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Ariel Eichbaum: “La custodia del rol institucional es la misión que tenemos como directivos de AMIA”

Por Iton Gadol
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Itongadol.- Por Daniel Berliner

Nos hablamos motzaei Shabat y quedamos en encontrarnos el domingo a media mañana. “Estoy tranquilo los domingos, no me suenan los celulares”, me comentó Ariel Eichbaum, presidente de la AMIA. Siempre nos hacemos un tiempo antes de fin de año para conversar y luego hicimos la entrevista donde charlamos sobre nuestra kehilá, las futuras elecciones en AMIA, el mapa político, cómo se atravesó la pandemia, el vínculo con la DAIA, la relación con el Gobierno y su mirada sobre la dirigencia judía.

¿Dónde está la AMIA hoy? ¿En qué momento se encuentra la kehilá ahora?
En una muy buena situación, desarrollando plenamente una gran cantidad de programas, tal vez inéditos en volumen, alcance, impacto y recursos invertidos. Una situación inédita también por la cantidad y nivel de los vínculos asociativos con otras instituciones en el plano local e internacional, y en la instalación de una agenda prioritaria en relación con el reclamo de justicia. Por otro lado, estamos compitiendo en la final del Premio Nacional a la Calidad, que es el máximo reconocimiento que una empresa o una institución puede recibir. Haber llegado a la instancia final ya es un logro en sí porque la selección fue muy exigente. Nos preparamos mucho para poder llegar a la final. Durante tres días, estuvimos en AMIA recibiendo a los evaluadores y mostrándoles cómo trabajamos en cada área y cómo llevamos adelante cada proceso que hace a la gestión.

¿La comunidad dónde puede observar este logro al que hacés referencia?
En la transparencia administrativa, en la atención que reciben los socios, en las respuestas que se brindan desde Servicios Comunitarios, en la robustez financiera inédita en la AMIA hasta la llegada del BUR, en todos los sistemas de gestión, en las prestaciones sociales que reciben los destinatarios, en el funcionamiento del centro día para personas mayores, en el Servicio de Empleo. Volviendo a la primera pregunta, hay que mencionar que nos encontramos con el desarrollo de la obra muy importante que estamos haciendo en la sede de Loyola. Y que pusimos en marcha un Programa de Integridad, una política de “Compliance”, que estipula criterios de transparencia, ética y que contempla una perspectiva de género también. Es una guía de actuación para asegurar un comportamiento adecuado en todos los niveles, una herramienta muy de avanzada que es una novedad en la Argentina.

¿Cómo atravesó AMIA la pandemia? ¿Cómo acompañó a las familias?
La emergencia sanitaria tuvo en nuestro país distintas etapas. El confinamiento estricto fue un momento muy duro para todos. Tuvimos que adaptarnos de un día para otro a dinámicas nuevas que nos permitieron seguir brindando prestaciones, atención y contención para garantizar, especialmente, los derechos esenciales de la población más vulnerable. Generamos, por ejemplo, los permisos correspondientes para que los voluntarios pudieran seguir con la distribución de las viandas alimentarias a los hogares. Reconvertimos las actividades presenciales del centro de día para personas mayores en propuestas que se compartían por las redes sociales y plataformas digitales, lo mismo con la agenda de Cultura, Juventud y Empleo. Todos los programas de AMIA fueron reconvertidos muy rápidamente. Los trabajadores sociales de la institución pusieron toda su dedicación y compromiso para dar respuestas a quienes más estaban siendo castigados por la pandemia. Por otro lado, con las instituciones que dentro de la comunidad abordamos las temáticas sociales, consolidamos el trabajo coordinado y armamos la Red de Protección Social Comunitaria, en la que hicimos una gran tarea articulada entre Jabad, Tzedaká, Hogar LeDor VaDor, con ayuda de El Joint. En tiempo récord, logramos lanzar nuevos programas y estuvimos junto con los directores de las escuelas en contacto permanente y lanzando acciones para fortalecer la Red Escolar Judía.

¿Cómo estás viendo la educación tras la pandemia?
En términos generales, la comunidad respondió adecuadamente y se trabajó de manera muy coordinada. La educación judía es un capítulo muy importante. Desde la formación de los docentes hasta el aprendizaje en todos los niveles y el trabajo permanente con los directivos de los establecimientos, el compromiso de AMIA con la educación es total. El Vaad Hajinuj lleva adelante una gran cantidad de programas para fortalecer ese compromiso.

