularmente en el Instituto de Estudios Estratégicos Nacionales – IEEN que cuantifica a la opinión pública sobre los temas en seguridad nacional), la tasa de apoyo a una anexión de todos los territorios en Cisjordania es del 7%; El 8% de los encuestados apoyó anexarse toda el Área C, el 13% apoyó anexarse las áreas de asentamientos y el 26% de los encuestados apoyó anexarse los bloques de asentamientos. En respuesta a la pregunta de cuáles son las mejores opciones para Israel, el 14% de los encuestados dijo que continuaba con la situación actual; El 23% apoyó arreglos para separarse de los palestinos; El 36% apoyó la lucha por un acuerdo general, el 17% apoyó la anexión de los bloques de asentamientos y el 9% expresó su apoyo a la anexión de Cisjordania al Estado de Israel.

Existen dos evaluaciones contradictorias de posibles respuestas para que Israel lleve a cabo una anexión unilateral:

Una evaluación sostiene que de hecho no ocurrirá nada dramático, igual a cuando Estados Unidos trasladó su embajada desde Tel Aviv a Jerusalén y nada sucedió, a pesar de los muchos temores y advertencias de posibles consecuencias. La respuesta de bajo perfil dada a este paso, de forma evidente, fue explicada por la preocupación de la arena internacional y la arena regional con otros asuntos mucho más apremiantes. Ahora, además del hecho de que el mundo está preocupado por su lucha contra el COVID-19, ha quedado en claro que muchos se han cansado de intentar impulsar un acuerdo palestino-israelí que se aprecie como un ejercicio inútil. Parece ser que el conflicto palestino-israelí no es el tema principal más problemático en el Medio Oriente. Por lo tanto, esta evaluación sostiene que, mientras se suceda una anexión limitada, la probabilidad de una respuesta tormentosa es relativamente muy baja.

La segunda evaluación toma muy en serio las amenazas de los portavoces palestinos de responder severamente y espera que la presión de la población palestina y de la población en los países vecinos conduzca a respuestas muy duras a las acciones de anexión, incluyendo el uso de la fuerza. Esta espera que cualquier acto de anexión genere una decidida y violenta respuesta palestina, incluyendo ataques terroristas y disturbios junto a consecuencias graves adicionales, incluyendo el final de la coordinación de seguridad mutua entre Israel y las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina; un daño a las relaciones ya pacíficas de Israel con Jordania y potencialmente también con Egipto; ruptura de relaciones no-oficiales con los estados del Golfo; unificación de la comunidad internacional en oposición a Israel y la posible imposición de sanciones y boicots.

Incluso cuando estos hechos se basan en pautas informadas y conclusiones sofisticadas, los actos de anexión son un tema de gestión muy riesgosa en condiciones de incertidumbre, similar a gestionar al brote de coronavirus. En el contexto del coronavirus, el gobierno israelí ha adoptado un enfoque muy cauteloso destinado a reducir el riesgo de mortalidad tanto como sea posible, demostrando su disposición a pagar altos precios económicos y sociales. En contraste a esto, tenemos muy en claro que los actores políticos en el gobierno no se ven disuadidos por la necesidad de pagar lo que es potencialmente un alto precio político y de seguridad que pudiera incurrirse por una anexión, incluso si se lleva a cabo con la aprobación y quizás el respaldo de la administración Trump, e incluso durante la pandemia del coronavirus, que se ve como una oportunidad para anexarse territorios ​​mientras la atención del mundo se encuentra dirigida hacia otros lugares.

La tentación de anexarse incluso un área pequeña se ha incrementado (por ejemplo, anexarse solo las áreas de asentamientos urbanizadas, que comprenden un porcentaje menor de Cisjordania), quizá como un globo de prueba que explore las respuestas antes de dar pasos más amplios a una anexión. Tal medida, si es llevada a cabo mientras el mundo se encuentra lidiando en su lucha contra la pandemia, pudiera compararse con el robo de caballos. En realidad, demostrará que Israel no tiene intención de alcanzar un acuerdo con los palestinos, mientras que también ilustrará el reconocimiento por parte de Israel de que el aplicar la soberanía en Cisjordania tiene una legitimidad limitada, estando está condicionada al apoyo de un presidente estadounidense específico.

