Según un estudio realizado por la profesora Ifat Maoz (Universidad Hebrea de Jerusalén), los israelíes tienden a mostrar mayor confianza en aquellos líderes árabes que tienen “cara de niño”. El tipo de rostro que tenía el rey Hussein de Jordania, y que tiene su hijo Abdullah II crea una sensación de calidez, apertura, sinceridad y confianza según los investigadores. Por eso se prefiere mantener negociaciones con personas que tienen, en apariencia, esas características. Sin embargo, esos rasgos no suman ninguna ventaja a favor de quienes deben negociar en nombre de Israel. El público israeli los prefiere fríos, calculadores, astutos y manipuladores. Por eso, tanta confusión en el momento de las elecciones. Interesan lideres confiables, con capacidad de escuchar y abierto a nuevas ideas y, al mismo tiempo, astucia en la negociación.
Un breve examen de los primeros ministros israelíes, desde David Ben Gurión a Binyamín Netanyahu y sus respectivos gabinetes revela que ninguno tenía, o tiene, cara de niño. Si hay cierta preferencia entre los “más agraciados” aunque esto no siempre tiene vigencia en Israel.
En definitiva, solo un plato bien presentado, será digno de sobrevivir.
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