El director de ItonGadol, Daniel Berliner, junto a Ariel Eichbaum y Eliahu Hambra en la Asunción de la nueva Comisión Directiva de DAIA

El BUR de hoy no es el mismo BUR que dio comienzo al cambio que vivió la kehilá cuando comenzó a ser gobierno. ¿Cómo ves al BUR hoy?
Existe un nexo de valores formativos que permanece inalterable. Hay una mirada hacia la comunidad que se despliega desde esa esencia, que está vinculada con la ética, con la transparencia, con el respeto a la tradición, y con el hecho de mantener a la comunidad impermeable de las presiones partidarias y políticas. En todo este tiempo, el BUR ha demostrado que todos los mitos, los líbelos de odio no se condicen con una conducción que honró la tradición, que honró la misión de AMIA, que honró la tradición de los mejores presidentes de la institución, que tuvo una actitud democrática, abierta a todas las expresiones de la comunidad judía argentina. Sus dirigentes han estado presentes en todos los ámbitos. Creo, en este sentido, que la grieta religiosa es un relato de un puñadito de dirigentes comunitarios que encuentran su rédito en plantear ese falso concepto. También se vio en el último tiempo la incorporación de dirigentes jóvenes, que han hecho un trabajo formidable en las áreas en las que les tocó. Soy el segundo presidente más joven en la historia de AMIA. Creo que ha habido una renovación generacional notable, y legar a otras generaciones la pasión por trabajar en pos de la comunidad es parte también de la misión.

¿Esta madurez que adquirió el BUR cómo va a influir en las próximas elecciones? ¿Va a consolidar el trabajo que se viene haciendo?
Tengo una vocación profundamente democrática en las concepciones y en la práctica. Eso lo va a decidir el socio de AMIA. El socio de la institución es muy inteligente. Sabe que la AMIA está robusta, que está bien representada. El socio de AMIA no compra relatos. Y estoy seguro de que la mayoría silenciosa de la comunidad respalda amplísimamente la gestión del BUR. Estoy esperando poder seguir contribuyendo a honrar un legado de 127 años. Cuando uno toma decisiones, lo que tiene que preocuparse no es cómo aparecer en un título.
Lo que uno tiene que preguntarse es si con esa decisión está honrando la misión institucional. La custodia del rol institucional es la misión que tenemos como directivos de AMIA.

¿Por qué motivos creés que hubo ese cambio en el mapa comunitario en la Argentina? Me refiero a Avodá, que pierde en su momento la elección. El movimiento conservador que se le hace difícil ordenarse…
Tengo amigos entrañables en todos esos movimientos. Desde que comenzó la pandemia, incluso un poco antes, comencé a convocar y a reunirme, primero presencial y después de manera virtual, con ex presidentes de AMIA, que representan a Avodá y a dos cadencias del BUR. Esos encuentros me han nutrido muchísimo. Tengo gran admiración por muchos de ellos. A riesgo de ser reiterativo, insisto con la importancia de custodiar la misión institucional, que no nació ahora, sino que se forjó hace 127 años, que se mantiene inalterable y que se amplió, cuando en 1994, tuvimos que añadirle el reclamo de justicia y el ejercicio de la memoria en relación con el atentado. Cada presidente de AMIA tiene que custodiar esa misión. Y tanto el movimiento Conservador como en Avodá hay gente muy respetuosa de esa historia y de esa centralidad que tiene la kehilá.

¿Estás hablando de una sana convivencia en las diferencias políticas pero preservando a la kehilá?
Exactamente. La diferencia más profunda no está marcada por factores religiosos o aspectos ideológicos. Está marcada por quienes están, en todos los partidos, identificados con la centralidad de la comunidad, con el cuidado comunitario, con la protección de la misión, y quienes no. Han existido ciertos personajes, a los que no se les ha pasado en ningún momento por la cabeza preservar los valores institucionales, y solo buscaban posicionamiento, a partir de los votos que le otorgaron un poco de representatividad. Y eso ha hecho mucho daño.

