Inicio ISRAEL Israel. La sentencia contra el ministro Deri agrava y acelera el asalto de la coalición al poder judicial

Israel. La sentencia contra el ministro Deri agrava y acelera el asalto de la coalición al poder judicial

Por M S
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Por David Horovitz (Times of Israel).

Itongadol.- La decisión casi unánime del Tribunal Supremo de que Aryeh Deri no puede ser ministro del Gobierno de Benjamín Netanyahu no sorprendió a nadie.

El líder de Shas (el partido de los sefardíes ultraortodoxos) es un delincuente financiero reincidente, condenado por soborno en 1999 y, tras cumplir condena de cárcel y una retirada obligatoria de siete años de la vida pública, el tribunal sólo le permitió a volver a ocupar un cargo ministerial. Luego, hace un año, fue condenado por fraude fiscal, y negoció un acuerdo de culpabilidad que le permitió una sentencia suspendida sobre la base, según entendió el Tribunal de Magistrados de Jerusalem, de que se retiraría de la vida pública.

La decisión del Tribunal Superior adoptada el miércoles por la tarde por 10 votos a favor y 1 en contra, es lógica. Tal y como la expuso la presidenta del tribunal, Esther Hayut, es «irrazonable en extremo» la restitución al rango ministerial de un hombre con un historial de «delitos muy graves cometidos mientras ocupaba el cargo», mientras que su nombramiento por parte de Netanyahu »contradice los principios fundamentales que deben guiar a un primer ministro a la hora de nombrar a su gabinete«, aseguró Hayut.

Adelantándose al coro inmediato de condenas de los defensores de Deri, incluida la afirmación de que los votos de cientos de miles de partidarios de Shas no habían sido tenidos en cuentas por un panel de intervencionistas no elegidos y extralimitados, burlándose de la democracia israelí, otro de los jueces, Alex Stein, explicó que el tribunal no había optado por impedir que Deri se presentara a las elecciones a la Knesset (Parlamento) en noviembre, sino que lo había bloqueado como ministro ahora, porque la vara que se supone que deben superar los ministros es más alta que la de los simples diputados.

A pesar de que era ampliamente esperada, la sentencia de los jueces fue una bomba que sumió la gobernanza de Israel en un cierto caos, y la batalla abierta entre la coalición oficialista y el poder judicial en una enemistad aún mayor.

Netanyahu, que atravesó Jerusalem en auto para ir a la casa de Deri en muestra de solidaridad poco después de que se publicara la sentencia, presumiblemente no tiene más remedio que seguir la directiva del tribunal y destituir a Deri, que ocupó temporalmente el cargo de primer ministro en funciones hace menos de dos semanas, cuando Netanyahu fue sedado brevemente para una colonoscopia rutinaria.

(El gobierno no caerá, pero el primer ministro tendrá que cubrir rápidamente los puestos de Deri en los ministerios de Salud e Interior. En un principio, los cargos recaerían en el primer ministro. Pero Netanyahu, procesado en tres casos de corrupción, puede ejercer de primer ministro pero no de ministro).

Al mismo tiempo, Netanyahu y otros jefes de coalición se comprometieron inmediatamente a encontrar una vía para devolver a Deri a su cargo. El ministro de Justicia, Yariv Levin, artífice de una serie de propuestas que impedirían en gran medida al Alto Tribunal intervenir en la legislación y las decisiones del gobierno, prometió «hacer todo lo necesario para reparar plenamente la terrible injusticia cometida contra el rabino Aryeh Deri, Shas y la democracia israelí».

La coalición puede llegar a la conclusión de que la intervención del tribunal reforzará el apoyo público al programa de Levin para debilitar radicalmente el poder judicial. Y puede que tenga razón.

Una idea que se barajó en los círculos de la coalición fue acelerar una parte de la reforma prevista por Levin: negar a los jueces el derecho a utilizar el concepto jurídico de «razonabilidad» como herramienta para evaluar las acciones del gobierno y de la Knesset.

Pero los jueces no sólo anularon el nombramiento de Deri por ser radicalmente irrazonable. Muchos de ellos invocaron también el principio del «estoppel», determinando que Deri había faltado a su palabra dada al Tribunal de Magistrados de Jerusalem sobre su salida de la vida pública.

Así, fuentes de la coalición cambiaron rápidamente de táctica para declarar que ahora se aceleraría toda la revisión judicial -y, por lo tanto, pronto se negaría a los magistrados la capacidad de anular cualquier ley o decisión salvo en las circunstancias más excepcionales y sólo con una decisión de 15a 0-.

El problema de este planteo -aplicado no sólo a Deri, sino a toda la reforma judicial- es que se puede confiar en que los magistrados del Tribunal Supremo anulen la legislación que los limitaría, lo que elevaría las hostilidades actuales a una crisis constitucional aún mayor.

Otra idea que se planteó rápidamente es que Netanyahu nombre a Deri «primer ministro suplente», una función de poder que Naftali Bennett desempeñó recientemente en la anterior coalición liderada por Yair Lapid. Del mismo modo que Netanyahu puede ejercer de primer ministro a pesar de estar siendo juzgado por corrupción, un primer ministro suplente también podría ocupar el cargo a pesar de los problemas penales.

Sin embargo, nombrar a Deri para este puesto exigiría, al parecer, que la coalición se destituyera a sí misma y luego intentara volver a votarse a sí misma, un proceso que también provocaría una serie de impugnaciones legales.

El hecho de que Deri, de origen marroquí, y Shas se hayan presentado en ocasiones como los defensores y protectores de la comunidad sefardí de Israel frente a la discriminación prepotente de las élites asquenazíes puede agravar toda la crisis; Deri citó anteriormente sus orígenes como la razón de sus problemas legales, afirmando que fue injustamente perseguido. La única voz judicial discrepante el miércoles fue la de Yosef Elron, hijo de inmigrantes iraquíes.

Incluso Elron no aprobó definitivamente el nombramiento de Deri, sino que abogó por consultar con el jefe del Comité Electoral Central la elegibilidad del líder de Shas para el cargo.

No obstante, en caso de que Deri, Shas y, por extensión, Netanyahu, decidan presentar la decisión como un ejemplo de discriminación étnica, la decisión discrepante de Elron proporcionaría una especie de base, que podría hacer que el episodio dividiera aún más al desgarrado electorado israelí y a sus beligerantes ramas de gobierno.

 

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