Además, el Estado de Israel debe continuar enfrentando importantes desafíos económicos, en el área de salud y en lo social que presenta la pandemia. La lucha por una rápida recuperación de los sistemas de salud pública, economía y la sociedad nacional que permita que el mercado y la sociedad reanuden su efectivo funcionamiento es incompatible con el riesgo de una nueva intifada, ataques terroristas y el lanzamiento de cohetes desde la Franja de Gaza hacia el sur de Israel y probablemente también hacia la parte central de Israel. En su cálculo de riesgo, ¿qué peso le otorga el gobierno israelí a la posibilidad de que, ante las medidas de anexión, la Autoridad Palestina colapse o elija “devolverle las llaves” a Israel? Si eso ocurriese, Israel se vería obligado a asumir responsabilidad por toda la población palestina a todo nivel, sin la ayuda de la comunidad internacional (tal como lo es hoy día) y quizás también en situación de un resurgente brote del coronavirus. ¿Cuánta atención directa podría dedicarle Israel a un nuevo brote del coronavirus, con una ola de morbilidad y mortalidad, al mismo tiempo que maneja una crisis económica y garantiza el bienestar básico de la población palestina en los territorios anexos a Cisjordania? (¿en los planes a menor escala, unos 20.000 residentes) y la gestión de un conflicto militar, que requiere movilizar a las fuerzas reservistas?

Es muy probable que la serie de consecuencias negativas no-intencionadas fomente mucho descontento público y oposición a los precios económicos y de seguridad por concepto de una posible anexión. Un movimiento de protesta social que haga que el pueblo salga a la calle pudiera muy bien ser posible. Además, la atención de las instituciones de seguridad hacia la pandemia del COVID-19 disminuirá a medida que se desvíe la atención para lidiar con otras amenazas (la arena palestina, posiblemente el área del norte y la defensa de la mayor y más extensa frontera terrestre de Israel contra ataques terroristas en caso de que se rompa relaciones con Jordania y sin su cooperación y de manera similar en el frente sur respecto a la Franja de Gaza y Egipto).

En estas circunstancias, es muy probable que las fuerzas del orden público se encuentren maniobrando entre mantener los dictados de salubridad pública y dispersen las manifestaciones masivas que puedan producirse contra una anexión dentro de Israel por judíos y árabes. Además, la conexión entre los diferentes sectores de la sociedad israelí, que de todos modos no es nada fuerte, probablemente se debilite más como resultado de que se produzca una anexión. Todo este panorama mientras la población lucha contra el coronavirus, en condiciones de constantes y crecientes dificultades económicas.

El impulso de la Autoridad Palestina para evitar una mayor penetración del coronavirus en su territorio lo llevó a tomar una serie de medidas responsables y efectivas, incluyendo reducir al mínimo el horario laboral palestino en Israel. Esta decisión tuvo ramificaciones económicas inmediatas para Israel, no solo frente a la arena palestina. Antes de producirse el brote, unos 140.000 trabajadores palestinos laboraban en Israel, principalmente en las áreas de construcción, industria y agricultura. La suspensión de su entrada a Israel por la Autoridad Palestina en respuesta a la aplicación de la soberanía israelí en Cisjordania, o luego de una escalada de seguridad en las áreas de la Autoridad Palestina, obligaría a Israel a imponer un cierre en sus territorios, provocando así un mayor daño a la economía de Israel y la capacidad de recuperarse de la crisis del coronavirus.

La comunidad internacional se le ve preocupada por la pandemia, pero esta misma comunidad se opone enérgicamente a una anexión israelí de territorios en Cisjordania, ya sea total o parcial y se espera que mantenga dicha resistencia incluso después de que el coronavirus haya desaparecido. Una respuesta internacional probablemente tardaría en llegar dadas las circunstancias actuales, pero las críticas y una oposición muy ciertamente llegarán. En diciembre del 2019, Benjamin Netanyahu discutió la idea de una anexión, sin la intención inmediata o la capacidad de llevarla a cabo. Aún así, esto llevó al Fiscal de la Corte Penal Internacional en La Haya Fatou Bensouda, a emitir una declaración de condena. El Fiscal General Avihai Mandelblit le advirtió a Netanyahu que la anexión puede conducir a una investigación penal internacional contra soldados y oficiales de las FDI y contra funcionarios del gobierno y jefes de los municipios en Cisjordania por las acciones israelíes que ocurran allí.

