Esta mañana, la dirigencia comunitaria judeoargentina se vio sorprendida por la publicación, ayer, de la noticia del seguimiento que la inteligencia brasileña realiza hace tres años de unos 20 ciudadanos de ese país convertidos al islam que habrían viajado a Irán para supuestamente capacitarse para conformar una célula terrorista en Brasil, o desarrollar actividades en ese sentido.
Uno de los impulsores de la iniciativa habría sido Mohsen Rabbani, uno de los principales acusados por el atentado a la AMIA, en la Argentina, que provocó 85 muertos y centenares de heridos el 18 de julio de 1994.
Fue el segundo ataque terrorista en este país, después del perpetrado contra la Embajada de Israel el 17 de marzo de 1992, con una veintena de víctimas fatales y otros cientos de damnificados.
La nota del diario brasileño Folha de São Paulo da cuenta de que la Policía Federal brasileña y la Abin, una agencia de inteligencia vinculada a la Presidencia, están investigando el tema, tras haber recibido un informe de la CIA, el servicio de inteligencia exterior de los Estados Unidos.
Esas 20 personas -que serían procedentes de Río de Janeiro, San Pablo, Paraná y estados del Nordeste brasileño- habrían viajado en dos fechas diferentes a Teherán, con el apoyo logístico de las organizaciones terroristas Hezbollah y Jihad Islámica.
La producción del diario brasileño presenta una infografía que incluye la ficha de Rabbani en Interpol, con la consiguiente “circular roja” que lo designa como “buscado” por el atentado a la AMIA, junto con sinopsis sobre Hezbollah (“grupo militante apoyado por Irán” que “Brasil no ve como terroristas”), Jihad Islámica (“Uno de los principales grupos terroristas palestinos”, que “muchos relacionan” con Al-Qaeda), Brasil (“es visto como un terreno fértil para el desarrollo de células o actividades terroristas”) y el terrorismo (Brasilia “dice tener un concepto diferente de los estadounidenses” sobre el tema).
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