¿Hay alguna amenaza de que eso pueda volver a pasar o se ha dado pasos en la madurez institucional para que gane este espíritu comunitario en las diferencias?
Creo que somos mayoría las personas que pensamos en la kehilá como un espacio de sana convivencia. Quienes fogonean falsas diferencias, falsos dilemas, no son apoyados en la kehilá. Quienes aportamos tiempo y dedicación para la construcción colectiva de la comunidad lo hacemos honrando las mejores tradiciones, y no desde la pequeñez.

Entre la AMIA y la DAIA, se ve una imagen grata entre ambas instituciones. ¿Esto es lo que se ve? ¿Ocurre? ¿Hay trabajo compartido? ¿Hay buen funcionamiento?
Tengo la profunda convicción de que las personas hacen a las instituciones también. En este caso, se da que entre la AMIA y la DAIA –más allá de las diferencias que tenemos– tenemos un vínculo correcto, muy bueno, y eso trasunta a las entidades. Y esto sucede aunque haya puntos en los que no coincidimos y en los que no estamos de acuerdo.

Verlas bien como instituciones, eso tranquiliza a la comunidad….
Es que somos respetuosos de la institucionalidad. Y la vocación de diálogo tiene que prevalecer, más allá de las diferencias que existen.

¿Cómo es la relación con el gobierno actual?
La relación con el gobierno es correcta. Entendemos que la AMIA no tiene que ser un factor de la política nacional. Los vínculos asociativos que tenemos tanto a nivel Ciudad como con Nación son por temas que atañen a la comunidad, y que constituyen los temas centrales de nuestro quehacer cotidiano, como lo es Empleo, Programas Sociales, Servicios Comunitarios, etc. Participamos, por ejemplo, durante la pandemia en diferentes instancias y mesas de trabajo para accionar en conjunto.

¿Cuál es tu mirada con respecto a las próximas elecciones en la AMIA?
Será, como siempre, un ejercicio democrático, de participación comunitaria. Como se sabe, se trata de una elección indirecta. Es decir, se eligen representantes a un colegio electoral, a un RAT, y de ahí con las mayorías que exige el estatuto, hay una instancia de negociación para la conformación de la Comisión Directiva, en la que puedan quedar expresadas todas las opiniones y se genere una mesa que, como se dice en la jerga comunitaria, sea de pared a pared. Lamentablemente, en elecciones anteriores hubo quienes han optado por no presentarse. Considero que es un gran error el hecho de no formar parte. Creo que todos tienen que tener una expresión y todos tienen que poder debatir. Mi más profunda aspiración es que, más allá de cualquier diferencia, lo que nos debe unir es el trabajo por una comunidad fuerte, robusta, creciente. Estar unidos alrededor de esa mesa. Esa construcción colectiva es la única preocupación real que debemos tener como dirigentes comunitarios, y en ella estamos abocados permanentemente.

Más allá de las circunstancias en las que te tocó asumir, ¿estás conforme con tu experiencia personal que te tocó vivir?
Sí, muy contento. Cuando empecé, tenía una lista de objetivos propuestos. Obviamente que no pensé que llegaría una pandemia, y que se iba a extender tanto el mandato. Puedo decir que, en todo este tiempo, esos objetivos se multiplicaron y que los hemos cumplido cabalmente. Hemos elevado la vara de la gestión muchísimo. Uno recibió una vara alta, a la que pudimos sostener y acrecentar. Es un rol que demanda mucho esfuerzo, pero uno lo ejerce con todo compromiso y amor por la institución. La AMIA es la mejor institución de la Argentina, por su capilaridad, por el impacto de sus acciones, por el equipo profesional que la integra, que tiene una vocación y un entendimiento sobre la misión de la organización que es formidable.

¿Hay un nombre para la próxima cadencia?
Siempre tenemos que elegir ideas, proyectos. Creo que el BUR ha puesto un modelo de gestión en marcha, que empezó no cuando llegó a la presidencia, sino antes cuando tuvo a su cargo la tesorería y se ocupó del saneamiento financiero. Recibimos una AMIA quebrada, con deudas con todos los bancos, con graves problemas financieros. Todo eso lo reparó el BUR. Y cuando llegó a la presidencia, terminó de profesionalizar toda la gestión para lograr la mejora continua. Eso se debe poner en juego. No los nombres.

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