Los países europeos han declarado repetidamente que los productos israelíes producidos en los asentamientos de Cisjordania deben ser etiquetados tal como corresponde. El riesgo de que los países de la Unión Europea tomen acciones parciales contra la venta de productos provenientes de los asentamientos, lo cual sería implementado ante una anexión de cualquier envergadura, es innecesario, particularmente porque los pasos simbólicos pueden expandirse y hacerse permanentes. La influencia económica de la Unión Europea en Israel es significativa; las exportaciones y (bienes) israelíes hacia los estados miembros de la Unión Europea en la primera mitad del año 2019 ascendieron a $9,1 billones, aproximadamente el 38% de todas las exportaciones israelíes. Además, Joe Biden pudiera ingresar a la Casa Blanca en enero del 2021 y esto presumiblemente conduciría a un cambio en la política de la administración estadounidense sobre el tema palestino. Biden ha declarado en repetidas ocasiones: “Debemos presionar constantemente a los israelíes para que adopten una solución de dos estados”. Parece ser que la aplicación de la soberanía israelí sobre áreas de Cisjordania, con la bendición de la administración Trump, generaría tensiones entre Israel y una posible administración demócrata, la cual actuaría para cambiar la política estadounidense sobre este tema.

En la arena regional, se espera que las relaciones con Jordania se vean socavadas al punto de producirse amenazas concretas al acuerdo de paz. Estas relaciones han conocido sus altibajos a lo largo de los años; recientemente ha habido principalmente bajas, tal como lo demuestra el retorno de Naharayim y Tzofar a Jordania luego de 25 años arrendados a Israel, debido a la incapacidad de los dos gobiernos de acordar extender el arrendamiento. El Rey Abdullah fue citado diciendo que las declaraciones de Netanyahu sobre la anexión eran solo promesas electorales, pero advirtió que las medidas en esta dirección tendrían consecuencias de largo alcance para el acuerdo de paz entre los dos países, así como para el acuerdo de paz entre Israel y Egipto.

Es muy probable que la anexión lleve a que la opinión pública árabe y musulmana se ponga del lado de los palestinos y en apoyo a su oposición a la medida, similar a la postura contra el plan de Trump, oposición que desafió las expectativas de la administración y se organizó a pesar de que los aliados de los Estados Unidos en el mundo árabe entendieron que era muy poco probable que el plan se implementara y por lo tanto, no había razón para discutir con la administración sobre este. Aunque gran parte del mundo árabe está ya cansado de lidiar con el tema palestino, estos regímenes deberán responder a las presiones en la calle de parte de una población que considera la anexión como un acto de agresión no solo contra el pueblo palestino sino contra toda la nación árabe. Y aunque durante la última década el mundo árabe ha demostrado su deseo de promover las relaciones con Israel sobre la base de intereses estratégicos compartidos, no debería inferir que los estados en la región tengan una base sólida que les permita aceptar una anexión unilateral de Israel.

Conclusión

Es muy probable que el 1 de julio, 2020 la fecha límite para hacer avanzar la soberanía israelí en Cisjordania en concordancia al acuerdo de coalición siendo esta la verdadera razón a la formación del nuevo gobierno, Israel todavía se enfrentara a la presencia del COVID-19 y a las consecuencias sociales y económicas negativas. La fecha también aplica a una situación en la que no se ha establecido un nuevo gobierno y un gobierno de transición encabezado por Benjamin Netanyahu todavía continúa gobernando. A fin de garantizar el manejo correcto de los desafíos políticos y de seguridad al mismo tiempo, deben considerarse las consecuencias de aplicar la soberanía israelí a los territorios en Cisjordania – es decir, la anexión – sobre los frentes económico, social, de seguridad y político. Estas implicaciones se resumen para cada una de las dos posibles alternativas:

La aplicación de la leyes/soberanía a las áreas de asentamientos a una escala limitada (3-10% del territorio de Cisjordania): esta medida no mejorará la situación estratégica del Estado de Israel, incluso si Israel tiene la capacidad de contener las ya esperadas críticas y respuestas negativas a su implementación. Aparte de los Estados Unidos, ninguna otra parte en el Medio Oriente o en todo el mundo reconocerá el territorio anexado como parte del Estado de Israel (tal como lo demuestra el precedente de los Altos del Golán); La situación de los israelíes en los asentamientos dentro del territorio anexado no cambiará, ya que hoy las leyes israelíes aplican a ellos a nivel personal.

