Inicio ACT. COMUNITARIA Padre del teniente Ben Basat, caído en Gaza: «Creemos que cuando Itzjak terminó su servicio en el Ejército, cumplió su rol en este mundo»

Padre del teniente Ben Basat, caído en Gaza: «Creemos que cuando Itzjak terminó su servicio en el Ejército, cumplió su rol en este mundo»

Por IG
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Itongadol.-  En el marco de su visita a la Argentina, Itongadol entrevistó a Rafael Ben Basat, el padre de Itzjak, el oficial de mayor rango y edad caído en Gaza, quien fue elegido como símbolo de una iniciativa para escribir un Séfer Torá en homenaje a los soldados fallecidos desde ese día, que finalmente se donará a las FDI.

El teniente coronel Ben Basat ya se había retirado del servicio activo en el Ejército, y si bien no era argentino, sus padres trabajaron como shlijim en la escuela Talpiot hace unas cuatro décadas. 

Se trata de una de las principales actividades de Ayuda Argentina Kehilatí, un proyecto de la comunidad judía lanzado al día siguiente de la Masacre del 7 de Octubre en Israel.

– ¿Qué edad tenía su hijo cuando falleció?

– 44 años. Nació en el segundo ner (vela) de Janucá y cayó en el cuarto…

– ¿Qué significa para usted estar en Buenos Aires en el  marco de una iniciativa que tiene que ver con algo tan preciado e importante como un hijo?

– Es muy emocionante que la comunidad en la que estuvimos acá hace 40 años nos recuerde. Y por otro lado, es emocionante porque nos ofrecieron este proyecto de escribir un Séfer Torá en memoria de nuestro hijo, que cayó en la guerra Espadas de Hierro. Además, hay que tomar en cuenta que Itzjak era shomer Torá umitzvot (cumplidor de la Torá y los preceptos) en el Ejército, aunque estuvo 25 años en servicio, siempre en unidades especiales de comando. Era muy difícil ser shomer Torá umitzvot, pero lo hizo y llegó a un rango bastante alto: teniente coronel. Y cuando escriben un Séfer Torá en su memoria, creo que está muy vinculado con lo que él hizo durante su servicio de 25 años en el Ejército.

– ¿Cómo se traduce el ser shomer Torá umitzvot en el día a día del Ejército? ¿Cómo lo vivía su equipo?

– Por ejemplo, hay que hacer cosas el sábado y hay que pensar si hay que hacerlo porque es Pikúaj Néfesh (para salvar una vida) o no. Hay que tomar decisiones cotidianamente; entonces, si eres serio en cuidar todo, tienes que analizar la situación para tomar la decisión. Por eso cuando sos un general, debajo de ti hay casi 5.000 soldados a quienes tienes que decirles qué hacer, tienes que pensar si pueden hacerlo o no, si es obligatorio o no…

– ¿Cómo viven usted y su esposa, Edna, este reconocimiento, entre el honor y el dolor por la pérdida de un hijo?

-Es difícil… Lamentablemente, tenemos experiencia porque tenemos una hija que falleció hace 16 años, tres meses después de su casamiento… Sabemos qué es perder a una hija y ahora sabemos también lo que es perder a un hijo… Hay una diferencia entre los dos casos: creemos que Itzjak tenía un rol en este mundo, de servir en el Ejército, y puede ser que cuando terminó su servicio haya terminado su rol en este mundo…

– ¿Cómo un hombre de fe, conectado con lo divino, convive con lo que usted pasó?

– Tenemos preguntas, pero sabemos que para esas preguntas no hay respuestas… Creemos que no podemos cambiar nuestra ideología y nuestra fe. Entendemos que hay cosas que no podemos entender…

– Hace muchos años fueron parte de la familia de Talpiot. ¿Qué significa para ustedes juntar todo eso: Talpiot, vuestro paso por la Argentina, un Séfer Torá y vuestro hijo?

