A minutos del atentado a las puertas del Centro Internacional de Convenciones Binianéi Haumá, frente a la Terminal de Ómnibus de Jerusalem, que dejó un saldo de al menos 25 heridos, comenzaron a conocerse declaraciones de testigos presenciales, como Yair Zimerman, de 29 años, un pasajero del colectivo 75.
“El autobús se detuvo en la parada y hubo una explosión muy fuerte”, relató.
“Le dije al chofer que avanzara un poco porque algo había explotado”, tras lo cual “llamé inmediatamente a los paramédicos”, continuó quien se presentó como un voluntario del MDA.
A continuación, “empecé a atender a la gente”, entre ellos “uno que no podía ser tratado en la escena (del atentado) y otros dos en estado grave”.
Shlomo Steiner, quien trabaja en la Terminal de Ómnibus, declaró al sitio de noticias israelí Ynet que “escuché una fuerte explosión, miré por la ventana, vi humo y a un estudiante de yeshiva (instituto de estudios rabínicos) corriendo con sus piernas incendiadas”, mientras “la gente trataba de ayudarlo a apagar el fuego”.
“Vi gente tirada en el suelo, y en pocos minutos comenzaron a llegar las fuerzas de rescate”, que “evacuaron a las víctimas”, añadió el testigo.
“Todo fue muy aterrador”, concluyó Steiner.
Yonatan Shakiba pasaba por el lugar cuando la explosión sacudió el área.
“Salí del coche y vi a un niño corriendo hacia mí con heridas de metralla en todo el cuerpo”, sobre todo en brazos y piernas.
“Una mujer ultraortodoxa lo ayudó y, luego, un tipo le hizo un torniquete”, recordó.
“Fue un caos… Miraba a mi alrededor y veía muchas víctimas, gran cantidad de sangre, las fuerzas de rescate buscando en toda la zona, abriendo y cerrando puertas”, describió Shakiba.
“Esto nos retrotrae a tiempos difíciles”, se lamentó.
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