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Una yeshiva para jóvenes que desean prepararse espiritualmente antes de entrar al ejército logró establecerse gracias a la ayuda del KKL

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Itongadol/AJN.- En la yeshiva de Navé, al sur de Israel, existe un aula donde no cuelgan mapas ni frases de Torá, sino fotos de jóvenes que fallecieron a manos del terrorismo. “Estos chicos aprendieron a ser soldados éticos, como ser mejores personas incluso en la guerra”, explicó el rabino de la yeshiva Mercaz Eliahu, Aharon Tzohar, durante la visita de la Agencia Judía de Noticias a Israel, días pasados.

“Cuando traigo huéspedes, este es el primer lugar que les muestro, no empezamos desde la frontera, no empezamos desde el origen del asentamiento, porque este lugar me recuerda por qué estoy acá”, expresó el rabino de la yeshiva Mercaz Eliahu, Aharon Tzohar.

“Este muro es una pared dedicada a las personas que murieron haciendo su trabajo (durante el servicio) y a estos cinco chicos que fallecieron en un atentado terrorista en Gush Katif hace 12 años”, explicó Tzohar. “Fue un atentado horrendo. Entró un terrorista con un arma automática y mató a cinco personas que estaban estudiado acá”, recordó.

Gush Katif era la zona al sur de la Franja de Gaza que comprendía un grupo de 17 asentamientos israelíes. Los territorios de la región fueron entregados a la Autoridad Palestina en 2005 como parte del Plan de Desconexión del gobierno israelí. La región fue el foco de muchos conflictos y hostilidades palestinas durante los años previos a la desconexión.

“Decimos que es importante que el pueblo judío sepa que están todos en el mismo barco. Este es el lugar que quisieron que estuviéramos; al lado de Egipto, al lado de Gaza”, comentó.

Tzohar dirige la yeshiva para jóvenes religiosos que salen del secundario y desean prepararse espiritualmente antes de enrolarse en el ejército.

La yeshiva es la más grande del país, recibe a 800 estudiantes desde el norte hasta el sur, pero sólo 150 alumnos ingresan cada año. Las instalaciones – donadas por las sedes del Keren Kayemet en la diáspora – se encuentran a siete kilómetros de la Franja de Gaza, en Navé, un pequeño poblado de 120 familias, en la zona de Halutza.

“Es importante este lugar, por eso nosotros traemos a personas de todo el mundo que vienen a Israel, primero por este lugar, para que entiendan que somos parte de una misión que no empezó ayer y no va a terminar mañana, todavía tenemos mucho por hacer, es parte de este asentamiento, estos chicos aprendieron acá a ser soldados éticos”, sostuvo. “Acá aprenden como ser mejores personas, como ser una persona correcta incluso en la guerra”, agregó.

Ante la aparente contradicción de las armas y la Torá, Tzohar contestó: “Las armas pueden ser violentas, pero si se apuntan al lugar correcto pueden demostrar fortaleza. Si un hombre es ético y sigue los mandamientos de la Torá, entonces no va a lastimar ni siquiera a una mosca, pero cuando es necesario va a ser fuerte”.

La yeshiva sin duda se encuentra en la zona de fuego, un lugar que no era más que desierto y que logró establecerse gracias a la ayuda del KKL que preparó las tierras del yishuv.

“Creo que la mejor forma de ayudar es a través del KKL, porque un hombre particular que quiera ayudar se puede perder, puede no saber por dónde empezar. En cambio, el KKL sabe cómo invertir el dinero de las donaciones para desarrollar algo en un punto específico, según lo que se necesita. El Keren Kayemet Leisrael sabe que cada shekel tiene un origen y que cada dólar puede llegar a destino”, concluyó el rabino Tzohar.

Una yeshiva para todos

Tal y como contó Tzohar, la yeshiva recibe 800 solicitudes por año de todos los rincones del país, pero sólo 150 logran entrar y estudiar. Tzohar recordó que hace cinco años había recibido un llamado telefónico de un joven interesado en ingresar a Mercaz Eliahu, sólo que este joven venía de Australia y no sabía nada de hebreo.

“Hace cinco años me llama por teléfono un muchacho que llamaba de Australia, me dijo que había hablado con la secretaria y que quería estudiar acá, pero que ya no había lugar”, contó. “Entonces me llama a mí y me cuenta que estuvo estudiando dos años para ser dentista y que quería hacer un año de estudio y prepararse para el ejército. Le dije si había lugar en la yeshiva se podía quedar en mi casa”, continuó.

“A los 22 años este chico no entendía nada en hebreo, no sabía ni una palabra, cada clase que tuvo conmigo la grababa y después las iba traduciendo con diccionario. Después de un año y medio se enroló en una unidad especial del ejército, se casó con una chica israelí y yo le oficié la ceremonia”, relató, y dijo que a partir del caso de este joven establecieron un programa para recibir a 15 estudiantes de todas partes del mundo que estén interesados en formar parte de la yeshiva.

El programa cuenta con un rabino que da las clases en inglés, “así todos tienen la posibilidad de estudiar”.

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