Itongadol.- Camino al 80° aniversario del fin de la Shoá, Shmuel Rosenman, cofundador de Marcha por la Vida Internacional, un programa educativo que lleva a miles de participantes a conocer campos de concentración nazis en Polonia y luego Israel, hizo un balance de la evolución del mismo desde su creación en 1988, desde el propio campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.
«Dos cosas no cambiaron: los alrededores y el campo. La ruina… El crematorio… no cambió»; sin embargo, «la gente está cambiando: la gente viene aquí y todos, en estos 36 años, están -yo diría- llevándose cosas sobre los hombros. Recuerden: en el ’88, los sobrevivientes tenían 50 años, ahora tienen 100, y durante este período de tiempo todos dieron el mensaje de su historia a diferentes niveles de personas, y esto las cambió…», subrayó.
Marcha por la Vida «cada año se vuelve más fuerte. Cada año nos alejamos más del final de la Segunda Guerra Mundial, de la época de la Shoá, y cada vez se escuchan más historias, por un lado, pero disminuyen los sobrevivientes… Entonces, en este ínterin, recibimos más historias, más cosas de la segunda generación (hijos de víctimas), y la gente se apega mucho más a lo que se llama ‘una historia de la Shoá'», destacó Rosenman.
No obstante, «mi mayor preocupación es que a veces tengo la sensación de que fallé, de que fallamos… Tuvimos más de 300.000 personas aquí durante este tiempo. Supongo que llegaron a millones de millones de personas. Entonces, dirías que estás invirtiendo tanta energía, educación, todo… que el mundo cambiará un poquito, y mirás a tu alrededor: el antisemitismo está arrasando por todo el mundo, el odio, etc. Entonces, tal vez fallaste… Tal vez no transmitimos el mensaje que debería ser dado porque el odio religioso y el antisemitismo prevalecen más que hace 10 años», lamentó.
«Soy una persona muy optimista, pero lo que digo es que si este es el hecho, significa que no hicimos lo suficiente, y en razón de que no estamos haciendo lo suficiente tenemos que traer a más y más personas, tanto judíos como no judíos, y creo que cada vez más personas vendrán y regresarán a su comunidad y se convertirán en personas influyentes en todos los lugares. Eso puede ser una especie de luz al final del túnel…», se esperanzó uno de los fundadores de Marcha por la Vida.
En ese sentido, la aparición de las nuevas tecnologías debe ser muy alentadora, ya que «nos acercamos a millones a través de las redes sociales y otro tipo de cosas. Hay tiktokers» que hacen historias en Auschwitz…, ejemplificó.
A modo de anécdota significativa, Rosenman relató: «Un día hubo un soldado, un veterano estadounidense que era polaco y tenía 75 años. Dijo: ‘Perdí a toda mi familia, 77 personas de toda mi familia, y no perdí la fe: me levanté, le dije a la gente: «mírenme, no tengo a nadie en el mundo y me convertí en soldado para tratar de hacer algo para ayudar a otras personas»‘».
Por ello, «creo que lo que estás mirando a tu alrededor te está alimentando… si hablamos de allanar ciertos caminos por los cuales la gente todavía cree que hay una posibilidad de que uno a otro se diga: ‘¡jazak!’, ‘¡fuerte!’, ‘¡fuerza!’, y al final los dos se unirán y tal vez, tal vez podamos prevalecer…», cerró con esperanza.