Según informó el portal de noticias Ynet en su sitio web, parecía que China tenía una gran dificultad para asistir a la junta en Bruselas por fuera de la conferencia climática de Copenhague y que no parecía ser un intento de postergarla.
No obstante, la cancelación fue un revés en los esfuerzos por presentar un frente unificado ante la persistente rebeldía de Irán a colaborar con los organismos de control nuclear.
China es una parte en conflicto en las negociaciones, pues depende de Irán para obtener gas y petróleo.
Por ello, los chinos no pueden apoyar con fuerza las posibles sanciones a Teherán por desobedecer la orden del Consejo de Seguridad de la ONU de que detenga su enriquecimiento de uranio, un proceso que puede crear tanto combustible como armas nucleares.
A lo largo de siete años de diplomacia internacional falló en las negociaciones e Irán continúa con su programa nuclear y está cada vez más cerca de producir armas, aunque insiste que sus planes atómicos sólo tienen fines pacifistas y son para producir energía.
En medio de esta situación, las potencias del mundo también tienen que preocuparse de un Israel cada vez más tenso.
El Estado hebreo ve una república islámica con armas como una amenaza existencial, y ha indicado que está listo para llegar a Teherán militarmente.
El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, instó al mundo a aplicar duras sanciones contra el régimen islámico, mientras mantiene los ataques militares como una opción.
"Hay una necesidad de sanciones severas", dijo Barak a los periodistas en Viena, durante una visita oficial. "Algo que está bien coordinada y coherente a fin de incluir a los estadounidenses, la Unión Europea, los chinos, los rusos, los indios".
GB
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