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Opinión. Netanyahu será recordado como el redentor de Gilad Shalit

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Benjamín Netanyahu tomó su decisión. Después de 30 meses y 10 días como primer ministro, Netanyahu enfrentó a sus ministros (foto) -y antes, a su conciencia, creencias e ideología- y tomó la decisión más difícil de su segundo mandato como primer ministro. El acuerdo por Shalit es el pacto más importante de su vida, y por como están las cosas ahora, la decisión más importante de su actual gobierno. Netanyahu no comenzó una guerra. Tampoco firmó un tratado de paz. Y por lo pronto, no ha encontrado una manera de calmar y pacificar al movimiento de protesta social.
Pero siempre será recordado como el hombre que trajo de vuelta a Gilad Shalit después de más de cinco años de cruel cautiverio.
A menudo se ha dicho que Netanyahu es un hombre de palabras y discursos, pero no de acciones. Esta vez, él demostró verdadero liderazgo. Decidió un curso de acción, para bien o para mal, y sí, la primera parte es mejor, la segunda podría ser peor. Pero en cualquier caso, como a los israelíes les gusta decir, Netanyahu “actuó como un hombre”.
En la sesión de gabinete de anoche, Netanyahu parecía exhausto. El maquillaje no podía ocultar las bolsas bajo sus ojos, el resultado de muchas noches sin dormir, largas noches de reuniones secretas y consultas confidenciales que probablemente ningún bien le hicieron a su salud. El trabajo de primer ministro está lleno de ceremonias, honores y un placentero estilo de vida de alta sociedad. La decisión que tenía que tomar en los últimos días no es una de las partes divertidas de su ocupación. Es una decisión que revuelve el estómago, que implica flexibilidad; o más bien, una completa capitulación, un definitivo giro en U y la negación de sus declaraciones discursos y promesas anteriores.
En sus dos mandatos, Netanyahu se ha visto obligado a aceptar este tipo de acuerdos. En el primero, en 1997, no tuvo más alternativa que liberar al jeque Ahmed Yassin para traer de vuelta a casa a los dos agentes del Mossad involucrados en el fallido intento de asesinato de Khaled Mashal en Jordania. Esta vez se vio obligado a liberar a 1.000 terroristas, incluyendo algunos de los más letales y peligrosos, a fin de liberar a un soldado. Netanyahu probó, y no por primera vez, que es más pragmático que ideológico.
Asumir el acuerdo traerá, en realidad, que en los próximos días el pueblo de Israel rebosará de alegría y compartirá la felicidad de la familia Shalit. Pero en dos, tres o cuatro meses, el estado de ánimo podría cambiar drásticamente. Si las oscuras profecías se materializan y las ciudades de Israel son sometidas a horrendos actos de terrorismo, incluso aquellos que apoyan hoy el acuerdo se volverán contra Netanyahu mañana.
El primer ministro venía recibiendo algunas feroces críticas últimamente debido a su falta de involucramiento en la crisis de los residentes (médicos). Ayer resultó que tenía una razón: estaba ocupado finalizando el acuerdo por Shalit. Tal vez ahora pueda encontrar el tiempo para manejar la crisis en el sistema de salud. Aquí también debe lidiar con temas de vida o muerte; no con architerroristas y asesinos, sino con jóvenes doctores y unos cuantos millones de shekels. En comparación con el acuerdo por Shalit, debería parecer fácil.
Todavía es demasiado pronto para evaluar cómo el acuerdo podría afectar la trayectoria política de Netanyahu y la estabilidad de su gobierno. Se puede asumir que ganará popularidad en el corto plazo. Pero, ¿qué ocurrirá después? No se puede saber, pero al menos Gilad Shalit estará de regreso con nosotros, será parte de nosotros, parte de la experiencia colectiva israelí, que nunca tiene un momento de aburrimiento.

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