Itongadol.- Lunes 4 de noviembre. La temperatura subía implacable, el sol cegaba el paisaje, pero algo más profundo y desgarrador nos envolvía: un frío helado que no provenía del clima, sino de la angustia, del vacío imposible de llenar. Hace ya más de un año de la masacre que devastó Israel, y hoy, recorrimos el Kibutz Nir Oz, uno de los lugares afectados por aquel horror. Este lugar, hoy reducido a escombros y ruinas, es el reflejo palpable de la brutalidad humana. Allí, muchas vidas fueron arrancadas de forma incomprensible, y aún hoy, el eco de ese sufrimiento sigue vibrando en el aire.
Un lugar marcado por la barbarie. El Kibutz, antes lleno de vida, hoy es pura desolación. Cada paso que damos entre los escombros es como un reflejo del dolor. Cada rincón, cada pared, cada objeto es un testigo mudo de la barbarie que se desató aquí hace más de 365 días. Toboganes, hornos incendiados, andadores de personas mayores, muñecos rotos, ropa revuelta y tirada, pelotas dispersas entre los escombros… Todo está manchado con las cenizas, todo impregnado con la memoria de lo que alguna vez fue normalidad.
Fotos: Diego Galperin (@diego_galperin_photography) – Piedra Libre
Las manchas de sangre incrustadas en las camas de niños, en el piso de las casas, las marcas de balas que atraviesan las puertas de los refugios, las paredes de las viviendas… no hay manera de describir lo que hemos visto. Este es un paisaje de horror, un testimonio mudo de una masacre que aún no ha dejado de sangrar. Y entre esas ruinas, los familiares de las víctimas nos cuentan sus historias. Historias que parecen sacadas de una pesadilla, pero que son tan reales como la angustia que lleva tatuada cada rostro.
Fotos: Diego Galperin (@diego_galperin_photography) – Piedra Libre
Un recorrido junto a los sobrevivientes y los familiares. El recorrido fue organizado por la Embajada de Argentina en Israel, Conexión Israel, el Fórum de Familiares de los Secuestrados, Quique Rosenburt, mediador y representante frente al gobierno argentino de las familias de secuestrados con nacionalidad argentina y Piedra Libre, con la presencia de quienes, aún hoy, sufren la incertidumbre de no saber el paradero de sus seres queridos.
Entre los acompañantes se encontraban Rony Kaplan, portavoz del Ejército israelí, quien explicó detalladamente lo sucedido desde ese fatídico sábado, y varios de los familiares que siguen esperando respuestas. Entre ellos, Silvia y José Luis Cunio, padres de David y Ariel, ambos secuestrados desde el 7 de octubre; Itzik Horn, padre de Eitan e Iair Horn, también secuestrados; Ofelia Roitman, secuestrada y liberada, Dana Silberman, hermana de Shiri, cuñada de Yarden, tía de Ariel y Kfir Bibas, aún en cautiverio e hija de Iosi y Marguit Silberman, asesinados ese fatídico día en el kibutz, y Marcelo Garzón, suegro de Dolev, asesinado en el Kibutz. También contamos con la presencia de Idith Rudaeff, hermana de Lior, secuestrado y asesinado en cautiverio, cuyo cuerpo se encuentra en Gaza. Estuvieron representantes de la Embajada Argentina en Israel; contamos con la presencia de Danny Carmon, por el fórum de los familiares de los secuestrados y llegaron medios de comunicación nacionales e internacionales, entre otros.
Fotos: Diego Galperin (@diego_galperin_photography) – Piedra Libre
Testimonios desgarradores. Uno de los momentos más impactantes llega cuando nos paramos en la puerta de la casa de Ofelia Roitman, quien fue secuestrada y liberada tras 53 días en cautiverio. Su relato, entrecortado por la angustia, nos lleva al momento exacto en que su vida se partió en dos. «Estaba comiendo, cuando entraron. Me dispararon. Me arrastraron, me subieron a un tractor y me llevaron…», dice con voz quebrada. Recuerda que Shiri y los dos pequeños estaban con ella en el mismo tractor cuando fueron secuestrados. Cada palabra que sale de su boca es un pedazo de sufrimiento, de horror, pero también de valentía. Ofelia es una de las sobrevivientes, pero hay quienes siguen en cautiverio, y no sabemos qué les sucede. «Los 101 tienen que regresar. Ya,» sentencia Ofelia, con una fuerza que desafía el dolor.
Fotos: Diego Galperin (@diego_galperin_photography) – Piedra LibreMás adelante, llegamos a la casa de la familia Bibas, donde Dana Silberman, hermana de Shiri, intenta, con dolorosa calma, explicar lo que sucedió: «A Yarden se lo llevaron solo, luego a Shiri y a mis sobrinos Ariel y Kfir…» La incertidumbre sobre el destino de su familia se mantiene, pero lo que queda claro en cada una de estas historias es que no hay cierre. No hay paz para los que aún esperan.
