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A menos de 20 kilómetros al sur, en Sde Boker, se encuentra la sepultura del primer Primer Ministro de Israel, David Ben Gurion, ejemplo de su vision secular de convertir el Négev en el corazón de Israel. Ben Gurion estaría feliz con los piscicultores que, durante el último año, utilizaron los elementos del desierto para producir alimento. El cinturón septentrional del Negev, entre Kiryat Gat y Beersheva, es testimonio del éxito.
Una alfombra verde de trigo invernal cubre los campos de los kibutzim y moshavim, una cesta de pan creada con la irrigación y los esfuerzos de asentamiento en los últimos 50 años.
Y sin embargo, no es el desierto lo que florece, dice el Profesor Uriel Safriel del Instituto Blaustein para la Investigación del Desierto en Sde Boker.
‘Hemos convertido en un vergel zonas semiáridas’, al norte del desierto propiamente dicho, nos dice. ‘El resto es un vergel de forma irregular’.
El objetivo en los primeros años era ‘simplemente poner nuestras picas en todas partes en Israel. Lo que hicimos fue evitar que, las pasturas, se convirtieran en desierto transformándolo en tierras de cultivo’. En una región como ésta, nada tiene más valor que el agua.
Y desde 1989, la Comisió Nacional de Recursos Hidrológicos bombea aguas residuales tratadas, procedentes de la planta de reciclaje de la región de Dan, llevándolas hasta los kibutzim y poblaciones, donde se aprovechan para la irrigación de árboles frutales y verduras. Casi la mitad del agua que se utiliza en el Negev procede de esa fuente reciclada, 115 millones de metros cúbicos al año. Este volumen se va a duplicar el año que viene en cuanto se acaben de construir enormes depósitos incluyendo el proyecto del Fondo Nacional Judío en la zona noroccidental de Besor.
Los agricultores del desierto están explotando una fuente, en la práctica, inagotable de agua caliente y salobre extraída de una antigua capa freática a unos 1.000 metros de profundidad en el desierto.
El agua fue descubierta hace unas dos décadas, pero en un principio se pensó que no se podía utilizar. El uso ingenioso del agua salobre y residual para cultivar productos agrícolas de alta calidad en el desierto es el resultado de una estación de investigación agrícola, creada en 1981 en Ramat Hanégev, una amplia meseta al suroeste de Beersheva.
Científicos e investigadores desarrollaron métodos para que las plantas soporten mejor la salinidad del agua y encontraron técnicas que permiten cultivar productos de primera clase con agua de segunda clase.
Las piscifactorías son una parte esencial dentro del ciclo agrícola, como se observa en Kadesh Barnea, una comunidad aislada de 25 familias que cultiva 60.000 peces de San Pedro en lo alto del desierto arenoso en la frontera con Egipto.
Y lo que Ben Gurion proclamaba como ‘conseguir dominar las tierras baldías’ en el sur, porque ‘si el Estado no pone fin al desierto, el desierto pondrá fin al Estado’, ha sido superada.
¿Quién teme ahora que el desierto nos invada, cuando Israel cultiva peces en él ?
Fuente; Cidipal