La Liga Arabe ha vuelto a dar muestras de su inmovilismo al anunciarse la suspensión de la cumbre que debía iniciarse mañana en Túnez, país que acusó a los otros de haberla provocado por su desacuerdo sobre las reformas, el terrorismo y la violencia.
En un escueto comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores, Túnez anunció haber tomado unilateralmente la decisión de suspender la cumbre «por las divergencias que aparecieron sobre ciertas proposiciones tunecinas sobre el proceso de reforma y modernización de los países árabes».
Túnez deseaba que, en ese contexto y con un documento presentado conjuntamente por Egipto y Jordania sobre la modernización de las sociedades árabes, no se soslayara la condena de la violencia y el terrorismo en todas sus formas.
«Los árabes hemos perdido una ocasión decisiva de mostrar al mundo que podemos estar unidos», dijo en tono lastimero, al anunciar la suspensión de la cumbre, el secretario de Estado de la Cancillería tunecina, Hatem Ben Salem.
Desde el momento en que se anunció la suspensión, los miembros del Consejo de Ministros que preparaban a puerta cerrada los proyectos de resoluciones, salieron de la sala proclamando que la responsabilidad era únicamente de Túnez.
Una decisión unilateral
El ministro jordano, Marwan Moasher, afirmó en tono cáustico que «cuando estábamos reunidos, mi colega tunecino Habib ben Yahia, se levantó para anunciarnos la suspensión de la cumbre. Es una decisión tunecina, y siendo éste el país anfitrión, no tenemos más remedio que aceptarla».
La posibilidad de una suspensión del encuentro se vislumbró el sábado cuando desde Argel el presidente Abdelaziz Buteflika declaró a una cadena de televisión árabe que tenía constancia de que algunos países «no deseaban la celebración de la cumbre».
Otro jarro de agua fría llegó a la capital tunecina con el anuncio de que el príncipe heredero de Arabia Saudí, Abdalá ben Abdelaziz, no estaría presente, así como el rey de Bahrein y el sultán de Omán.
Pese a ello, el secretario general de la Liga, Amro Mussa, con su proverbial optimismo, insistió una y otra vez en que la cumbre no sería aplazada, y dio a entender que existía un consenso sobre el proyecto de reformas presentado por Egipto y Jordania.
FTe El Mundo