La anexión en realidad complicará los procesos burocráticos de planificar, zonificar y realizar actividades en el terreno. La medida también reducirá la probabilidad de reanudar negociaciones con la Autoridad Palestina. Incluso si se llega a un acuerdo futuro con los palestinos en algún momento, la aplicación de la soberanía dificultará la evacuación de estos territorios con el propósito de llevar a cabo el acuerdo, dado el requisito legal israelí de que una mayoría de 80 miembros del Knesset o un referéndum público autoriza una evacuación. La anexión tampoco impide el futuro establecimiento de un estado palestino, tal como esperan aquellos que se oponen a dicho estado, ya que no le resta a la demanda y el derecho que poseen los palestinos a la libre determinación o el reconocimiento internacional de este derecho. Por lo tanto, la anexión es más un cambio en el ámbito de la conciencia política y el daño que causará supera sus beneficios. Su principal beneficio es la prevención de que los judíos sean retirados de sus hogares y comunidades en Cisjordania, un tema que actualmente no está en la agenda y que probablemente no lo esté en un futuro previsible. Las consecuencias negativas a la aplicación de la anexión/soberanía se aplican en todas las situaciones y por ende, no deben considerarse relevantes solo durante el periodo que dure el coronavirus, ni el brote debe verse como una oportunidad para reducir dichas consecuencias.

El anexarse la mitad del Área C de acuerdo al plan Trump: Tal medida enterraría la posibilidad de un futuro acuerdo entre Israel y la Autoridad Palestina, debido al área más pequeña destinada a los asentamientos palestinos y a la agricultura y el daño a la capacidad de establecer un estado palestino sostenible y viable. También habrá dificultades significativas para restaurar la confianza palestina, árabe e internacional en intención y disposición de Israel de trabajar hacia una solución de dos estados. Las medidas hacia la anexión a gran escala también aumentarán la probabilidad de que la Autoridad Palestina le “devuelva las llaves” a Israel, que luego se tendrá que responsabilizar no solo del territorio sino también de sus residentes palestinos, más de 2.5 millones de personas – incluyendo su posición económica, bienestar, seguridad, leyes y orden y asistencia sanitaria. Esta situación impondrá un tremendo precio económico, de seguridad y político. En general, impondrá un precio intolerable socavando la visión fundacional del Estado de Israel – un estado judío, democrático, seguro y ético, con fronteras reconocidas y legitimidad internacional. Esta versión de anexión en realidad significara inclinarse hacia la realidad de un único estado.

Aplicar la soberanía unilateralmente sobre los territorios en Cisjordania, sin un verdadero intento de llegar a un acuerdo con la Autoridad Palestina, incluso durante la actual crisis de la pandemia del coronavirus, no mejorará la postura estratégica de Israel o su capacidad para manejar los actuales y futuros desafíos conectados y no-conectados a la pandemia. También socavará la visión y el espíritu fundacional del Estado de Israel como un estado que se empeña en lograr una paz con sus vecinos.

Por lo tanto, las recomendaciones son que el nuevo gobierno de Israel convoque al liderazgo palestino para que regrese a la mesa de negociaciones, donde las discusiones se basarán en términos de referencia, incluyendo el plan Trump. Si los palestinos continúan negándose a discutir este plan, el gobierno debe dejar en claro a la población israelí las ventajas y consecuencias que definan las medidas de separación unilateral de los palestinos y buscar el apoyo de la población para realizar pasos limitados a la anexión, en el contexto de una intención de principios de separación por parte de los palestinos. Al mismo tiempo, se tendrá que trabajar para convencer a la comunidad internacional de que Israel ya no seguirá siendo rehén a la negativa palestina de discutir un acuerdo. Solo después de la oposición de la Autoridad Palestina a un retorno a la mesa de negociaciones y sujeto a la coordinación con los Estados Unidos, Israel debería considerar una anexión gradual y limitada de los asentamientos y bloques de asentamientos, cuya inclusión en la soberanía israelí es parte del consenso israelí. La medida debe estar condicionada a no comprometer la capacidad de proveer seguridad adecuada a los ciudadanos israelíes y a no evitar una separación territorial, demográfica y política de los palestinos.

*La Dra. Lia Moran-Gilad, experta en relaciones internacionales, es la encabezada de la división de investigación del Centro Brookdale para la Investigación Social Aplicada.

Anat Kurz es Directora de investigación, investigadora sénior y editora de Insight

Udi Dekel es Director Gerente del IEEN e investigador principal sénior

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