– Estuvimos acá en una misión de la Sojnut. Estuve como encargado de todos los shlijim de Bnei Akiva en Brasil, Uruguay y Argentina. Estoy orgulloso de ver que casi toda la comunidad de Talpiot hizo aliá y vive en Israel. Creo que es un éxito grande de esta comunidad el ser sionistas en la práctica, no solo en la ideología. Ellos tenían fe en este camino y lo hicieron… Por un lado es muy triste ver lo que quedó de esa gran comunidad de Talpiot, con el Jardín de Infantes, el Primario, el Secundario vacíos… Pero por el otro lado, para mí es un éxito que la mayoría viva en Israel… Es muy emocionante ver que hay gente en la Argentina que recuerda la época en la que estuvimos acá y que Ariel (Cohen Sabban) tenga la iniciativa de llamarme y decirme que decidieron escribir un Séfer Torá, y que tengamos que venir para llevarlo a Israel. Para nosotros es muy emocionante y lo agradecemos, primero a Ariel por la iniciativa y segundo a toda la gente que ayudó para convertir este proyecto en realidad.

– ¿Qué significa para ustedes esta visita al país, más allá de Talpiot?

– No lo puedo decir ahora, pero fue emocionante esperar toda la semana para salir al viaje. Todavía no vimos el Séfer Torá y creo que va a ser muy, muy emocionante. Creo que vamos a llorar… Es algo muy sensible: de un lado querés llorar y del otro querés tener alegría porque hacer un Séfer Torá es algo especial. Lo vamos a ver en estos días…

– Siempre se dice que en el Ejército hay una palabra que es «ajarái», ¿qué significa eso?

– La palabra «ajarái» (detrás de mí) significa que en una batalla, los comandantes siempre son la primera línea. Ellos corren y atrás de ellos corren todos los soldados. Se puede ver en la ocasión en que cayó que era el primero. Nuestro hijo dejó el Ejército en julio de 2023 y partió a un largo viaje con su familia de dos meses y medio. Volvió a su casa para Simjat Torá, en la noche del jueves (5 de octubre). El sábado (7) a la madrugada, la gente que lo conocía le dijo que había una guerra en el sur y tenía que ir. No tenía ningún cargo porque había salido del Ejército en julio. Fue al sur con un amigo y durante casi 72 horas rescataron a familias en el kibutz Beeri. Cientos de personas rescataron de la batalla. A Beeri entraron más de quinientos terroristas, que degollaron a 102 civiles. Para salir en esa situación cuando ya no estás en servicio y entrar al kibutz, sacar a una familia y volver cientos de veces tienes que tener, primero, el coraje de hacerlo… Fue sin soldados, pero llamó a otras personas que habían estado con él en servicio, las organizó y lo ayudaron a hacer ese trabajo. Aparte, en la ocasión en que cayó cuatro soldados avisaron por radio que estaban heridos y después no hubo más contacto con ellos. Él dejó el puesto y tomó a algunos soldados directamente para buscarlos y rescatarlos. Lamentablemente, cayeron dos más… El segundo tenía un aparato de radio que se incendió y su ropa empezó a encenderse, entonces Itzjak intentó sacarlo para apagar el fuego y salvarlo. En ese momento le dispararon desde dos lados y cayó. Creo que no hay muchos ejércitos en el mundo en el que comandantes de ese rango salgan así a rescatar a un soldado…

– En base al acto heroico de Itzjak, ¿qué tiene para decirles a los israelíes que temen por sus hijos chicos en el Ejército porque no se está logrando el rescate de los 58 rehenes y hay muchos muertos?

– Primero, hay que tomar en cuenta que la mayoría de los rehenes son civiles. Itzjak pensaba que un soldado, cuando está en el Ejército, sabe que está la posibilidad de salir herido, pero para un civil no es así: siempre piensa que el Ejército lo va a defender… Por eso creo que Itzjak bajó (al sur) y trabajó durante tres días para rescatar a familias del kibutz fuera de esa batalla, de ese infierno… Creo que después de esta guerra hay que tomar lo que pasó y enseñar para que no vuelva a pasar nunca más.

– ¿Con respecto a la sociedad israelí o militarmente?

– Ambas. Primero, el Ejército tiene que ver qué pasó ese día, cómo pudo ocurrir cuando tenemos fuerzas de inteligencia muy grandes. Si se tiene en cuenta el asunto de los beepers y otras cosas que se hicieron después, ¿cómo puede ser que eso haya ocurrido? El Ejército tiene que hacer las cosas bien… También creo que el gobierno tiene que tomar decisiones sobre los hechos: ¿cómo puede ser que no hayan podido frenarlo de antemano?

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