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El lamento de los padres y el llamado a la Acción
Durante el recorrido por el Kibutz, las palabras resonaron con una fuerza impresionante, reflejando no solo el sufrimiento, sino también el reclamo desesperado, exigiendo respuestas y acción inmediata.
Frente a la cámara y a quienes lo escuchaban, Itzik Horn, padre de Iair y Eitan, secuestrados, hizo una propuesta clara a quienes se oponen a la firma de un acuerdo que permita la liberación de los rehenes: «Que reúnan a 101 familiares, seres queridos, y los envíen a cambio de los secuestrados. Saquen a nuestras familias, y después que sigan oponiéndose,» dijo con una contundencia que dejó en el aire la gravedad de su reclamo.
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Para Itzik, y para todos los padres, esposos, hermanos e hijos que siguen esperando noticias de sus seres queridos, el costo de la política es insoportable. La vida humana no puede ser un peón en un juego geopolítico. Su propuesta, cargada de angustia y desesperación, pone de manifiesto la urgencia de una acción que, para él, es simple: salvar vidas humanas.
El llamado de los Cunio: «El principal obstáculo es político» Más adelante, llegamos a la casa de los Cunio, donde Silvia y José Luis Cunio, padres de David y Ariel, secuestrados desde el 7 de octubre, nos hablaron con una mezcla de dolor y esperanza. El tiempo ha pasado, pero la incertidumbre sobre el destino de sus hijos sigue siendo la misma. La angustia en sus ojos no ha disminuido, y en sus palabras resuena la frustración: «Las autoridades deberían hacer más para lograr un acuerdo, pero creemos que el principal obstáculo es político,» declaró José Luis con una claridad que deja entrever la impotencia de quienes siguen esperando, sin respuesta, por un acuerdo que les devuelva lo más preciado: a sus hijos.
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Los Cunio, como tantos otros, sienten que la lucha por la liberación de sus seres queridos no debería ser un tema sujeto a estrategias políticas ni a negociaciones demoradas. Para ellos, lo que está en juego es la vida de los secuestrados, y la exigencia es clara: que se actúe de inmediato para traerlos de vuelta.
«La esperanza no se pierde, pero el horizonte no se ve…» Las voces de los familiares se metían en los poros de quienes los escuchábamos. Marcelo Garzón nos lleva al lugar donde encontraron los restos de su yerno, Dolev. Al principio, pensaron que había sido secuestrado, pero meses después llegó la confirmación: él, como tantas otras víctimas, fue asesinado en ese día de horror. Con una resignación profunda, Marcelo dice: «La esperanza no se pierde, pero el horizonte no se ve…» Y es cierto. Mientras recorremos las ruinas, no hay horizonte. Solo hay dolor y una sensación de vacío imposible de llenar.
Fotos: Diego Galperin (@diego_galperin_photography) – Piedra Libre
Un grito de justicia: no es política, es humanidad. En medio de todo este dolor, las palabras del embajador de Argentina en Israel, Shimon Axel Wahnish, resonaron con fuerza: «Esto no es una cuestión de política. Es un tema humanitario.» Y así es. La liberación de los secuestrados no puede depender de negociaciones políticas ni de intereses bélicos. Tiene que ser una cuestión de derechos humanos, de vida. El embajador subrayó que Argentina está alineada 100% con el derecho de Israel a la autodefensa, pero también enfatizó que, independientemente del conflicto en Gaza, los secuestrados deben ser liberados.
Fotos: Diego Galperin (@diego_galperin_photography) – Piedra Libre
Un llamado urgente a la humanidad. Y es que la pregunta persiste: ¿Cómo se pone fin a este sufrimiento? El dolor de los que siguen esperando se sigue escribiendo con sangre, con lágrimas, con incertidumbre. No hay cierre para esta historia. No hay final. La única salida es la exigencia urgente de que los 101 secuestrados regresen a casa.
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Hoy, las voces de los padres, las esposas, los hijos, las hermanas, los familiares en general son un grito de esperanza y desesperación al mismo tiempo. Exigen acción inmediata. Exigen que los secuestrados regresen, y que las negociaciones políticas no sigan siendo un obstáculo más en un sufrimiento que no tiene final.
Fotos: Diego Galperin (@diego_galperin_photography) – Piedra Libre
Hoy, un año después, seguimos de pie, con la esperanza de que el regreso de los secuestrados no sea solo un sueño, sino una realidad palpable. Que sus nombres, sus rostros, sus historias, no se desvanezcan en el olvido. Porque lo que está en juego no es solo el final de un conflicto, sino la humanidad misma. Los 101 deben regresar. Ya.
Gentileza Piedra Libre