Itongadol.- El Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) no ha encontrado motivos para investigar el asesinato y secuestro de ciudadanos rusos en Israel por terroristas de Hamás durante la masacre del 7 de octubre, según un informe del medio de comunicación opositor ruso Mojem Obyasnit. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel afirma que 23 ciudadanos rusos murieron durante las atrocidades y otros siete fueron secuestrados y trasladados a la Franja de Gaza.
Mojem Obyasnit informó de que, a finales de octubre, un diputado municipal de San Petersburgo, Sergei Samusev, remitió una carta oficial al director del FSB, Alexander Bortnikov, y al jefe de su comité de investigación, Alexander Bastrykin. En ella, Samusev exigía que las acciones de Hamás contra ciudadanos rusos fueran investigadas y calificadas de atentado terrorista.
Samusev señalaba en la misiva que una respuesta afirmativa permitiría también a la fiscalía general iniciar el procedimiento para reconocer a Hamás como organización terrorista en Rusia.
Esta semana, Samusev recibió una respuesta oficial del FSB, en la que se afirmaba que «se ha tomado nota de la información facilitada, pero no hay motivos para adoptar medidas de respuesta en este momento».
A diferencia de otras docenas de organizaciones y movimientos islamistas radicales, Hamás no está prohibida en Rusia ni está reconocida como organización terrorista. Desde principios de la década de 1990, cientos de ciudadanos rusos han sufrido la violencia de Hamás en forma de atentados terroristas y lanzamiento de cohetes contra ciudades israelíes. Sin embargo, Rusia nunca ha planteado abiertamente la cuestión a los dirigentes de Hamás, que fueron invitados oficialmente por primera vez a visitar Moscú poco después de las elecciones legislativas palestinas de enero de 2006.
En esas elecciones, Hamás sorprendió a Israel y a Occidente al obtener una amplia mayoría parlamentaria en una votación previamente declarada libre y justa por los observadores internacionales, convirtiéndose así en un actor político válido a ojos de los funcionarios rusos que buscaban recuperar influencia en Oriente Próximo.
Según el Kremlin, dado que Hamás no figura en la lista de organizaciones terroristas de las Naciones Unidas, no es imperativo que Rusia la designe como tal en su país.
Cuando quiere, Rusia actúa con rapidez y decisión contra quienes son sospechosos de apoyar o cooperar con organizaciones terroristas islámicas, como ISIS y Hayat Tahrir al-Sham. También acusa a los críticos del régimen y a los disidentes políticos de apoyar el terrorismo.
En junio de este año, el FSB abrió una causa contra el politólogo y crítico con el Kremlin Boris Kagarlitsky por «apología del terrorismo», semanas después de que fuera detenido en virtud de un artículo que prohíbe hacer llamamientos públicos a actividades terroristas a través de Internet. Kagarlitsky es un reputado sociólogo que hasta hace poco enseñaba en la Escuela Superior de Ciencias Sociales y Económicas de Moscú.
Rusia aún no ha condenado explícitamente a Hamás por las atrocidades que el grupo terrorista cometió el 7 de octubre, cuando 3.000 terroristas irrumpieron a través de la frontera de Israel matando a 1.200 personas, en su mayoría civiles, y secuestrando a otras 240 para llevarlas a la Franja de Gaza. La masacre del 7 de octubre se cometió con extrema brutalidad, ya que las víctimas fueron torturadas, desmembradas, violadas y quemadas vivas, y entre ellas había un gran número de mujeres, niños y ancianos.
Durante una llamada telefónica con el primer ministro Benjamin Netanyahu, Putin condenó enérgicamente cualquier acción que victimizara a la población civil, incluidos mujeres y niños. También ha criticado duramente la actividad militar de Israel en Gaza en numerosas ocasiones, comparando la situación allí con el asedio nazi a Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial. Tras los ataques, Israel ha prometido desalojar a Hamás del poder en la Franja de Gaza y garantizar la liberación de los rehenes.
Mientras tanto, el embajador de Rusia ante la ONU, Vitaly Nebenzya, afirmó con rotundidad que Israel «no tiene derecho a la autodefensa» en Gaza, ya que se le considera una fuerza de ocupación.
Aunque desconfía del islam político y de su posible influencia sobre la considerable población musulmana de Rusia, Moscú sigue diferenciando sus distintos matices en función del interés político. Las organizaciones islámicas radicales de Siria o Egipto están incluidas en su «lista negra» de organizaciones terroristas, mientras que Hamás, la Yihad Islámica y Hezbolá están exentas de ella debido a su importancia geopolítica para Rusia.
Hasta el 7 de octubre, Israel siguió adelante con esta situación por el bien de las relaciones estratégicas, incluidos los intereses vitales de Israel en Siria. Sin embargo, tras la masacre, ha quedado claro que los desacuerdos entre ambos países ya no pueden pasarse por alto.